Despertar entre los brazos de Lan Wangji una vez más fue maravilloso desde la perspectiva de Wei Ying, no estaba seguro de cómo llegaron a estas circunstancias pero lo que sí sabía con certeza es que sin importar qué, Lan Wangji lo cuidó.
Su pecho caliente, sus fuertes manos que rodeaban posesivamente su estrecha cintura causaban dentro de él un revoltijo de emociones incomparable a cualquier cosa hubiera sentido antes.
Una sonrisa curvó sus labios y cuando pensó en que su prometido probablemente le había observado la noche entera, alzó la cabeza para verle; decidido a premiar su espera y su devoción con un beso.
Grande fue su sorpresa al ver qué Lan Wangji estaba dormido.
Apenas un par de días atrás, Wei Ying le gastó una broma al respecto de este tema pues estaba consciente que esas funciones habían perdido utilidad en el cuerpo de Lan Wangji.
Ya desde antes, incluso cuando no recordaba todavía quien era, pequeños detalles le hicieron sospechar que el maestro Lan no dormía: siempre estaba en alerta, siempre dispuesto; siempre perfecto. Incluso los sirvientes que le llevaban el té por la mañana ni una sola vez lo encontraron descansado en cama. Fue hasta que Lan Wangji le confesó tiempo después su condición como trascendido que estás pistas tomaron sentido.
Aún así, de cierta forma le aliviaba que al menos durante estos cortos períodos Lan Zhan pudiera dejar ir sus preocupaciones, serenar su mente pues aunque él no se lo dijera; sabía que estaba consciente de él todo el tiempo, preparado para protegerlo en cualquier momento.
Inseguro de que hacer pero con la firme desición de no despertarlo, permaneció quieto admirando la vulnerabilidad de Lan Zhan en este estado.
Cerró los ojos e inevitablemente su mente evocó la primera vez que lo vio sobre los muros de Profundidad de las Nubes. Aunque la niebla era espesa en su memoria; podía vislumbrar perfectamente la figura de Lan Wangji bajo la luna, étereo.
Hermoso.
En aquel momento no lo entendió pero desde entonces, quiso siempre estar frente a esos ojos.
Las sombras en sus recuerdos estaban peleando, se movían en torno a la otra, el sonido de golpeteo de una espada y el del viento contra sus blancas túnicas llegaban a su mente como ecos.
Las figuras desaparecieron en la niebla, dejando solamente murmullos apagados de una conversación que era imposible de entender. Intentó ver más, escuchó cada palabra con atención pero cuanto más lo hizo todo ennegreció perdiéndose en un zumbido.
Brotó la sangre de su nariz dejando una mancha en las túnicas de su prometido ante lo que no pudo evitar sentirse frustrado. Cuanto más en el tiempo retrocedía dentro de su mente, cuanto mas intentaba adentrarse en los destellos de sus recuerdos que aparecían esporádicamente, sucedían cosas como esta.
Se preguntó si es que olvidar era un mecanismo de protección de su propio cuerpo para evitar daños en su espíritu. Después de todo ni siquiera debería estar vivo.
Lan Wangji se movió en ese momento despertado por el repentino olor de la sangre de Wei Ying, en alerta. Le alejó de él para ver su cara y tocó la sangre que brotaba de su nariz.
—Wei Ying...—dijo este, le retiró la sangre de sus orificios nasales utilizando su pulgar y acunó su cara entre las manos.
—Intenté recordar la primera vez que nos vimos.
Una sonrisa breve esbozó el principe y pudo ver cómo se suavizó el rostro perfecto de su prometido.
—Puedes preguntarme—murmuró—No debes hacerte daño.
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Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...