15

5 1 0
                                    

Hugo

No podía soportarlo más. Me quedaban unos días en la iglesia y la forma en que Sky estaba follándome con los ojos desde la ventana estaba volviéndome loco. Ella no podía saber lo que estaba haciendo, lo que lo hacía diez veces peor. Me deseaba y ni siquiera entendía que lo hacía.
Dejando todo el hecho del sexo a un lado, lo loco era que estaba bastante seguro de que me estaba enamorando de ella. Ni siquiera podía creer que estaba pensando eso, pero lo estaba. Lo podía decir por la forma en que me sentía cuando estaba a su alrededor. Nunca me había sentido de esa manera antes y no estaba seguro de que me gustara demasiado. Mi mente nunca había estado tan absorta con una chica. Ella era todo en lo que podía pensar. Estaba escribiendo canciones para la banda, demonios. Todo venía a sonar como una balada de amor de los años ochenta.
Así que después de atraparla mirando mi físico desde la ventana, no perdí el tiempo. Dejé mi pala allí y me dirigí a través de la iglesia con una misión. Iba a besarla hasta dejarla sin sentido e iba a pedirle salir en una cita apropiada. Los chicos lo encontrarían hilarante y estaba completamente fuera de personaje para mí, pero a la mierda.
Sin mencionar que el pastor probablemente tendría un ataque al corazón, pero si tuviera que hacerlo, la convencería para que se escapara conmigo. Quería pasar tiempo con ella fuera de la iglesia, tiempo lejos de todas las interrupciones para así poder tomarme mi tiempo y pelar todas sus capas, averiguar qué la hacía saltar, qué le gustaba y odiaba.
Averiguar lo que estaba bajo esas espantosas faldas era la menor de mis preocupaciones cuando se trataba de Sky. No me malinterpreten, tener sexo con ella estaba pasando a lo largo de mi mente, pero más que nada y por primera vez en la historia, realmente sólo quería pasar tiempo con ella.
Cuando llegué a la puerta y la vi allí con Stephen, sentí una ira que no había conocido antes. Había estado en peleas por menos. Contemplé entrar y golpearlo hasta el cansancio, pero técnicamente no estaba haciendo nada malo.
Sabía en el interior que él era mejor hombre, pero no me importaba. Quería que fuera mía y era codicioso y repentinamente necesitado. Semanas de estar cerca de alguien intocable sabiendo que le darían la bienvenida a tu tacto es una mierda.
Tan pronto como terminé en la iglesia y después de reportarme con mi madre, me encontré con algunos amigos y fumé hasta que mis ojos quemaron. Cuando terminé de fumar, acepté un golpe a golpe con mi amigo, George, hasta que no pude sentir mi cara. Estaba en una espiral descendente, pero no quería sentir nada.
Me desperté a la mañana siguiente en mi cama con mi ropa aún puesta. No tenía idea de cómo había llegado hasta allí o cuánto tiempo había estado allí, pero mi cabeza se sentía como si alguien la hubiese roto con un martillo. Mis ojos estaban sellados y tuve que separarlos. El sol rompía a través de las cortinas, perforando mis sensibles ojos y directamente a través de la parte posterior de mi cabeza. Al menos así es como se sentía.
Me tomé más tiempo del habitual para salir de la cama y cuando lo hice, me tomé mi precioso tiempo sacando mi ropa. Mi camisa olía a perfume de mujer y había barra de labios en mi cara. Tiré mi ropa en el suelo junto a la puerta y tomé una ducha de agua caliente.
Cuando por fin aparecí en la cocina, mi madre me miró y negó con la cabeza.
—¿Te sientes mejor? —preguntó con mala disposición.
—Me siento como una mierda. ¿A qué hora llegué a casa anoche?
—¿Quieres decir a qué hora tuve que recogerte? Hmm, diría que eran alrededor de las cuatro de la mañana. El policía fue muy amable con todo el asunto desde que empezaste a llorar y actuar como un loco. —Apagó la estufa y paleó algunos huevos en un plato antes de colocarlo en frente de mí—. Come. Te sentirás mejor.
—¿Policías? No recuerdo a ningún policía y no lloro por lo que eso es tontería —dije a la defensiva.
—Vigila tu lenguaje y no te vuelvas insolente conmigo, Guito. —Me señaló con la espátula.
Me sentía como una mierda por ser malo con ella.
—Lo siento, mamá. Siento lo de anoche, también. No sé qué me pasó. —Tomé un bocado de mis huevos y mi estómago se revolvió.
—Está bien. Lo has hecho peor, pero no lo hagas de nuevo. Estaba preocupada por ti. Al parecer, los policías fueron llamados por el vecino de George a causa del ruido y te negaste a irte. Estaban a punto de llevarte cuando George me llamó y me dijo que fuera por ti. En el momento en que llegué allí, estabas en lágrimas, algo sobre profanar algo santo y Dios castigándote.
Se sentó en la mesa junto a mí y extendió la mano hacia mi mano. Apreté sus pequeños dedos para asegurarle que estaba bien.
—Sé que has pasado por muchas cosas en tu vida, Guito, y si alguna vez necesitas hablar, sabes que siempre estoy aquí para ti. Me puedes decir cualquier cosa y nunca voy a juzgarte. —Sus ojos se humedecieron y tuve que apartar la mirada.
—Gracias, mamá. —Me incliné y le di un beso en la mejilla—. Te amo y siempre te estaré agradecido por aceptarme. —Emoción cerró mi garganta.
—Siempre estaré agradecida por ti. No estoy segura de qué podría haber hecho sin ti.
Acarició mi mano y luego se levantó y salió de la habitación. Me di cuenta por su pequeña cojera que estaba adolorida. Me sentí muy mal por ella teniendo que salir de la cama y tratar con mi culo borracho. Fue algo tonto de mi parte hacerlo y se merecía algo mejor de mí.
Esa misma tarde, mientras estaba fuera obteniendo algunas cosas para mi madre, pasé por la iglesia. Sky estaba sentada en los escalones de la entrada sola, por lo que detuve el auto y estacioné en un parche de hierba seca. Me senté en el jeep, viendo como escribía en un cuaderno. Ella no tenía idea de que estaba siendo observada. Era tan hipnótica, el deslizamiento de su suave cabello contra su hombro mientras lo empujaba lejos de su cara. El movimiento de su mano mientras escribía lentamente. Era hermosa.
Miró hacia arriba cuando cerré mi puerta y me dirigí hacia ella. Su sonrisa era acogedora y luminosa. No pude evitar sonreírle de vuelta.
—Oye. ¿Qué estás haciendo? —pregunté mientras me sentaba a su lado—. ¿Escribiendo cosas malas sobre mí en tu diario?

Azul CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora