CAPÍTULO XIV

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Llegamos hasta la camioneta que nos espera en la pista de aterrizaje, yo me subo primero y Leo después de mí. Ninguno dice nada en el camino, los dos vamos absortos observando todo el paisaje del lugar, es que aún de noche es hermoso. Pensé que nos quedaríamos en un hotel, pero Leo rentó una casa frente a la playa.

Luego de treinta minutos llegamos a una preciosa mansión que tiene vista al mar. Parezco una niña en juguetería, no puedo dejar de ver todo. El conductor del auto baja el equipaje y lo lleva a las habitaciones. Nosotros nos adentramos a la casa y en su interior es aún más bonita. Su diseño es de un estilo playero pero moderno.

— Mi habitación es la del fondo a la izquierda y la tuya está a la par —explica Leo.

— ¿Cómo hiciste para organizar todo esto tan rápido?

— Tengo dinero —humildad.

— Se nota —aseguro. — Gracias por esto, nunca tendré como pagártelo.

— No te emociones tanto que lo descontaré de tu salario.

— Yo no te pedí traerme, así que todo corre por tu cuenta.

— Buenas noches señores Hertzman —nos interrumpe la voz de una mujer. Dirijo mi vista a ella y es una señora de mediana edad con cabello negro. — Es un gusto conocerlos, mi nombre es Lena y voy a cocinar para ustedes durante su estadía aquí —informa ella.

—Buenas noches, y no somos pareja —la corrige él.

— Oh, discúlpenme, es que parecen serlo —exclama con expresión confusa —Pero bien, justo ahora acabo de preparar su cena ¿Comerán en el comedor o en sus habitaciones?

— En el comedor, iremos a cambiarnos y enseguida volvemos.

—De acuerdo, cuando estén listos les sirvo su comida, con permiso —nos hace saber y luego se retira.

— ¿Te ayudó a desempacar? —le pregunto. 

— Sí.

—Deberías de comenzar a usar las muletas has recargado mucho tu pie.

— Estoy bien —asegura. 

— Hazme caso, se te puede abrir la herida.

— ¿Algún día dejarás de ser tan molesta? —replica. 

— ¿Algún día dejarás de ser tan renuente? —Él toma sus muletas y camina detrás de mí. Entramos a la que será su habitación y es muy bonita, tiene una terraza con vista directa hacia el mar —¿Qué te vas a poner?

— Cualquier cosa —expresa, por lo que saco una camiseta simple y uno de los chándales que le empaqué, dejándoselos en la cama.

—Iré a cambiarme, te esperaré en el comedor —digo para salir de su habitación y entrar a la mía.

Al adentrarme, no dejo de contemplar la estancia. La recámara es muy bonita, también es muy amplia y tiene vista hacia la playa; desde la ventana también se pueden ver las palmeras. Sin duda alguna este un hermoso lugar. Luego de unos minutos, me cambio de ropa, colocándome un short  y una camiseta, lo básico. Me percato de que no he revisado mi celular desde que llegamos así que lo saco del bolso y al verlo, miro las decenas de llamadas perdidas por parte de Karen, que demonios. Rápidamente le devuelvo la llamada y esta contesta casi al instante.

— ¿Me puedes decir dónde están metidos? —es lo primero que pregunta con un tono que denota molestia. 

— ¿Qué? —expreso desconcertada. 

— Sabes exactamente de lo que hablo Gianna —contesta. —¿Cómo es que tú y Leo se fueron de viaje, y peor en la condición en la que él se encuentra?

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora