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Otro día. Otra flor.


Casi una semana en la que Thompson abría la puerta por las mañanas encontrándose con un nuevo esqueje plantado en preciosos recipientes que DongHae, con la precisión de un reloj, depositaba sin falta para iniciar un ritual que muchos en la mansión encontraron encantador y adorable.


Lamentablemente al enterarse de que los padres de Hyukjae volvían luego de darle ya muchos días de ventaja, tuvo que detenerse.


Fue consciente de cómo se deshicieron de las macetas para donarlas a distintos establecimientos en vista de que se encontraban en tan buenas condiciones. Más aún considerando la situación de la señora Lee en la que seguramente se hincharía por todos lados si permanecía dentro de aquella casa que curiosamente respiraba una frescura fascinante.


DongHae lo sabía. Que aquello en algún momento iba a pasar si sus planes no resultaban a tiempo.


Así, tuvo que mudar la situación a otros recursos.


La nueva semana se vio plagada de pequeñas tarjetas coloridas en las que simplemente escribía a mano una sola frase:


'Anoche soñé contigo'.


'Me gusta tu cabello'.


'No hay ojos más bonitos que los tuyos'.


'Estoy cansado de verte a lo lejos'.


'Hoy también extrañé besarte'.


Y aun cuando Hyukjae no hizo mas que ignorar los diminutos presentes pidiendo a Thompson que no insistiera en que los leyera o les diera un vistazo, a veces, sólo a veces, cedía a la debilidad de su falso temperamento.


Por cada que el mayordomo abría la puerta para encontrarse con aquellas tarjetitas metidas entre las aberturas de la madera y el muro, Hyukjae asomaba discretamente pensando que correría con la suerte de verlo a él.


¿En qué se estaba convirtiendo todo eso?


Un juego.


Una infantil, tonta e insistente dinámica.


Un tira y afloja en donde Hae, sin saberlo, cada vez fracturaba más los planes del pelinegro. Haciéndole ver que no había otra salida mas que correr hacia él y refugiarse entre sus brazos y lo dulce de su cuello mientras la tormenta pasaba frente a sus ojos.


Sobre todo, en los últimos días Hyukjae empezaba a ver las grietas de sus decisiones. Lo que en algún momento pensaba como lo más prudente ahora ya le parecía absurdo, risible y tan inmaduro que se avergonzaba de sí mismo.


¿Pero qué hacer? ¿Esperar a que un ataque hacia DongHae volviera a ocurrir? ¿Aguardar a ver en las noticias cómo su persona especial era tratada como un molesto accesorio del que los medios podrían mofarse y colgarse para sacar sus hirientes notas? ¿Eso necesitaba ver para mantenerse firme al menos durante unos días más?

Efecto Placebo [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora