Capítulo 33

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Ya las filas se encontraban alineadas detrás de los representantes de cada bóveda, una docena por cada bestia e incluso después de la ceremonia, hasta el Señor de la Tierra bajó para unirse a su respectiva comitiva.

A su lado derecho, a la cabeza de las armaduras negras estaba Wei XianWu, tan compuesto y confiado como siempre, llevando a la espalda su bello arco de ébano al contraste con las flechas de punta blanca, para esta ocasión.

A su izquierda, Wei FeiLong por quien se organizó este torneo en especial. Luego de los desafortunados sucesos que le llevaron a perder la vida por poco, esta actividad era también una especie de terapia que le permitiría con suerte, retomar la confianza en el arco y la flecha que en sus manos se convertían en arte. Quizá por eso el Príncipe a la Corona portaba por primera vez la armadura escamada del dragón azul.

En el extremo Tieng Fang Xin, la mano derecha de la legión en representación de la Señora de Wei y detrás de él como una novedad, Da Guang Xie quien tendría la oportunidad de demostrar sus habilidades por primera vez en este ejercicio privado antes de incorporarse oficialmente a la familia reinante, el brillante plumaje del pájaro bermellón resplandecía en la armadura dorada que portaban los dos.

Al respecto del Señor y por qué decidió participar, no tenía otra explicación más que acompañar a su hijo menor en el proceso de superación.

Muy adelante estaba el primer blanco, a unos quince metros y detrás por separaciones de diez a cien metros, blancos sucesivos. Por último, alrededor de unos trescientos metros, casi rozando con el bosque nublado, se encontraba el blanco de mayor puntaje de la primera etapa.

Al solemne sonido del gong¹ desde lo alto del campo, se dio por iniciada la competencia.

El primero en ser llamado por supuesto fue el Señor de Wei. Aquellos soldados, muchos de ellos hijos de quienes lucharon a su lado en la Guerra de las Tierras Centrales veinte años atrás, no eran ajenos a su magnífica puntería, esa que se llevó a muchos de los enemigos del Emperador. El Señor de Wei en particular, utilizaba la mano izquierda.

Medio mundo sostuvo la respiración cuando la flecha se elevó y llegó segundos después a unos ciento cincuenta metros justo en el centro. Un hombre agitó desde allá las banderas que validaron el punto y para entonces el lugar se llenó de aplausos.

—¡Cómo se esperaba del amo de la nación!— dijo un joven hombre que se encontraba a pocos metros detrás de la Señora de Wei quien observaba desde la torre.

La señora sonrió e incitó a Sheng Shen a su lado para que aplaudiera con entusiasmo tal como lo hacían todos. Un momento después la pequeña se asomó y señaló el campo, agitando la pequeña bandera que traía en la mano —¡Ama! ¡Ahí va el Señor XianWu!

Y tal como ella lo dijo, fue turno del Señor del Norte de demostrar de qué estaba hecho. Tomó el arco en su espalda y tensó, el lugar pasó del júbilo al silencio en un instante.

Cerró el ojo, contuvo el aliento y visualizó el blanco al que pretendía llegar. Una vez que el viento sopló contra su oreja con una caricia breve, dejó ir la flecha que se estampó en la distancia.

Un hombre agitó las banderas, ciento noventa metros justo en el centro.

Fue el Señor de Wei quien inició un aplauso que pronto llenó de júbilo todo el campo. Wei XianWu caminó hasta el final de su propia fila y casi en automático buscó a Lan Zhan quien también lo miraba discretamente desde donde estaba.

Un par de soldados se acercaron a él para felicitarlo y sólo así pudo apartar la mirada del otro.

Sin embargo la sonrisa en su rostro se borró una vez que fue turno de su hermano quien se veía abatido y no sólo eso, sino que además el arco entre sus manos temblaba. Incluso podía escuchar el sonido de su corazón golpeando aceleradamente al interior de su pecho y la respiración entrecortada, como señal de que estaba muy nervioso.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora