Efecto Placebo [EunHae]

43.

Cada vez más perjudicial. Desde el bochorno en el cual se veía envuelto con el pasar de los días debido a sus convivencias con aquella incomprensible pareja, hasta los retos que inesperadamente se ponía a sí mismo.

Pero si algo hubo que le hizo entender cuan irreverente era confirmar su asistencia a aquel evento, fue precisamente la búsqueda de un atuendo no tan lamentable siendo que sus ánimos sí lo eran.

La tienda en línea con toda la excentricidad de productos no parecía de gran ayuda si se trataba de ropa.

Veía las etiquetas con las respectivas tallas y ya de sólo pensar en adquirirlo su estómago se retorcía en evidentes malestares de compra por internet. ¿Llegará en buen estado? ¿A tiempo? ¿No tan lamentable? ¿De forma correcta?

Ahora no tenía tiempo de pensar en detalles. Arrojando su lado más racional a donde no pudiera volver para retractarse de lo que estaba por hacer, pinchó en el último apartado para aceptar la adquisición de la indumentaria con carácter de 'urgente'.

Y hasta entonces se permitió hacer la mueca que contuvo desde que las risas a sus costados se volvieron más penetrantes.

El inconveniente no era tanto buscar a Yoon-Ah, sino tomar valor para encarar al círculo de amigos de su futura novia con el que no pudo congeniar mucho antes de pretender algo con ella. Se supo descaradamente revisado de pies a cabeza por quienes cuchicheaban con sólo recurrir al intercambio de miradas.

Incluyendo a un molesto MinHyuk.

Le sudaron las manos al sujetar el cuaderno reflexionando momentáneamente el cúmulo disparates se le aglomeraban con el pasar de los días. Congeniar con el pedazo de mierda que días antes lo besó a la fuerza no estaba en la lista de sus deseos, por mucho que llegara a querer a Yoon-Ah.

Si es que eso pasaba alguna vez.

La sostuvo del brazo haciéndole retroceder un par de pasos lejos de los mirones.

—¿Ya podemos hablar? —notó de inmediato el tono irritante en el que salió su voz al susurrarle al oído a la chica fascinada con el simple hecho de tenerlo a su lado como si se tratase de un guardián al que ella recurría para darse un mejor aspecto—. Es que tengo clase dentro de poco, preciosa —se disculpó ya más suavemente a pesar de la mentira. Sujetándole el codo para solicitar una mínima de atención.

—Amor —habló la otra en un tono parecido a ese que utilizan las madres al desear convencer a sus hijos para comer vegetales—. Necesitas ampliar tu círculo social —se giró sobre las puntas de los pies; bajo la atenta mirada de todos en el pasillo, le acomodó las gafas empujándoselas hacia atrás.