Por un momento creo que he llegado a escuchar mal, hasta que al ver la seriedad que emana, me percato de que he escuchado precisamente lo que acaba de decir. Es en ese momento en el que reacciono, y mis ojos casi se salen de mis orbitas al caer en cuenta de lo que ha dicho. ¿Qué diablos? ¿Acaso se ha vuelto loco? Mi pulso se acelera a niveles fuera de lo normal. Y ni siquiera soy capaz de emitir una palabra, hasta que se acerca, acortando la distancia entre nosotros.
—Pero señor... —intento expresar algo coherente. —No, no puedo hacerlo, no puede pedirme eso —suelto jodidamente nerviosa.
—Puedo pedirte lo que se me venga en gana, así que, si no quieres que te despida, hazlo —espeta.
Puedo jurar que todo color ha abandonado mi rostro, y me encuentro pálida en este momento. No se como actuar, que decir, o que pensar. Me cuesta creer que en verdad me este pidiendo esto. ¿Lo está haciendo como otra forma más de humillarme o que es lo que realmente pretende? Debería dejar que me despida en este momento.
—Hazlo, Gianna —demanda.
Y conteniendo la respiración, me dispongo a hacer lo que él solicita.
No puedo parar de temblar, y ni siquiera tengo idea de por donde comenzar. Sus ojos me observan atentamente, y eso solo empeora la situación. Reuniendo valor, al ver hacia abajo, percatándome de que todavía lleva las zapatillas puestas, decido quitar estas primero. Me agacho para desamarrar los cordones de estas, y al hacer esta acción literalmente quedo de rodillas ante él. Atreviéndome a subir la mirada para observarlo, me resulta imposible encontrar la palabra perfecta para describir el gesto de su cara. Luce como una especie de divinidad del infierno, y yo seguramente como algo peor a una cucaracha.
Al terminar de retirar sus zapatillas, sé que el próximo paso es retirarle la camiseta. No sé cómo sentirme haciendo esto. Él me gusta, pero no lo estoy disfrutando para nada.
—Levante los brazos —le pido tímidamente.
Leo hace lo que le pido sin rechistar, y entonces tomo ambos lados de la camiseta, comenzándola a retirar hacia arriba. Mi cuerpo siente una corriente cuando mis dedos rozan con la tonificada piel de su torso, e involuntariamente mis ojos conectan con los suyos, que también me observan, no sé si porque noto mi reacción, o porque sintió lo mismo que yo. Finalmente, y sin desmayarme retiro la camisa, dejándola de lado.
Quiero creer que me pedirá llegar hasta acá, y no seguir con esto. Pero es obvio que no es así, y no me queda de otra que llevar mis manos hasta el broche de su pantalón, quitándolo con la mayor lentitud posible. Giro mi rostro, para no ver al comenzar a bajar su zíper. Tomo su pantalón de los costados, y antes de quitárselo, tengo que respirar hondo para soportar esto. Me estoy muriendo de la vergüenza. Y no quiero ver como su pene se marca en la ropa interior. Por suerte el pantalón cae por sí mismo, y Leo se encarga se despojarse de este con sus pies.
Al ver que ya he terminado con esta horrible tortura, siento que puedo volver a respirar aliviada. Sin embargo, la sensación dura poco, porque el diablo encarnado en hombre, vuelve a hablar.
—¿Te falta algo no crees? —cuestiona, y yo no puedo creer lo que me está diciendo.
¡Es un enfermo! ¿¡Cómo se le ocurre que también voy a quitar sus bóxers!?
—Señor... —voy a decir, pero él como siempre me interrumpe.
—Comienza —me ordena sin darme chance a replicar.
Nunca me sentido más incomoda y humillada en mi vida.
Tengo la certeza de que a cualquier chica le encantaría ver el miembro de este hombre, incluso yo lo deseaba. Pero esta no es la forma en que lo imaginaba. No quiero hacerlo. Sin embargo, a él no parece importarle lo que yo quiera.
Tomo el elástico de su bóxer y cierro los ojos cuando empiezo a deslizarlo: —Si no quieres que tú cara roce con mi pene te recomiendo que abras los ojos —suelta, y al escucharlo abro mis ojos rápidamente. No obstante, cuando esto sucede, la imagen de su miembro en todo su esplendor aparece frente a mí, dejándome petrificada.
Dios.
No puedo creer lo que estoy viendo. Eso es grande, grueso, perfectamente rosado, y al parecer ¿está erecto? Pero ¿qué estoy haciendo? aparto mi visión rápidamente y lo escucho emitir una sonora carcajada.
—¿Acaso nunca habías visto un pene Gianna? —dice en burla. Los había visto en fotos, no en persona. Es algo traumatizante. Lo ignoro y termino de retirar su ropa interior, sostengo un suspiro de alivio, al fin he acabado con esta tortura. —Puedes irte a casa —me ordena antes de entrar a la tina.
Al escucharlo me pongo de pie a la velocidad de la luz y no lo pienso dos veces para salir casi corriendo de ese lugar. Maldito hijo de puta me ha humillado, me traumado, y se ha burlado. Cojo mis cosas las cuales dejé en el sofá del salón, me subo al ascensor y salgo de ahí. No puedo creer lo que ha pasado. Todavía no caigo en cuenta de lo me ha hecho hacer. Para él no fue nada del otro mundo, pero para mí ha sido la experiencia más vergonzosa de mí vida.
Entro sin pensarlo al elevador del penthouse, y cuando este llega a la recepción del edificio, sin percatarme de lo que hay frente a mí, termino chocando con el torso de un tipo haciendo que casi caiga hacia atrás. Pero contrario a lo que me esperaba, termino siendo sujeta por alguien que evita mi caída.
—Oye, ¿te encuentras bien? —oigo que pregunta. Y tengo que alzar mi cabeza para conseguir detallar su rostro. Cuando lo hago no puedo dejar de observar al chico jodidamente alto, y guapo que se encuentra frente a mí. Es rubio, sus ojos son verdes, y su cuerpo es muy atlético. Joder.
Gianna, reacciona.
— Eh, sí estoy bien discúlpame —logro articular, tratando de disimular la cara de embobada que sin duda alguna puse cuando lo miré. Sus ojos se quedan fijos en los míos, hasta que por fin reacciono y me zafo de su agarre delicadamente. —Gracias por... no dejarme caer —digo dedicándole una última mirada, junto con una casi imperceptible sonrisa de agradecimiento y continuo mi camino hasta la salida del edificio.
Al llegar a mi departamento mi cerebro no para de repetir lo que ha pasado en ese lugar, pero principalmente no olvida lo que he visto. No puedo creer que me haya hecho hacer eso, y que haya sido tan descarado como para reírse de mi.
Lo único que agradezco ahora es que por lo menos mañana es fin de semana y no tendré que volverlo a ver luego de lo que me ha hecho hacer. Ni siquiera se como podré observarlo directamente a la cara después de... eso.
━━━━━━━ ••◦⭐️◦•• ━━━━━━━
(Idea de cómo es el departamento de Gianna)
( Idea del Penthouse de Leo)
ESTÁS LEYENDO
LA ASISTENTE DE LEO ✔️
Teen FictionGianna Coleman, una recién graduada universitaria logra conseguir un empleo como asistente personal de su cantante favorito y además amor platónico, Leo Hertzman. Ella piensa que este será el trabajo de sus sueños, hasta que conoce al verdadero homb...