Cientos de seres voladores vinieron desde el fondo del acantilado como un enjambre de abejas y se dispersaron alrededor de la montaña. Sus cuerpos blanquecinos al punto de parecer traslúcidos y sus largas garras eran indudablemente una visión horrosa, directo de alguno de los círculos del inframundo.
La cabeza de Wei XianWu punzaba dolorosamente y su cuerpo parecía entumecido. Apretó los ojos para volver a sus sentidos, sus manos soltaron el arco que se estrelló contra la tierra y casi en automático sus brazos se movieron en el aire trazando una figura en la bruma con las manos. Volvió el rostro a su derecha y gritó desde el fondo de su garganta con la fuerza de su corazón:
-¡Protejan al Príncipe!
Apenas estas palabras salieron y sus labios se cerraron, los trazos en el aire se iluminaron y golpearon vertiginosamente al ser delante suyo que emitió un sepulcral gemido mientras se quemaba.
La voz del mayor de los príncipes reverberó en el acantilado y vibró en los oídos de Ru Xu Ruong segundos antes de que a través de la niebla que cubrió la montaña viera las sombras de seres extraños viniendo hacia ellos. El pequeño príncipe estaba al otro lado, preparándose para recargar su arco protegido detrás de una piedra. Los pies del general se movieron inmediatamente, corrió entre las flechas que continuaban cayendo hasta llegar a él. Tiró del brazo del niño y lo escudó con su cuerpo llevandoselo por el sendero para bajar de la montaña.
Wei Feilong apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando estaba siendo arrastrado con tanta fuerza que el fue imposible oponerse, volvió la cabeza atrás en dirección al acantilado pero sus ojos fueron cubiertos inmediatamente.
-¿Qué sucede General Ru?- cuestionó, pero el hombre guardó silencio, simplemente continuó tirando de él montaña abajo como si el príncipe no fuera más que un escuálido muñeco de trapo.
La explosión y el grito sacó del trance a los hombres. Algunas flechas fueron disparadas y aunque atravesaron a los seres voladores, ya que estas armas eran comunes solamente cortaron el aire así que los arqueros fueron los primeros en ser atacados.
-¡Son demasiados!- gritó alguien -¡Estan por todos lados!
Con los sentidos en alerta y cada poro de su piel sensible a los estímulos de su alrededor, Wei Ying saltó hasta el lugar desde donde aquellas voces vinieron, destruyendo a los fantasmas a su paso con una luz blanca que nació de las puntas de sus dedos, sin miramientos. De los seres sólo quedaba una estela de polvo cuando sus cuerpos eran alcanzados.
Un fantasma voló amenazadoramente en dirección a Tieng Fang Xin y cuando estuvo frente a él, gritó fuerte y violentamente pero el general, que había visto apariciones como esta en el pasado no se dejó intimidar. Le gritó de regreso y cuando terminó de hacerlo lo cortó por la mitad utilizando su espada.
Incapaz de volver a juntar las dos partes, el fantasma cayó al vacío.
Hasta el general pareció sorprenderse por su hazaña.
Conforme pasaba el tiempo más seres venían del acantilado y Wei XianWu estaba seguro de que pronto los superarían en número. En aquel momento el estridente y magnificado sonido del guqin reverberó en el vacío y destruyó a todos los fantasmas arrastrandolos como una marea.
Lan Wangji estaba de pie sobre Bichen tocando las cuerdas decididamente. Ante la imagen de su cuerpo emitiendo una etérea luz mientras el viento sacudía su coleta, cualquiera se arrodillaría pensando que una deidad descendió de los palacios celestiales.
Cuando el sonido del gong trascendió hasta la montaña y Lan Wangji abrió los ojos, los horrorosos seres habían sido reducidos a nada.
-¡Wei Ying!- Los ojos grises se encontraron con el dorado. En ese momento Lan Wangji bajó de su espada y corrió en dirección a su prometido hasta quedar cerca suyo.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...