Prólogo

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La noche ya había caído en la ciudad Caiyi, pero a pesar de que por años el silencio hubiera reinado en noches como esta, en aquel momento en el pequeño puerto no había más que conmoción. El rumor se había esparcido como fuego en hierba seca, al principio incluso pareció un absurdo pero cuanto más horas pasaban las noticias eran más claras y por supuesto más verosímiles.

Debido a su cercanía con la Profundidad de las Nubes quemada hasta los cimientos por el clan Wen y la guerra que le siguió después, Caiyi apenas había tenido algo de paz en los últimos tiempos.

A pesar de que los muros habían sido levantados algo había cambiado al interior de la secta Lan y eso era lo que precisamente ahora fluía entre los comentarios de la gente, de boca a boca:

Se sabía que el Segundo amo, uno de los inmaculados Jades de Lan había traicionado los ideales de la secta para defender a muerte al Patriarca de Yiling, hiriendo a los sabios de su clan en el proceso y que en este mismo instante la sangre del amo teñía la nieve. El sonido del látigo desgarrando la carne se escuchaba incluso hasta el pie de la montaña debido a la energía que desprendía pero se decía que a pesar de enfrentarse a tal crueldad, el Segundo amo no emitía sonido alguno, que su ausencia de emociones era tan profunda que pareciera que la piel que se arracaba y la sangre que salpicaba su nívea túnica pertenecían a un cuerpo vacío.

No era para menos,  había visto el cuerpo de Wei Wuxian hacerse cenizas.

En sí la historia se comprendía de rumores y verdades a medias, nadie en aquel puerto había sido testigo de aquello pues gente tan débil, mediocres como les llamaban, no tomaban parte en las disputas o los asuntos de los cultivadores.

Aún así estaba claro que entre el Patriarca y el Segundo amo existía una relación anormal. Era sabido que entre los maestros de la secta Lan las relaciones se fundamentaban en la compatibilidad del alma más allá de las propias ataduras de la carne así que no era extraño que aunque ambos fueran hombres se diera una relación de ese tipo.

Eso le costó la cordura a Lan Wangji.

Después del asedio a los Túmulos Funerarios y de la muerte de Wei Wuxian en circunstancias atroces los discípulos de la secta pudieron someterlo antes de que suicidara y lo habían traído a rastras hasta la montaña. Esta misma noche estaba recibiendo su castigo.

Después de todo, los Lan solamente quebrantan su estricto horario de descanso en ocasiones especiales.

Unos ojos cristalinos se atrevieron a mirar al cielo y a las estrellas que brillaban al máximo sobre su cabeza, no le importó el dolor, ni las palabras de su tío que se perdían en sus oídos como un murmullo: una y otra vez el rostro de aquel a quien amaba se reproducía en su mente: la expresión y el dolor en sus ojos ensangrentados.

Un segundo antes de morir, por última vez pudo ver un destello del brillo que Wei Wuxian perdiera mucho tiempo atrás, él lo miró y supo que su alma había perdido la voluntad de vivir: en esa última mirada entre los dedos que cubrían su rostro desencajado pudo verse así mismo, las memorias de su encuentro en Gusu por primera vez y la sonrisa socarrona que este le regaló mientras se bebía una jarra de La Sonrisa del Emperador, pudo escuchar su risa nuevamente entre los textos antiguos y la tinta negra y su frágil rostro en la cueva de la tortuga de la matanza mientras le arrullaba entre los acordes de WangXian.

"Gracias" le decía "Lo siento" y también... "Te amo"

Pero el espíritu de Wei Wuxian tan fuerte como era, atravesado por el dolor en ese instante; se desvaneció y perdió el control. La oscuridad lo consumió, pulverizando el cascarón que lo ataba al mundo terrenal.

Lan Wangji lo presenció todo, no sólo con los ojos sino también con su propia alma: pudo ver el desgarre de Wei Ying y su ascenso a las estrellas.

Todo lo demás dejó de tener sentido para él.

Y...

Si el alma de Wei Ying se había marchado recién quizá no era descabellado seguirlo.

Empuñó a Bichen y decidió blandir la hoja cristalina contra su garganta pero decenas de manos le detuvieron.

En el forcejeo pudo ver el cuerpo pequeño de Wen Yuan entre las cenizas de un árbol: en sus minúsculos dedos sostenía todavía el regalo que él le había hecho una tarde en Yiling.

Esto fue lo qué terminó por llevarse el último vestigio de templanza y sensatez. Toda la máscara se cayó y conoció el verdadero y aterrador rostro de su secta.

De una manera u otra se encontraba ahora mismo en Profundidad de Nubes siendo arrebatado de su dignidad, de todo título y privilegio, de cualquier indicio de la nobleza de su cuna.

Era sólo Lan Zhan, Lan Wangji, el traidor de Gusu y el amante del hereje, aquel que se había entregado para una práctica demoníaca.

"Estoy orgulloso de no haber nacido en la rígida y horrible secta Lan de Gusu"

La voz de Wei Ying susurró en su mente. Fue en ese justo momento que entendió sus palabras.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora