Efecto Placebo [EunHae]

42.

—Pero duele —se quejó el pelinegro agitando la cabeza y desviando su rostro de toda mirada que DongHae le estuviera dando para convencerlo.

Le molestaba más saber que había una suerte de diversión en esa terapia que algún tipo de ayuda.

Él era el único perjudicado. Pero al estudiante parecía encantarle verlo en esas crisis donde su cuerpo no ponía de su parte para cerrarle la molesta boca al castaño.

—Es obvio que debe doler en cierto grado —Hae se puso en cuclillas junto a él—. No tienes ni un centímetro de flexibilidad. ¿Cómo vives de esa forma? —.

—Cállate —se defendió el otro con la mandíbula tensa de pura frustración.

—Dale —se levantó el sonriente DongHae—. Te ayudaré sólo esta vez. Será despacio, ¿de acuerdo? —a pesar de ser ya algo tarde, el sol se volvió comprensible con ellos. Recibir las terapias en el enorme patio de la mansión cada vez se les hacía más costumbre.

Las tardes de flores en pintura ya no podían faltar.

Ahora tampoco las de ejercicio físico en las cuales Hyukjae descargaba todas esas palabras que mantenía silenciosas en las sesiones de recital y dibujo.

—Si te duele mucho, avísame —Hyuk asintió. Sentado en el centro del patio vistiendo un conjunto deportivo blanco que fácilmente quedaría sucio por lo verde del pasto, con las piernas abiertas en triángulo y las manos estiradas a los lados, se fue inclinando lentamente mientras miraba a un punto fijo del piso.

Hae, a su vez, se colocó en cuclillas detrás de él para presionarle la espalda cuando notó que el pelinegro no bajaba más.

Un penetrante quejido se regó por aquel enorme lugar.

De verdad, el pelinegro no tenía nada de resistencia. Se sentía tenso. Como si en años no hubiera movido siquiera un brazo para alcanzar algo. O un dedo para tomar cualquier cosa.

Esa, al final, era la entera realidad en la que se hallaba. Viendo tan poco de sí mismo en tiempo real, pero refugiándose en momentos pasados que encontraba en internet.