LEO POV
Ni siquiera puedo pensar en otra cosa que no sea matarlo. Estoy desesperado, tengo una ansiedad de la mierda y las ganas de acabar con el hijo de puta de Jace sólo aumentan cada segundo. La sangre me hierve, estoy más cabreado que nunca, tengo ganas de asesinar al que se me acerque, pero nada comparado con las ganas que tengo de asesinarlo a él por haberse acercado a mí mujer. La maldita foto no deja de rondar mi puta cabeza, desearía que la maldita bruja de Karen jamás me la hubiese mostrado porque con sus estúpidas palabras de que el pedazo de mierda y Gianna estaban juntos, logró que mi ira se elevara a mil, dejara estancada la estúpida sesión de fotos y por último que la mandara a ella a la mierda, por mostrarse tan feliz con esa falsa estupidez.
Estoy harto, no veo la hora en la que este puto avión llegue ya a esa maldita ciudad y terminar con ese idiota de una vez por todas, así en su puta vida vuelve a meterse con lo que no le pertenece. Para él su vida entera es un puto juego, pero con ella, ni siquiera está la posibilidad de serlo. Juro que tengo ganas de romper todo en este maldito jet de la rabia acumulada durante horas. Es que ese imbécil... todavía no me conoce, al parecer no le quedó claro con la maldita paliza que le metí al otro estúpido de su amigo, el puto loco que puedo llegar a ser. Se metió con lo que nadie debe meterse, y tocó a quien en su puta vida alguien se tendría que atrever a tocar, Gianna. Maldición ni siquiera puedo pensar en ella porque me vuelvo un puto demente, y esta vez no de una buena forma. No puedo dejar de mover mi pie debido a la desesperación que tengo, y sumado al estúpido malestar estomacal que no se me ha podido quitar, me siento como la mierda y con unas asquerosas ganas de vomitar, tal y como he estado en los últimos días.
— ¿Señor, le apetecería probar un cóctel de camarones? —pregunta la azafata sacándome de mis pensamientos, llevo la mirada al carrito y hago una mueca al ver el dichoso cóctel.
— Quita esa puta asquerosidad de mi rostro si no quieres ser despedida —le espeto al percibir el desagradable olor que estos emanan, y hace que se revuelvan mis entrañas. Seguramente utilizaron comida podrida, que asco.
La azafata se va por donde vino, llevándose esa peste y yo siento que por fin pueda respirar en paz. Al cabo de unos minutos mi teléfono empieza a sonar y al ver la pantalla, me doy cuenta de que es Karen la que me está llamando, espero que ya haya averiguado en donde se está hospedando ese idiota.
— Más te vale que tengas la dirección —le advierto sin más al descolgar.
— Aunque a mí no se me pague por hacer de investigadora y cumplir tus caprichos, la tengo.
— Dámela.
— No te la voy a dar, hasta que me digas para que la quieres, y en dónde estás.
— Eso a ti no te importa.
— Claro que me importa, te vas como un desquiciado de la sesión y dejas todo tirado ¿Tienes idea de cómo quede yo?
— No la tengo, y no me importa —confieso. —Ahora, dame la maldita dirección.
— Si vuelves a hacer algo así, te juro que esta vez sí renuncio —joder, sí que sabe cómo acabar con mi paciencia.
— Ya te dije que no me importa nada más que la maldita dirección, así que dámela ahora —le ordeno porque está haciendo que llegue a mi puto límite de cabreo.
— Su equipo está alojado en el Hotel Four Seasons, que se encuentra cerca del parque central de Boston —expresa. —Te enviaré la ubicación exacta por texto.
— Sé dónde es —la corto, ya me he hospedado en ese lugar. — Ahora dime en que piso están, y el número de habitación.
— Bueno, eso sí que no lo pude averiguar —tiene que estar bromeando.
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LA ASISTENTE DE LEO ✔️
JugendliteraturGianna Coleman, una recién graduada universitaria logra conseguir un empleo como asistente personal de su cantante favorito y además amor platónico, Leo Hertzman. Ella piensa que este será el trabajo de sus sueños, hasta que conoce al verdadero homb...