Capítulo 50

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El camino entre las montañas que separaban al territorio del Este con el del Norte había sido allanado y pavimentado durante los últimos tres años. Cuando Wei XianWu dejó el país, el trabajo todavía ni empezaba y ahora, le sorprendía gratamente lo suave que era el trayecto hasta la mansión de su hermano. Suponía un menor esfuerzo para los caballos también, así que el viaje fue tranquilo y rápido, tanto así que pronto comenzaron a abrirse los paisajes distintivos del Este, con sus cascadas frías y sus bosques espolvoreados de nieve blanca, nada envidiaba al Norte en opinión de Wei Ying. Mucha gente venía aquí durante la temporada pues su clima fresco era más fácil de sobrellevar que los vientos congelantes del Territorio del Norte en invierno.

-La Mansión del Este es algo particular-dijo Wei Ying mientras miraba por la ventana el paisaje de afuera, junto a Lan Zhan.

-¿Particular?-preguntó este, intrigado. Era difícil adivinar qué cosa una mente como la de su amado podía considerar 'particular'.

-Ya lo verás-dijo el Príncipe, riéndose entre dientes, Lan Zhan nunca había estado ahí así que quería guardar lo mejor para el final, sorprender a su esposo de buena manera.

-Wei Ying siempre está hablando sobre...-Lan Zhan se detuvo a medio camino pues la sonrisa de su esposo había desaparecido por completo, seguía mirando a través de la ventana como perdido, la mano en su abdomen podía sentir a su núcleo dorado quemando gran cantidad de energía vertiginosamente. Fue un instante tanto que cuando Wei Ying se volvió en dirección a él con su gesto de siempre, Lan Zhan se preguntó si acaso había sido real -¿Sobre qué, mi Lan Zhan?-preguntó el más joven, el jade lo apretó suavemente contra su pecho y negó con la cabeza -Mh, las sorpresas de Wei Ying siempre son interesantes.

Wei Ying se rió audiblemente ante esto -¡Ah!-luego hizo un puchero y mordió el lóbulo de la oreja de Lan Zhan -es verdad que da ge nunca se ha quejado sobre esto, en especial las últimas semanas.

Lan Zhan agitó la cabeza con desaprobación -Wei Ying-le advirtió.

-Lan Zhan nadie puede vernos aquí, te lo aseguro.

El jade tomó aire profundamente, toda su tenacidad para no ceder a los caprichos de su amor -Alguien tiene que ser el responsable aquí.

Estas palabras sólo parecieron encantar mucho más a Wei Ying -Mi amor ¿acaso quieres decirme que te harás cargo?

Wei Ying dio una ligera palmada al muslo de su esposo para tentarlo, las mejillas de Lan Zhan estaban absolutamente rojas, el príncipe se rió entonces y volvió a sentarse recto, mirando a Lan Zhan después muy indignado -Aguafiestas.

Lo cierto es que estaban por llegar a la ciudad, ya los caminos se hacían más concurridos y algunas casas comenzaban a aparecer, Wei Ying buscó la mano de Lan Zhan y la entrelazó con la suya sin demora.

-¿Recuerdas el protocolo de esta celebración?-preguntó el Príncipe en un tono más serio -Sabes que puedes preguntarme.

Pero Lan Zhan negó con la cabeza y apretó ligeramente la mano de Wei Ying -El instructor del Ministerio ha sido muy claro, lo recuerdo bien.

-Mh, es verdad-respondió el más joven -Lan Zhan siempre ha sido un gran estudiante.

Y con esto Wei Ying frunció las cejas ligeramente, se volvió a la ventana y miró afuera.

-Wei Ying-le llamó Lan Zhan, una vez más.

-¿Mh? ¿Qué pasa, cariño?

Si Lan Zhan pretendía ser serio, que Wei Ying lo llamara así rompió su gesto y torció a un lado su sonrisa, al ver esto el más joven fue atraído como las abejas a la miel y se pegó de nuevo a Lan Zhan, muy cerquita, admiraba su sonrisa; sus ojos grandes y grises parecían encantados.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora