Sky
Lloré durante todo el camino a casa. Las cosas estaban tan jodidas y no sabía qué hacer. Hugo básicamente estaba tratando de arreglar las cosas conmigo y lo quería, quería tanto estar con él. El único problema era que sabía que el momento en que le dijera acerca de Guito, me odiaría nuevo. Sería eso o trataría de llevarse a Guito.
Tanto como quería todo lo que Hugo me estaba ofreciendo, no podía correr ese riesgo, no cuando mi hijo estaba implicado.
Me sentía mal porque Hugo merecía saber sobre Guito. Merecía ser un padre tanto como yo lo hacía. Todas las razones por las que no estábamos juntos eran mentiras tejidas por mi padre para mantenerme alejada de Hugo. Ninguno de los dos teóricamente era culpable, y si empezábamos a señalar con el dedo, técnicamente, fui yo la que se alejó de él.
Otra cosa de la que tenía que preocuparme era el trabajo. De ninguna manera podría seguir trabajando para los chicos. No podía limpiar para Hugo, sabiendo todo lo que sucedió desde que nos reunimos. Además, mientras más estuviera a su alrededor, era más probable que le hablara sobre Guito. Solo no sabía qué hacer. Estaba atrapada entre la espada y la pared.
Cuando entré por la puerta principal, mamá estaba sentada en el sofá. Guito estaba tomando la siesta en su saco de dormir de dinosaurio en el suelo delante de la televisión.
—¿Qué ocurre? ¿Pasó algo? —preguntó ella cuando me vio llorando.
Pasé la siguiente hora contándole todo. Desde el momento en que dejé a Hugo en mi anterior ciudad hasta el momento en que lo había dejado hacía menos de veinte minutos atrás. Saqué las dos cartas que estaba segura que mi padre había escrito y se las entregué a ella.
Miro hacia las cartas y luego de vuelta hacia mí con los ojos llenos de lágrimas. Mamá y yo no habíamos sido cercanas desde que era una niña, pero desde que se divorció de mi padre, fue su vieja yo de nuevo. Era agradable tener una relación con ella.
—Sky. Tu padre no escribió éstas. Yo lo hice —dijo mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.
Me alejé de ella y mi corazón se encogió. De repente lucía diferente para mí. Ella era tan tranquila y piadosa. No había manera de que mi madre pudiera haber hecho tal cosa.
—No, mamá —susurré.
Estiró su mano hacia la mía y agarró mis dedos.
—Lo siento mucho. Sólo quería que nuestras vidas volvieran a la normalidad. Estaba cansada de verte a ti y a tu padre discutir, y pensé que era lo mejor. Ahora veo el problema qué causé, lo siento mucho. Por favor, perdóname.
No podía creer lo que estaba escuchando. Era tan diferente a todo lo que mi madre haría, pero como una madre yo misma, suponía que podía ver su forma de pensar. Todo era un desastre, y mamá y Guito eran todo lo que tenía. Era difícil, pero tenía que perdonarla. No podía rechazar a una persona que había pedido perdón, que era por lo que también tenía que perdonar a Hugo.
No dormí esa noche mientras me acurrucaba en la cama con mi hijo. Lo sostuve cerca de mí mientras pensaba en nuestro futuro y en los últimos cuatro años de mi vida. Las cosas fueron difíciles, pero aprendí mucho sobre mí en esos tiempos difíciles. Aprendí cuán fuerte podía ser cuando era necesario. Tenía que tener fe en que las cosas iban a mejorar, y tenía que tener fe que Hugo no se llevaría a mi bebé lejos de mí si revelaba su existencia.
Se sentía mal no decirle, y una parte de mí sabía qué Hugo haría un maravilloso padre. Guito era un gran niño y él realmente se lo estaba perdiendo por no conocerlo. Tenía que hacer lo correcto y rezar para que las cosas salieran bien. En el momento en que me quedé dormida, decidí que le iba a decir a Hugo sobre Guito.
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Azul Cielo
Teen FictionUna noche. Eso es todo lo que Hugo tuvo con la única chica a la que siempre amó. Años después, todo lo que le queda de esa noche es una cruz de plata, y el deseo inquebrantable de beber para olvidar su recuerdo. Como cantante de Dark Passion, Hugo t...