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Hugo

—¿Podrías mostrarme cómo besar?
Ni siquiera pudo mirarme cuando preguntó. Sus dedos se volvieron púrpura por estar apretándolos con tanta fuerza. Era tan inocente, tan perfecta y sin embargo me estaba pidiendo algo. Ella necesitaba algo de mí. Incluso si era algo pequeño, me hizo sentir importante. No me había sentido en mi vida de esta manera muy a menudo.
Me puse de pie y me acerqué a ella. Mis rodillas temblaban ligeramente, provocando que me apoyara contra la mesa. Nunca me había sentido así antes, toda esta ansiedad y nervios, pero Sky me hacía esto cada vez que estaba a su alrededor y yo no estaba seguro de poder dejar de ser egoísta por más tiempo.
—Estás bromeando, ¿no?
En secreto, esperaba que ella no estuviera bromeando. Incluso si yo tuviera que fingir que lo hacía por motivos desinteresados. Si alguna vez pusiera mis labios sobre los de ella, sería algo totalmente egoísta y temía que nunca la dejaría ir.
—No te preocupes. Lo entiendo. ¿Por qué querrías incluso pretender besarme? —Sus mejillas estaban ardiendo.
—Eso no es lo que quise decir. Quiero decir, ¿estás segura? Sería tu primer beso o algo por el estilo. Sé que no es la gran cosa para algunas chicas.
Necesitaba que entendiera lo que iba a tomar de ella, lo que iba a tomar de Stephen si es que alguna vez había pensado sobre eso. Más que nada, necesitaba su permiso sólo una vez más. No quería que ella lo lamentara más adelante. Eso me mataría.
—Sí.
Su voz sonaba diferente. Era gruesa con lo que sólo podría describir como pasión. No pensé que ella fuera capaz de semejante emoción, pero cuando la miré mejor, pude ver que sus mejillas estaban rojas y que sus ojos estaban perezosos y vidriosos.
Coloqué un mechón de su cabello chocolate detrás de su oreja. Sus grandes ojos marrones se encontraron con los míos, y por un breve momento, sentí un atisbo de pánico de que fuera capaz de ver a través de mí. Ella estaba mirando fijamente en mis recuerdos y mis procesos de pensamiento y asustó terriblemente.
Lamí mis labios y sus ojos cayeron a mi boca. Ella era tan inocente. De haber sido otra chica la que mirara mi boca de esa manera, habría sabido que quería que la besara. Sin embargo, no con Sky. Lo hizo sin darse cuenta que sus ojos estaban diciendo: "Bésame, Hugo".
El suave aroma de talco fresco y rosas se arremolinó a mi alrededor cuando me acerqué más. Quería besarla. Me merecía sólo ese momento inocente para mostrarle cómo besar, de ser su primer algo. Había sido un ser humano decente desde el momento en que ella se encontró en mi vida. Me había ganado un pequeño beso.
Me moví un poco más y su mirada se rompió cuando sus ojos se cerraron. Levantó la barbilla y se mordió suavemente su labio inferior. Estaba lista para esto y se veía tan malditamente dulce. Fue como una patada en la cara. Yo podría haber merecido un breve beso, pero ella no había hecho nada malo para merecerme.
Me moví hacia atrás y sus cejas se vieron afectadas por la confusión antes de abrir sus ojos y devolverme la mirada. Respiré hondo y presioné mi frente con la suya. Ella era todo lo que me rodeaba, tirando y empujando cada emoción que retenía profundamente dentro de mí, pero no podía hacerle esto a ella. No podía quitarle un momento tan especial.
—Tu primer beso debe ser especial. No quiero quitarte eso.
Antes de alejarme por completo, tomé la oportunidad de sentir su piel una vez más. Usé mi dedo pulgar para acariciar su mejilla y se sentía tan suave como parecía. Estar tan cerca de ella era increíble. Ella era increíble, y algún tipo iba a ser un hijo de puta con suerte cuando se enamorara de él. Esperaba no fuera ese vándalo de Stephen. Se merecía a un hombre de verdad.
Cerré los ojos y tragué saliva. Alejarme de ella era la cosa más inteligente y más tonta que jamás había hecho, pero ella valía la pena.
Y luego sus labios rozaron los míos y fue como si se lanzaran fuegos artificiales en mi estómago. Abrí mis ojos y me encontré con sus párpados cerrados. Sus largas pestañas oscuras se agitaron y sus ojos se abrieron brevemente, abrasándome profundamente antes de que los cerrara de nuevo y suspirara contra mi boca.
Perdí el control. La atraje más cerca de mí y envolví mi brazo alrededor de su cintura. Profundizando el beso, perdí mi otra mano en su largo cabello ondulado. No quería presionarla así que mantuve mis labios cerrados, pero incluso sin toda la acción caliente de lengua, probablemente fue el mejor beso que jamás había tenido.
Perdí la noción del tiempo. Había perdido todo pensamiento racional, pero gané mucho en ese momento. Gané la percepción de algo que era real. No sólo un polvo rápido en la cama de una chica, no besos húmedos descuidados que conducirían a más, solo un momento que era genuino. Estaba marcándose a sí misma en mi memoria, y yo supe que sin importar a dónde me lleve el mundo, que mi primer beso de un ángel nunca me dejaría.
No estaba seguro de que lo inició. Probablemente yo, ya que ella era inocente, pero mi lengua encontró la de ella y su sabor invadió mi boca. Era dulce, tan malditamente dulce. Me apreté contra ella más y sentí sus dedos profundizarse desesperadamente en mis brazos. Un bajo sonido se escapó de su boca y me recorrió la espalda antes de disolverse en una sensación caliente en mis muslos y mi pelvis.
Su respiración suave bañó mi mejilla. Ella me besaba tan fuerte como yo la estaba besando. Lengua y dientes chocaron en algo más apasionado de lo que nunca había conocido. Y luego se acabó y me quedé ahí tratando de recuperar el aliento.
Ella había roto el beso, su cálido aliento enfriando mis labios húmedos. Respiré hondo y su sabor rodó sobre mi lengua, haciéndome querer más. Al abrir los ojos, me encontré con ella allí de pie mirándome a la espera. No se veía casi afectada por el beso, pero luego me di cuenta de sus pupilas dilatadas y el pequeño temblor que la estremecía. Me sonrió inocentemente.
—¿Qué piensas? —preguntó.
Su voz sonó forzada y pesada.
No podía decirle lo que realmente pensaba, ni siquiera lo haría aunque pudiera. En su lugar, respiré honda y revigorizantemente, le sonreí y me alejé.
—Creo... creo que estarás bien.
Yo, por el contrario, no estaba muy seguro sobre nada.

Azul CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora