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Decir que se respiraba la esencia más pura de los nervios era aún muy poco para lo que estaba sucediendo al interior del auto.


A pesar de que DongHae era quien más compartía los miedos de Hyukjae cuando se trataba de enfrentar un nuevo reto encontraba demasiado disfrutable apreciar el pequeño lapso de crisis que su novio conservaba apenas estuvieron fuera del lugar que curiosamente le inspiraba una buena tarde.


Dentro de sus momentos de locura atribuía de vez en cuando una emoción a la situación que estuviera viendo. Y a veces influía no sólo el hecho de llegar al momento sino las mismas vibras que se respiraran en el ambiente escogido.


Probablemente por tal motivo se encontró sumamente entusiasmado al visualizar aquel amplio lugar a las afueras de la ciudad que daba la sensación de ser un centro vacacional.


Grande, espacioso, pero, sobre todo, rodeado de finos bosques que a pesar de ser instalados precisamente como ornamento le daban un aire distinto a lo que significaba permanecer en Seúl.


Y cuando visualizó la gran cabaña junto a aquel lago. Cuando enfocó la reunión instalada en el patio del enorme lugar, con gente entrando y saliendo de lo que parecía albergar a una gran cantidad de personas, DongHae tuvo verdaderos deseos de explorarlo todo.


¿Qué otra cosa podía esperarse si estaba por conocer a los antiguos amigos de Hyukjae? No obstante, las conmociones del otro aparecían de repente alargando el acontecimiento.


—¿Y si les dejo un mensaje? —el castaño dejó caer su cabeza a un lado sonriendo por tercera vez al nuevo plan—. Que el auto se averió y es mejor volver a casa —y la misma respuesta del divertido terapeuta apareció al instante.


Le sonrió con una ternura que Ray supo enfocar a través del espejo retrovisor. Podía decirse que esa persona era quien mejor supo disfrutar del avance de los dos puesto que en ese momento veía algo ya demasiado diferente en ambos chicos. Era una complicidad sumamente disfrutable. Y una paciencia en el colérico Lee DongHae que sabía cuándo aparecerse si se trataba de Hyukjae.


Qué enigmáticas las sorpresas de la vida dispuesta a hacer de aquella una unión de cuento.


—¿De verdad crees que no han notado la presencia de un auto que lleva estacionado quince minutos cerca de donde se encuentran? —.


—No... —Hyukjae secó el leve sudor de sus manos a lo largo de sus inmóviles piernas—. No han mirado hacia acá —.


—Te dan tu espacio —DongHae se empujó el puente de los lentes por primera vez disfrutando de utilizarlos sin agregar a sus incomodidades aquellos pupilentes.


Puede que por eso Hyuk no haya querido verlo de frente más de lo necesario. A todo podría resistirse, excepto a la magia de saberse atacado por un par de ojos que se habían vuelto su kryptonita.


—Oye —Hae le golpeó suavemente el hombre—. Hombre, vamos ya. Desde aquí se percibe el olor a carne asada. Y si no salimos del auto terminaré dándote una mordida a ti —.

Efecto Placebo [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora