La historia de la Tierra de Wei se remontaba a más de mil años de antigüedad cuando del cielo cayó una estrella de la cual nacio un niño que se convirtió en un hermoso muchacho.
Este fue su primer gobernante, que reinó por más de doscientos años bajo la protección de la bóveda celestial. En la Tierra de Wei se consagra a la tortuga como un animal sabio y longevo, aquel que nunca tenía apuro pues iba firme en su camino por delante, el propio fundador había venido de la casa de la tortuga negra del norte así que muchos de los ornamentos estaban dedicados a este animal.
Como el día apenas comenzaba las calles estaban prácticamente vacías, sólo podía verse una que otra persona, iban de aquí para allá, abriendo sus puestos y acomodando la mercancía del día, desde telas exquisitas hasta las especias exóticas traídas de los confines del mundo conocido. Los mercaderes atracaban en el puerto en sus barcos cargados de todo tipo de novedades y era común que la gente que nunca había salido del reino se acercara a la bahía para ver algo nuevo y desconocido, incluso aquello que estaba reservado únicamente para el señor de Wei y sus espléndidos hijos.
FeiLong el menor cruzaba la segunda infancia y estaba en camino a convertirse en un muchacho excepcional. Era un hábil cazador que podía derribar a un jabalí utilizando una sola flecha y por causa de su habilidad el heredero se entrenaba con los maestros del arco tanto como lo hacía con los eruditos de Wei.
Xian, el mayor era de entre ellos el más admirado, era tan ilustre como bello y aun así su rostro contenía una fortaleza que era capaz de hacer dudar incluso al oponente más decidido.
Era común ver a Xian en los salones de té más exquisitos de la ciudad, adoraba las rarezas del mundo y se decía que en el jardín de su mansión se podían encontrar animales del tipo que uno ve solamente en sus sueños. Cada año desde que llegó a la adultez, venían princesas de los reinos exteriores buscando su favor pero él cortésmente, rechazaba esas propuestas alegando que su hermano debía casarse primero.
Esto no era de extrañar, Xian no era hijo de sangre del señor de Wei. Xian tenía el favor de la estrella y había bajado en una noche de oscuridad y lluvia, se decía que era el guardián encarnado y que en sus ojos grises se podía ver el futuro, que había llorado tanto en la infancia como si sobre sus hombros llevara las penas de dos vidas y que sólo la señora de Wei pudo calmar su llanto. Desde entonces hasta ahora era reconocido como hijo legitimo del señor, guardián de su hermano FeiLong y la mano derecha del padre en los asuntos de la nación.
Esa mañana resultó tan sorprendente como extraña la presencia de un nuevo señor. Siendo un puerto cosmopolita era común ver a individuos de todos los estratos sociales: hábiles comerciantes, ricos mercaderes, reyes y eruditos que venían de otros continentes; sin embargo el porte de este caballero era gallardo, intimidaba y su vez estaba envuelto en misterio, tenía una presencia distinta de aquellos que presumían joyas y tierras pues él no llevaba nada y aún así deslumbraba ¿Quién era este qué osaba rivalizar con las gracias del señor Xian?
—Señor, señor. Su humilde servidor le ofrece la plata más fina de Wei— el comerciante se apresuró a decir, mientras le seguía el paso pero Wangji no trastabilló. Continuó su andar sin mirar al hombre que recién le habló.
No sabía ni a dónde se dirigía pues aquella ciudad era por completo desconocida para él.
La Tierra de Wei era mencionada en la historia como un puerto comercial rico y bullicioso al otro lado del continente, los cultivadores nunca le presentaron especial atención pues la tradición había sido dejada atrás en favor de asuntos más humanos; la propia familia de Wei Wuxian venía de esas tierras y eran una rara excepción. Ciertamente Gusu compartía las mismas costas con este puerto pero estaban tan lejos uno de otro que era imposible que un río subterráneo los hubiese traído hasta aquí, ni arrastrándolos con toda su fuerza.
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Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...