CAPÍTULO XXXIII

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LEO POV

Tener la presencia de Karen a tan tempranas horas de la mañana me cabrea más de lo que ya estoy. Ayer ni siquiera pude dormir bien y ella no para de dar órdenes, si pudiera le compraría una vida para que deje de joder tanto.

— Escúchame bien Leo, la otra semana tienes una sesión de fotos para la revista. Además, estás invitado a un programa de radio; recuerda que también que debes estar yendo a la disquera para las grabaciones de tu álbum. Ah, y por último has sido invitado a la escuela de música de Los Ángeles.

— ¿Qué se supone que tengo que hacer ahí?

— Darles una simple charla motivacional a los jóvenes que, como tú, están interesados en la música. Consejos para poder triunfar y todo eso —me explica mientras mira su Tablet. —Oh, y lo olvidaba, también eres la nueva cara de una campaña publicitaria de joyería para hombres —mátenme.

— ¿No se te estará olvidando otra cosa? —suelto con ironía.

— Por el momento no, así que eso es todo.

— ¿Se supone que debo hacer todo esto en una semana?

— Sí, y deja de quejarte que no es nada. De hecho, has estado mucho tiempo en vacaciones, así que es hora de que trabajes —maldita bruja, te detesto.

Me explica cada cosa que tendré que hacer, mientras yo ya estoy casi durmiéndome en el sofá con todo lo que dice. El sonido del elevador llegar, me distrae y cuando las puertas se abren dejándola ver, siento que la garganta se me seca, mi pulso se acelera y la polla me palpita.

Dios, se ve her... qué diablos estoy diciendo. Frunzo el entrecejo al observarla mejor ¿¡Qué demonios trae puesto!? Entra al apartamento caminando mejor que una puta modelo, con un minivestido ajustado de color azul marino, que apenas y le cubre el culo ¿Cómo se le ocurre salir con eso a la calle? Pero sobre todo ¿Cómo se le ocurre venir aquí vestida de esa forma? Noto como sonríe cuando voltea hacia mí, y es que me dan unas ganas de amarrarla a la cama y azotarla, estoy cabreado, muy cabreado y se va a arrepentir.

— Buenos días, Karen —Dice mientras se acerca a nosotros y la saluda dándole un beso en la mejilla.

— Buen día Gianna, te vez muy linda hoy —contesta ella –¿Acaso tendrás una cita con alguien? —Quisieras maldita bruja, la única cita que ella tendrá hoy es con mi pene.

— Podría ser —responde con una vocecita de niña inocente. —Oh, buenos días señor Hertzman —dice dirigiéndose a mí, como si no me hubiera visto antes, así que ignoro su saludo mirando hacia otro lado.

— ¿Leo, por qué eres tan mal educado? —manifiesta Karen —Gianna te está saludando.

— ¿Y? —respondo.

— Correspóndele el saludo —contesta obvia.

— No.

En este momento no la quiero ni ver. Ayer me dejó con un dolor en la verga que no se me ha quitado, porque no me dejó follarla, todo por sus estúpidos celos, y hoy viene vestida así. No me hubiera costada nada cogerla en su departamento si hubiera querido, pero quería que ella misma me lo pidiera, porque sé que tenía ganas, pero no lo hizo. La odio, tuve que jalármela con las fotos que le saque mientras dormía en mi cama, pero como si el universo se aliara a ella y conspirara en mi contra, la erección solo disminuyó un poco, porque al verla se me paró más. Me dolía como el infierno y no se me bajaba con nada.

Odio que tenga tanto poder sobre mi cuerpo. No puedo ni contar cuantas erecciones tengo todos los días solo por ella, mi verga se activa inmediatamente cuando la veo.

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora