Extra I

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LEO.

Una, dos, tres líneas. No sé qué es vivir en la realidad desde que estoy sin ella. Y tampoco comprendo cómo es que aún no he tenido una sobredosis después de toda la mierda que me he metido en este último mes. Seguramente el universo no quiere que muera antes de que pague por todo el daño que le hice, porque morirme seria la vía fácil para poder soportar no tenerla. Y aunque mi corazón siga latiendo a niveles desenfrenados por el efecto de la droga de mi cuerpo, soy un moribundo, porque es como si no respirara, como si me hubieran arrebatado todo el oxígeno del cuerpo ahora que no está conmigo.

En este momento nada tiene sentido para mí, porque la necesito para recobrar la cordura. Necesito ver su perfecto rostro una vez más, volver a escuchar su voz y su risa, tocar su cuerpo para cerciorarme de que es real y no una fantasía. Admito que soy un pedazo de mierda que no merece su perdón, un idiota que nunca mereció su amor. Y me pregunto quién soy yo si no estoy con ella, quien soy yo sin mi maldita diosa; quien soy yo sin la mujer que desde el segundo uno que aprecio frente a mis ojos, me revolucionó todo, y me dejó jodidamente prendado, aunque intenté negarlo.

Flashback
10 meses atrás.

— Leo, ven aquí —escucho la molesta voz de Karen decir, joder esa mujer si que es un verdadero grano en el culo.

— ¿Qué quieres? —pregunto con fastidio al llegar al salón principal sin quitar la vista de mi teléfono.

—Quiero presentarte a la que será tu nueva asistente —replica, logrando que al instante levante mi vista, encontrándome con una chica de cabello castaño y ojos un tanto únicos, joder.

— Hola, soy Gianna —formula con timidez, permitiéndome escuchar su bonita voz. Me cuesta reaccionar al tenerla frente a mí, porque me quedado hipnotizado con sus ojos. La observo más a detalle, y también me percato del color que tiñe sus mejillas, además del gesto que hace pasando apenas su lengua por su labio inferior, mierda está buena.

— Leo no seas maleducado, estrecha su mano —manifiesta Karen sacándome de mis pensamientos, haciéndome dar cuenta de la mano tendida de la chica frente a mí, a la que al corresponder y finalmente estrechar, me causa un extraño hormigueo que me recorre todo el cuerpo.

— Supongo que tú debes ser Leo —expresa al yo no emitir palabra alguna. —Bueno obviamente eres Leo Hertzman, es increíble poder conocerte al fin en persona, aunque bueno técnicamente ya te conocía porque he ido a varios de tus conciertos, y además tengo tus discos, por no mencionar que soy una de tus mayores admiradoras —deja salir. Y ahí se fue todo su encanto.

— Como sea —es todo lo que digo. —Supongo que mi manager ya te dijo todo lo que tendrás que hacer y esas cosas.

— Sí, ella ya...

— Entonces puedes irte, y regresa mañana —finalizo.

— ¡Lionel! —exclama la bruja.

— ¿Qué? Si ya está todo dicho se puede ir —suelto y la escucho resoplar.

— Gianna, discúlpalo es que está algo estresado.

— No, está bien yo lo entiendo.

— Ya sabes que mañana tienes que estar aquí a las ocho am ¿cierto? —formula, y ella asiente. —Perfecto, entonces puedes retirarte.

— De acuerdo, nos veremos mañana —dice dedicándonos una leve sonrisa para luego salir del apartamento.

— ¿Contrataste una asistente o a una fanática loca? —le pregunto a Karen cuando el elevador ya se ha cerrado.

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora