CAPÍTULO XXXVII

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En la corta caminata que tengo hacia el restaurante, me carcome la idea de la posibilidad de que esté... No, ni siquiera voy a pensarlo. Seguramente es un simple retraso, y ya estoy formulándome tonterías en mi cabeza. Pero es que no puedo ignorar el hecho de tuvimos relaciones sin protección antes de los siete días que mencionó la doctora.

No tengo ningún síntoma, obviamente no voy a presentar síntomas a sólo días de la fecundación ¿pero si los siento después? Mierda, me voy a morir ¿Qué haría yo con un bebé? Nunca he cuidado un niño en mi vida. Y lo más importante ¿Qué haría él con un bebé? Se volvería loco; la receta perfecta para el desastre. De acuerdo Gianna, tienes que calmarte. No sabemos si hay algo creciendo dentro de mí, o son simples paranoias.

Trato de calmar mi respiración cuando llego al restaurante, porque con los amigos que tengo notarán que algo me sucede. Entro al lugar, el cual está algo vacío y rápidamente localizo a Keyla y a Adam, sentados en la mesa que está en una esquina más o menos apartada. Camino hacia ellos y el primero en verme es Adam, quien me ve frunciendo el entrecejo, y después le hace una seña a Key, para que me vea.

— Hasta que por fin te dignas a aparecer —me recrimina Adam, levantándose de su asiento para saludarme, dándome un fuerte abrazo.

— Ya lo sabes, se me hizo tarde —contesto apartándome de él, y aproximándome a mi amiga.

— Sí, y quiero que me expliques bien, porqué se te hizo tarde, porque ese de cuento de que te dormiste no me lo creo.

— Sí, papá.

— No te burles de mí jovencita —Keyla y yo estallamos en carcajadas al escucharlo, realmente parece que fuera mi padre.

— ¡Key! —dejo un beso en su mejilla y le doy un leve abrazo. Ella se ve demasiado linda, cuando voy a separarme siento como me da un pellizco en el trasero y doy un respingo alejándome de ella. — ¡Keyla!

— ¡Te ves muy hermosa hoy! —replica, burlándose de mí.

— Justo estaba pensando lo mismo de ti, antes de que me pellizcaras la nalga —le recrimino poniendo mala cara.

— Lo siento, es que me encanta tu trasero —expresa alzando la ceja derecha repetitivamente, luego de que los tres tomamos asiento.

— Estás loca.

— Por ti, bebé —contesta guiñándome un ojo.

— ¿Keyla, acaso tienes tendencia bisexual y no nos habías dicho? —interviene Adam.

— No lo sé, Gianna hace que me cuestione esa pregunta siempre.

— A menos de que tú también tengas tendencias bisexuales, te recomiendo que te alejes de ella Gia —dice Adam.

— Ya, ambos dejen de decir tonterías.

— Es que Gianna es demasiado heterosexual para este tipo de conversaciones —manifiesta mi amiga.

— Y hablando de heterosexuales ¿Cómo está tu amor platónico? —pregunta Adam.

— Oh maldita, ya me acordé tienes que contarme todo lo del beso —dice Keyla, pegándole a la mesa

— Cállate Keyla.

— ¿Del beso? ¿De qué beso están hablando? —cuestiona mi amigo viéndonos con mirada acusatoria.

— ¿Acaso no lo sabías? Leo y Gianna se besaron.

— ¿¡Qué demonios!?

— ¡Sí! ¿Lo puedes creer? Yo también quedé en shock cuando me lo dijo.

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora