Las olas rompían contra las rocas cuando la brisa agitaba el agua. Dos figuras estaban sobre la blanca arena una encima de la otra y no habían pronunciado palabra incluso después de un largo rato. Unos dedos blancos se movieron hasta la mejilla del hombre debajo de él, todavía derramaba lágrimas a través de sus oscurecidos ojos grises aunque él no sabía exactamente porqué. Ladeó la cabeza mientras sus dedos tocaban el cabello del otro, casi en trance.-Estás diferente- murmuró, mientras su ceño se arrugaba tratando de distinguir si esto era realidad o una fantasía. Lan Wangji apenas respiraba, tenía las palabras ahogadas en la garganta, le asfixiaba el hecho de que el hombre frente a él le hablara con reconocimiento.
-¿Tu cabello....?-los ojos grises se ensancharon -¿Cuánto? ¿Cuánto tiempo?
Wangji no podía dejar de mirarlo. Sostuvo las caderas de Wei Ying con fuerza, casi hundiendo los dedos en la tela cuando le cuestionó como si temiera que de un momento a otro volviera a convertirse en cenizas en sus manos.
-Veinte años...-susurró en un jadeo, con la voz temblorosa. El hombre frente a él pareció procesar la información pero lo terminaron traicionando los brotes de sangre que cayeron desde sus aperturas nasales, sus ojos y sus oídos. Alarmado, Lan Wangji retiró la sangre y lo sostuvo entre sus brazos, recostando a Wei Ying en ellos.
El cuerpo quemaba, se sentía tan caliente que deseaba arrancarse la ropa para que la brisa fresca le diera de manera directa en el cuerpo. Escuchaba el sonido del guqin y del dizi que lo acompañaba en el fondo de su cabeza mientras delante de sus ojos imágenes aparecían y desaparecían, se consumían en el fuego que abrasaba su cuerpo desde el interior.
Lan Wangji lo observó con impotencia, el cuerpo de Wei Ying estaba en extremo caliente, en su desesperación, lo cargó en sus brazos y lo llevó hasta el agua.
-Concéntrate en mí, aquí estoy para Wei Ying- era una súplica, le abrazó con necesidad sin saber exactamente qué hacer.
-Lan Zhan...-le dijo en su oído -Lan Zhan...
-Estoy aquí, siempre estaré aquí para tí.
A pesar de todos estos hechos, de la situación confusa y de las imágenes que procesaba su memoria, Wei Ying intentó concentrarse, se aferró a Lan Zhan con fuerza, con voluntad. Recordó su rostro mientras le reprendía por molestarlo, a sus dedos tocando el guqin y las palabras que le dijo al oído en el ocaso de su destrucción:
-Quédate conmigo, mírame. Te amo. Te ame desde siempre.
Apretó los dientes y de nueva cuenta las lágrimas bajaron por sus blancas mejillas. Soltó un grito ahogado, como si una daga le apuñalara el corazón y torciera la hoja cuando todavía estaba dentro mientras aún su cuerpo se agitaba por la sensación de quemarse vivo.
-Todo lo que te dije son mis verdaderos sentimientos.
Pudo ver el rostro de Lan Zhan, entre la luz y la oscuridad, pasado y futuro, su rostro ensangrentado, sus manos sosteniendo las suyas con firmeza y entremedio de ello sus cristalinos ojos que ahora mismo, aún después de tantos años seguían ahí para él.
-Lo siento ....-dijo en un sollozo -Lo siento.
En el fondo de su cabeza los gritos de la gente y del fuego acercándose se perdían entre los sollozos de los muertos y de los demonios que llegaron para el festín taladraban su mente y se abrían paso entre los recuerdos de una vida distinta.
El sofoco cesó de un momento a otro. Una sensación fresca lo cubrió por completo cómo las heladas aguas de los manantiales de Profundidad de las Nubes.
Sobre sus labios un beso, un contacto por mucho tiempo esperado que estimuló hasta el último punto espiritual deshaciéndose de todo lo que le aquejaba hasta entonces.
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Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...