Verde. Café. Amarillos deslumbrantes. Azules de cuento.
Una naturaleza exorbitante fue lo que a Hyukjae le dio confianza para abandonar el refugio rodante sobre el que viajaron. Respiró tan profundo como pudo cuando ese aroma a pasto, musgo y flores le inundó las fosas nasales. A su llegada, notó que justo donde los autos aparcaban había varias bases de madera formadas en fila hasta dar a la entrada de aquella casa. En los extremos tenían una especie de rampa pequeña por la que sería sencillo deslizar la silla de ruedas.
El paisaje por sí solo lo tenía hechizado.
Parecía un sitio sacado de esas fábulas infantiles de antaño donde la alegría se respira con solo poner un pie en el amplio terreno. Tanta exuberancia justo frente a él le provocó una fascinación que no pasó desapercibida por DongHae.
—No, no. Yo me encargo —una vez más éste ejerció presión para evitar que Ray hiciera a Hyukjae descender del auto. El chico en silla de ruedas, por su parte, se hallaba tan ávido de explorar que no tuvo tiempo de refutar o pedirle al estudiante mantenerse al margen. Al final tenía razón. Si no se aventuraban probándose a sí mismos entonces no tendrían ni un mínimo de éxito.
Y a pesar de que DongHae sabía cómo proceder cuando se trataba de una persona en esas condiciones, nunca tuvo oportunidad de poner en práctica sus conocimientos igual que ahora. La teoría se alejaba tanto de la experimentación. Lo comprobaba nuevamente.
Sostenerlo, levantarlo, acomodarlo, todo ese procedimiento para ejercer ayuda sin lastimar al paciente era mucho más complicado cuando las manos le temblaban y sentía que le sudaba el cuerpo entero con sólo acercarse al otro.
Ambos disimulaban bastante bien sus preocupaciones.
—¡Por fin están aquí! Creí que llegarían más temprano —en automático los tres hombres voltearon el rostro al otro extremo. Con una sonrisa que contagió a los inseguros visitantes y una caja envuelta en un listón sobre la mano, Nana caminó hacia ellos en medio del sonido seco de sus zapatos contra la madera que abarcaba un metro de ancho para que fácilmente dos o tres personas avanzaran unidas.
DongHae formó una sonrisa tan grande que distrajo a Hyukjae por varios segundos. De nuevo miró a la mujer hasta entonces apreciando el parecido entre ellos. Hae acomodó suavemente la silla de ruedas de manera que quedaran de frente a su enérgica abuela.
Los ojos experimentados de ésta y ese instinto protector que le nacía con sólo ver a su nieto fueron a dar hacia las piernas de Hyuk donde descubrió una bolsa. Sin necesidad de indagar adivinaba desde ya los tantos productos detestables que encontraría al interior.
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Efecto Placebo [EunHae]
FanfictionDel arte de la curación y otras delicias. Deriva los resultados de un medicamento, pero no tiene ningún principio activo que lo clasifique como tal, es decir: la perfecta dosis de un Lee DongHae para un Lee Hyukjae. También funciona a la inversa.