Efecto Placebo [EunHae]

27.

A lo lejos la imagen parecía inspiradora.

Para muchos demasiado incomprensible. Había quienes aguardaban el momento exacto para que Lee DongHae explotara frente a tantas preguntas pronunciadas en boca de Hyukjae.

Ya para cuando cayó el medio día hubo menos posibilidad de entender el singular comportamiento del nieto de la dueña.

Durante sus visitas a Mokpo, se encerraba en un universo propio repleto de cuestionamientos que se transformaban conforme las actividades de siembra lo permitían. Así, verlo deambulando por las carpas que correspondían al trabajo rudo era una clara señal de que las cosas no funcionaban del todo bien para el muchacho de humor tan voluble.

Recurrir a prácticas que le quitaran la tensión física y emocional.

En los días vacacionales sus diligencias se encontraban ligadas con el procedimiento de riego y el cuidado de las flores a punto de ser enviadas a mercado internacional. Con esto se volvía entendible suponer que su buen humor le llevaba a optar por el trabajo que muchos clasificaban como "relajante".

La mayoría lo conocía desde pequeño.

Por eso, porque no era algo común de ver, se sentían atraídos por el descubrimiento de aquello que parecía darle la templanza para suavizar sus conductas.

¿Qué hacía DongHae con tan buen humor en el invernadero de mayor exigencia?

La palabra "enojo" ni siquiera alcanzaba a rozarle las puntas de la castaña cabellera.

Distinto.

Así, constantemente los empleados cruzaban el umbral de la puerta con la única intención de apreciar y quizá comprender cómo la sola presencia de una persona modificaba el temperamento de alguien que vivía de episodios iracundos.

No porque DongHae fuera un monstruo que viviera sólo de malos ratos.

De hecho, quienes convivían con él desde hace años entendían la forma en la que su personalidad estaba compuesta. Fuera de su inesperada misantropía albergaba una nobleza que velaba por el cuidado de los trabajadores de su abuela.

Con limonadas, pequeños aperitivos y esa clase de detalles que lo hacían un chiquillo dulce, aunque totalmente reacio a mostrar su sensibilidad en el interior.