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Durante las épocas de exámenes su cuerpo parecía más afectado que si hubiera visitado un gimnasio.



Después de la última carga de estrés que tuvo debido a la entrega de los proyectos finales en el periodo anterior pasó prácticamente un día en cama viendo una serie de Netflix a la que no le puso atención, pero que no dejó de reproducirse continuamente mientras él dormitaba.



Despertando quince minutos, durmiendo cuarenta.



Las piernas, los brazos, la cabeza. Todo le dolía por aquellos días sin necesidad de someterse a un duro procedimiento físico. O probablemente era sólo la ilusión provocada por el cansancio mental que lo llevaba a refugiarse en la cama para recuperar energía.



Y así como en esos días se sentía la persona más débil y agotada del universo, esta vez todos esos síntomas estallaban en él con la intensidad elevada al triple. Con cada paso que Hae daba le retumbaba en la cabeza.



Con las caricias del frío viento tenía la sensación de volver a escuchar los reproches de todos sus compañeros.



Lo llamaron monstruo.



Lo sacaron casi a patadas del restaurante.



Lo odiaron como nunca.



Lo despreciaron mil veces.



Pero ni siquiera eso o los golpes de la cara le ardían tanto como el pecho.



No a causa de algún músculo que hubiera sido afectado, sino por la impotencia de saberse alejado de toda esa información que, a pesar de ser tan incómoda, él debió sopesarla desde un inicio para saber a qué se estaba enfrentando.



Un desconsiderado. Un monstruo. Sí. Así se sentía. Aunque no por toda esa manada de hipócritas con las que convivió las últimas horas.



Sino por alguien a quien sentía que le debía muchísimo.



Llegó a casa ya entrada la media noche.



Arrojó sus pertenencias al pie de la cama.



Se dejó caer al frente de la mesita que usaba para comer, estudiar y todo uso prudente con el cual consiguiera sacarle provecho a su compra.

Efecto Placebo [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora