30.

386 82 48
                                    



—Hablo en serio, Lee DongHae —la mujer lo miró por encima de los lentes entre las arrugas intencionadas de su ceño que no paraba de fruncirse. Inspeccionó de arriba hacia abajo, al menos hasta donde el escritorio le permitía, al cuerpo encorvado que yacía al frente—. Si continuas de esta forma vas a salir perjudicado —.



—Entiendo —.



El estudiante tomó aire a profundidad aguantando las ganas de cerrar los ojos dados los efectos de la medicina.



Bajar sus defensas lo haría caer dormido en cualquier rincón de la universidad.



Por momentos, sobre todo cuando se decidía a encarar a la profesora, le daba la sensación de girar en la silla sin saber exactamente donde se tumbaría su cuerpo que estaba a un paso de derrumbarse.



—No, no entiendes —ella se levantó en busca de una carpeta. Parecía ser de esas mujeres que todavía le tenían cierta nostalgia al uso del papel y por lo mismo se negaban a respaldar información importante en el computador.



Arrojó la pila de documentos justo frente a los ojos de su alumno.



—Llevas tres faltas seguidas. Y no sólo aquí, sino en tu trabajo —se dejó caer en la silla con un pronunciado suspiro—. Esto no es un juego, muchacho. No puedes ausentarte deliberadamente a las terapias sólo porque sí. ¿Qué ocurre contigo? ¿Tienes problemas en casa? Podemos hablarlo —.



DongHae detestó con ganas ser observado con esa compasión que lo empequeñecía el doble.



Abrazó su mochila prácticamente vacía como hubiera deseado abrazarse a sí mismo hasta que los temblores desaparecieran.



Mientras el regaño del moribundo continuaba, fue consciente de cómo su teléfono, por octava vez en el día, vibraba al interior de su chaqueta café de grandes proporciones.



No necesitaba leer el remitente para saber que se trataba del número de la señora Lee. Así como tampoco necesitaba responder para comprobar que la voz que le hablaría no sería la de aquella mujer tan encantadora.



Afuera el sol ardía como nunca. Ese era el principal motivo de encontrar extraño el aspecto de esquimal en el que llegó el castaño desde temprano.



Abrigado a más no poder, buscando el calor y el refugio que no concebía en ningún otro lugar.

Efecto Placebo [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora