CAPÍTULO LIX

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(Les recomiendo reproducir la canción)

Dicen que cuando una mujer se enamora de verdad, es capaz de soportar muchas cosas. Es capaz de perdonarte tus errores, de darte nuevas oportunidades, de quedarse para saber si logras conseguir un cambio y de amarte incondicionalmente. Pero tarde o temprano después de todas esas peleas acumuladas, después de sentirte con una culpa injustificada, después de todas esas lágrimas, llegas a un punto en el que simplemente no puedes más, y sabes que ya no hay retorno.

Entiendes que hay situaciones que nunca debiste haber permitido que pasaran, que por más amor que sientas hacia esa persona, si esta te hace daño debes alejarte de ella. Lo ocurrido ayer, fue mi punto sin retorno. Yo jamás pensé que independientemente de lo molesto que él estuviera conmigo, iba a permitir que me degradaran de esa forma. Nunca creí que no le iba importar e iba a hacerse de la vista ciega cuando otras personas me estaban humillando. Yo jamás haría eso sin importar lo enfadada que me encuentre. Y la prueba está en que lo defendí ante mi mamá cuando todo el tiempo ella tuvo la razón y yo estaba cegada. Y es que es estúpido creer que otra persona puede ser como tú. Yo nunca me quedaría callada si estuvieran lastimando a la persona que amo, pero ese es el punto, él no es yo; y tampoco sé si me ama. De hecho, apuesto que... no lo hace, nunca lo ha hecho y jamás lo hará, porque ni siquiera creo que sea capaz de amarse a si mismo. Lo conozco desde mucho antes de todo esto, y siendo honesta no ha cambiado en lo absoluto. Se que ustedes pensaran que he estado ciega todo este tiempo y he abierto los ojos de la noche a la mañana, pero no es así; en mi interior siempre fui consiente de que esto estaba mal, pero quise aferrarme a la idea de que lo podíamos superar.

No es necesario decir que eso no pasó, porque ustedes ya lo saben. Sólo alargué algo que tenía que haber terminado desde mucho antes, o mejor dicho algo que nunca debió haber ocurrido desde un principio. No es fácil tomar este tipo de decisiones, aunque sean las correctas. No es fácil alejarte de la persona que amas, y en lo absoluto lo es enfrentarte a la dura realidad; sin embargo, tiene que llegar ese momento en el que seas consiente y elijas tu bienestar, tu felicidad y principalmente en el que te elijas a ti por sobre todo. Hoy es ese momento, tomé la decisión. Hoy voy a renunciar, y no sólo a mi empleo, hoy renuncio a él para siempre.

Mi carta de dimisión ya está escrita, llevar este documento implica pagar diez mil dólares por incumplimiento de contrato al no haber completado el año laboral estipulado. Pero en estas instancias el dinero que tenga que pagar es lo que menos me interesa. Sólo quiero que Leo firme este documento y así terminar con esto de una vez por todas. Estoy muerta de miedo y nervios no voy a mentir, pero este es el momento en el que tengo que ser valiente y afrontar la situación. Ya me encuentro lista para salir, así que lo único que hago es tomar mis cosas, y bajar hasta la recepción para tomar un taxi que me dirija hacia su edificio. En el camino, a mi cabeza no dejan de llegar decenas de recuerdos de todo lo que hemos vivido juntos, de lo malo y lo bueno. Cuando me sorprendió llevándome de viaje a mi lugar favorito en el mundo, sin siquiera pedírselo, cuando me confeso lo que sentía por mí porque estaba muerto de celos; los cientos de rosas luego de nuestra primera vez juntos, la sorpresa en mi cumpleaños regalándome el anillo de zafiro, por dios el anillo. Dirijo mi vista a mi dedo anular en donde se encuentra la gran piedra azul rodeada de diamantes y sin evitarlo una lágrima rodea mi mejilla, esto tiene un significado más allá de lo material para mí, pero no puedo quedármelo, tendré que devolvérselo.

— Joven, ya hemos llegado —me avisa el conductor sacándome de mis pensamientos, y al ver por la ventanilla en definitivo, me encuentro frente a su edificio. Pago y agradezco al conductor, y luego salgo del auto.

Me quedo unos segundos de pie en la acera, detallando por completo el lugar en donde pasé los últimos meses. En mi interior puedo percibir que esta será la última vez que vendré aquí, y en cierto modo eso me produce mucha nostalgia. Después de no sé cuánto tiempo ahí de pie, finalmente me animo a caminar hacia el interior del lujoso lugar y así tomar el elevador para llegar a su piso. A medida me acerco, más temerosa me siento por no saber cuál será su reacción ante esto. No espero a que se lo vaya a tomar de la mejor manera porque es casi imposible, pero en verdad necesito que lo haga fácil para ambos. Cuando su apartamento queda a la vista, cierro mis ojos por un momento para concentrarme, y calmar mi respiración, para alentarme a acceder a la estancia. Esto será sencillo, Gianna, me digo a mí misma al ir en su búsqueda.

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora