Capítulo 2

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"Desde el principio supe que tarde o temprano tendríamos una pelea real.

Siempre me has encontrado desagradable"

Su respiración se agitó, sus puños se cerraron con tal fuerza que sangraron y cuando movió la espada contra Wei Ying éste en lugar de alejarse, se entregó a su muerte en la hoja de Bichen. La sangre corrió desde su abdomen hasta el tejado del Palacio del Sol y las Llamas bajo sus pies, donde se acumuló. Los ojos grises de Wei Ying se apagaban y Lan Wangji le sostuvo firmemente cuando este se rindió entre sus brazos.

"Lan Zhan..." murmuró mientras moría, acarició la cara de Lan Wangji.

"Lan Zhan..." exhaló su último aliento. La vida se le escapó, su cabeza cayó hacia atrás al momento de morir. Sobre las mejillas de Lan Zhan sólo quedaron los rastros ensangrentados de los dedos de Wei Ying.

Sus ojos se nublaron por el dolor y enterró la cara en la tela de la túnica de Wei Ying, impregnandose con su sangre.

— Wei Ying...No, no. ¡NO!

El calor del flujo de su propia energía y de sus gritos lo sorprendió, sus manos invocaron a Bichen y luego la estrelló contra la pared causando que su brillo se apagara en un instante. Lan Wangji se arrastró hasta la pared más cercana y miró la espada sobre el suelo mientras temblaba y comprendió entonces que había sido otro delirio, los dedos de sus pies apretaron la tierra y abrazó sus piernas como un niño mientras dejaba la cara entre su túnica sucia que se empañó con sus lágrimas.

Su pecho dolía a tal punto que parecía que el corazón se le saldría, su respiración se cortaba cada vez más y en su desesperación volvió a gritar, su grave voz pareció un gruñido que se acrecentó con el eco de aquella caverna y que volvió a él como si luchara consigo mismo.

Tal vez así era después de todo.

Se sostuvo la cabeza entre los dedos y permaneció de aquella forma por un largo rato, como en este lugar no tenía noción del tiempo no supo cuánto es que estuvo así, sólo fue hasta que el dolor le hizo rendirse que se recostó sobre el piso y cerró los ojos.

Daba lo mismo estar muerto que vivo, tal vez estaba muerto y aún no tenía constancia de ello. Sus dedos se arrastraron entre la tierra y el lodo y extendió la mano hasta Bichen. Su hoja cristalina resplandeció y en ella se pudo ver a sí mismo, un rostro que era suyo sin dudar pero que no reconocía: tenía las mejillas sucias, su rostro ensangrentado, el cabello mutilado y en sus ojos se había desvanecido todo rastro de vida.

Se limpió la cara con la mano sin pensar y cayó sentado sobre el piso, el sonido de Bichen golpeando las rocas se escuchó por toda la caverna.

En la quietud del lugar, nuevamente escuchó únicamente el golpeteo de aquella gota.

Por primera vez en semanas, se incorporó y se arrastró por el lugar, como hipnotizado.

Ni siquiera podía ver lo que había delante de él pero aún así, continuó. Se sostuvo de las rocas y paso a paso caminó por el lugar pero estaba tan oscuro que no había diferencia entre tener los ojos abiertos o cerrados y ahora mismo tampoco contaba con la fuerza para utilizar su poder espiritual o a Bichen con el propósito de iluminar su camino, por lo cual cuando abrió los ojos una luz repentina casi lo cegó.

Se tocó la cara por un momento y se restregó los ojos como si hacer eso fuera a ayudarle de alguna manera y también se quejó, no tenía idea de que tan lejos estaba de su lugar de reposo o cuánto tiempo había caminado pero sin duda bastante pues hubiera visto este resplandor de estar cerca de él.

Como cultivador contaba con los sentidos agudos aún si en este momento estuviera en aquel estado y nunca vio en las semanas, quizá meses una luz igual si es que provenía de un lugar como este.

Delante de él vio un manantial acunado entre las piedras y el agua era tan clara que era capaz de ver en el fondo las raíces de los árboles del bosque que los rodeaba y cuyas hojas caían al interior del lugar a través de una abertura en el techo, desde ahí se filtraba el claro de luna en un rayo transversal hasta el agua. Con dificultad, se movió y miró a través del agujero. Debía ser bastante tarde pues la luz resplandecía al máximo y por la posición de las estrellas este lugar no estaba lejos de Gusu.

Bajó la mirada y se sentó en una de las rocas, se tocó el rostro de nueva cuenta y hundió los pies en el agua. La sensación que obtuvo al hacer eso fue algo inesperado, el frío que lo recibió le congeló hasta los huesos, sacó los pies al instante y su mente rápidamente encontró la similitud de esta sensación con la que obtenía de los manantiales de Profundidad de las Nubes.

Su cuerpo debilitado no era capaz de concentrar su poder espiritual de la misma manera pero sin duda estas aguas no eran comunes. Luego pensó que este lugar debía de tener corrientes que traían las aguas desde allí por kilómetros a un lugar abandonado e inhóspito como este.

Permaneció ahí por un buen rato, como si debatiera entre usar o no las aguas junto a él, luego cerró los ojos y de nueva cuenta su mente divagó.

"Ya me desvestí, así qué ¿Para qué crees que vine?"

La imagen que siguió después no fue para nada despreciable. Wei Ying se había quitado toda la ropa y ahora mismo hablaba mientras se acercaba hasta donde él estaba, sin embargo aunque en la realidad él se giró para no verle, ahora mismo en su delirio Lan Wangji permaneció en la misma posición y en el mismo lugar, no se perdió ni un centímetro de su piel y en aquella íntima fantasía, Wei Ying extendió la mano y le tocó el cuerpo.

Lan Wangji jadeó.

Abrió los ojos y se encontraba solo dentro del manantial.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora