CAPÍTULO LVI

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Cuando este de vuelta en Los Ángeles tengo que hacerme una prueba de embarazo, creo que ya ha pasado el tiempo necesario para poder detectar si me encuentro en gestación o no, y necesito salir por fin de esta duda. Me aterra. Me aterra completamente saber el más que posible resultado de esa prueba, y ahora lo hace el doble al saber que él no quiere ser papá. No me había atrevido a contarle de este tema porque temía de cuál sería su reacción, y con su confesión el día de hoy, no hago otra cosa que no sea pensar en que será de nosotros si en verdad estoy esperando un bebé. ¿Y si me dice que no lo quiere? ¿Y si me pide que interrumpa mi embarazo? Y aunque no esté en contra de eso, jamás lo haría. Será un mini él o mini yo, que se convertirá en mi prioridad, y estará por encima de cualquier cosa, hasta de nosotros.

— ¿Qué tanto piensas? —suelta Leo devolviéndome a la realidad.

— En nada —replico cabizbaja.

— No voy a regresar a casa de tu mamá —expresa a medida nos acercamos a ella.

— Lo entiendo —es todo lo que digo, porque no espero que quiera entrar después de todo lo que ha pasado.

— Mañana me regreso a Los Ángeles —manifiesta de pronto.

— ¿Cómo? —formulo dirigiendo mi vista hacia él.

— Sí, y no es porque la bruja de Karen me lo haya pedido, sino porque estoy cansado de esta maldita ciudad.

— Pero...

— Te esperaré en el auto para que saques tu equipaje —me interrumpe, y yo me detengo un momento para procesar lo que me ha dicho.

— ¿Qué? —pregunto desconcertada. —No —niego de inmediato.

— ¿Cómo que no? —cuestiona frunciendo el ceño.

— Todavía me quedan algunos días aquí, y no me quiero ir —expreso, y es verdad. Quiero pasar mis últimos días aquí con Dayanne y mis amigos antes de regresar.

— Vendrás conmigo, Gianna —demanda. —Ya te he esperado demasiado tiempo en este lugar —¿Acaso está asumiendo que me iré con él sin siquiera consultármelo?

— Leo, son mis vacaciones ¿recuerdas? Si quieres irte, hazlo no me opongo. Pero no me iré contigo —digo reacia, es que ya es el colmo.

— ¿Es enserio lo que dices o sólo quieres cabrearme? —cuestiona con brusquedad haciendo que un gesto de perplejidad se forme en mi rostro.

— No, no quiero enojarte ni mucho menos. Es sólo que es simple, esta es mi decisión, y no me iré hasta que tenga que hacerlo.

— Ve a empacar tu equipaje —reitera con un gesto de impaciencia, cuando ya estamos frente a la casa.

— Que no —replico esta vez más fuerte que antes.

— Lo haces tú o lo hago yo —espeta.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me iré? —le recrimino, y es notable que la situación se está poniendo tensa.

— ¿Prefieres quedarte aquí a irte conmigo?

— ¡Sí! Bueno, no, pero sí —joder, ni yo me he entendido. — Lo que quiero decir es que, mis amigos están acá y no me quiero ir sin ellos.

— Entonces diles que se vengan con nosotros y problema resuelto —formula obvio.

— No puedo hacerlo —niego. —No les voy a decir que tenemos que irnos, sólo porque tú quieres hacerlo.

— No puedo entender por qué diablos insistes en quedarte tanto en este lugar de mierda, porque sólo por tus amigos no creo que sea —suelta en tono acusador ¡Pero qué le pasa a este hombre!

LA ASISTENTE DE LEO ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora