Los dedos de Lan Wangji se movían delicadamente sobre las cuerdas de su cítara, como las patas de una mariposa sobre la rama de un cerezo. El hombre frente a él estaba maravillado tanto con el instrumento que brillaba a cada toque por la energía que poco a poco llenaba de calma el jardín a través de su melodía tranquilizadora, como lo estaba con quien que la interpretaba. Su rostro como siempre irradiaba paz y serenidad, incluso más que esta mañana, si es que eso era posible.
Se preguntó entonces qué es lo que pasaría por la mente de Lan Zhan, qué clase de vida había tenido; de dónde venía y cómo es que finalmente había llegado ahí hasta él. Con todos estos pensamientos en la mente Xian sonrió.
—No pierdas el tiempo.
La música se detuvo, Wangji giró la cabeza hacia donde él estaba. Una sonrisa grande apareció en el rostro de Xian de manera inmediata, fue tal el gusto que le dio que Wangji lo mirara con esa expresión recriminatoria debajo de todo ese estoicismo, que el gesto saltó a sus ojos.
—Lan Zhan...Sé que yo le pedí que me la enseñara pero esto es demasiado tedioso ¿No podría enseñarme su ataque con las cuerdas?
Xian recordó como Lan Wangji tocó las siete cuerdas y con ello salió una onda de energía espiritual que derrotó al demonio, definitivamente eso era algo que quería aprender.
—Mh. Paso a paso.
—Tsk.— murmuró Xian, luego inclinó la cabeza hacia un lado mientras observaba a Wangji, este posó sus ojos cristalinos encima de los suyos y mientras lo hacía Xian deslizó la mano hasta el guqin, tocando entonces la cuerda que le había dado tiempo atrás, podía adivinar fácilmente cuál de todas era pues las otras estaban desgastadas y habían perdido color. Un sonido profundo salió del instrumento, Xian vió a Wangji hacer un leve gesto de molestia por el sonido pero aunque le resultó divertido no continuó, por el contrario dejó su barbilla recargada contra su brazo como para verlo mejor.
—Usa la cuerda que le regalé. ¿Qué le ha parecido?
—Mh.
Se escuchó de nuevo el sonido de la cuerda, la expresión de Xian mostró picardía -Voy a tocar esto cada vez que me responda así.
—Debemos continuar la lección.
Xian apretó los labios mientras su dedo luchaba con la tentación de tocar la cuerda una vez más.
—Lan Zhan, he tomado la lección sin falta todas las noches— se quejó —Converse conmigo ¿Si? Sólo por hoy.
Escuchó un suspiro resignado y supo que había tenido éxito.
—Bien.
—¿Bien?
—Ha funcionado bien.
Supo entonces que estaba hablando de la cuerda —Ah, el instrumento está bastante desgastado. Si está usted de acuerdo, puedo llamar a un artesano para que lo repare.
—Puedo hacerlo yo mismo.
Esto pareció impresionar a Xian sobremanera aunque tampoco dudo que Lan fuera capaz, en realidad este hombre encerraba muchos misterios y definitivamente podía creer que no dejaría que nadie pusiera un dedo el instrumento al punto de realizar las reparaciones él mismo.
—Bien, puede hacer una lista de lo que necesita y lo conseguiré.
Lan Zhan pareció de acuerdo, después una idea divertida cruzó la mente del anfitrión —¿Siempre es así de celoso con lo que es suyo?
Es claro que la pregunta llevaba un significado doble, al principio lo hizo por molestarlo y pasados unos segundos en los cuales Wangji no respondió, Xian comenzó a sentirse más ansioso por saber la respuesta, por alguna razón.
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Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...