Capítulo 36

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La tenue luz del amanecer se posó suavemente sobre el rostro del hombre sentado al borde de la cama, contemplando la salida del sol sobre las montañas. Cerca suyo humeaba el té de menta que como todas las mañanas de su nueva vida aromatizó la habitación antes de darle el beso de los buenos días. Una lágrima cálida se deslizó por las blancas mejillas de Lan Wangji por la emoción que azotaba su corazón, la dicha era incontenible.

Entre sus largos dedos sostenía una cinta roja, maltrecha y sucia pero que por mucho tiempo fue el objeto más valioso para él, lo único que poseía de Wei Wuxian.

Un objeto que por muchos años le permitió tener la esperanza en las interminables noches de evocación. Se aferró a ella mientras su tío agitaba una y otra vez el látigo de la disciplina y todavía más cuando fue prisionero, mientras otros decidían su destino.

Sobrevivió a tantas cosas y aún así, en ese preciso momento, Lan Wangji no sentía más el apego por este objeto como en aquel entonces.

En algún punto su corazón se abrió y dejó ir todo el dolor, toda la añoranza por un pasado y un futuro que no fue y ahora, después de veinte años le invitaba a disfrutar el presente y anhelar los maravillosos años que estaban por venir al lado del hombre que amaba, ese que no era un recuerdo, que no era un fantasma del pasado sino una persona real y presente, con sentimientos y pensamientos propios que no se limitaban solamente a su persona, pero que le correspondía de manera sincera y le entregaba los secretos de su mente, de su alma y de su cuerpo sin reserva, que lo amaba sin medida.

Guardó la cinta dentro de un perfumado sachet, dejó ir el aire y cuando se levantó, se sentía renovado, más ligero. Salió al encuentro de su amado que ya lo esperaba en su salón privado y en cuanto Lan Wangji lo vio, su corazón se llenó de dicha y tranquilidad. Rodeó la cintura estrecha con ambos brazos y recargó la cabeza en el hombro de Wei Ying quien ante el gesto casi dio un pequeño salto y se echó a reír enseguida, un momento después tocó el rostro de Lan Wangji con delicadeza.

—¿Qué tal el té, cariño?—preguntó Wei Ying, no obstante Lan Zhan lo silenció con un cálido beso en la mejilla.

—Delicioso— murmuró, cerca de su oído pasado un instante —Aunque prefiero el sabor de tus labios.

Xian apenas tuvo tiempo de respirar antes de procesar lo que su prometido le dijo, abrió la boca genuinamente sorprendido y sus mejillas se sonrojaron intensamente, a Lan Wangji le pareció que así se veía todavía más guapo.

—¡Lan Zhan!—exclamó el más joven y se rió escandalosamente.

Le dejó ir solamente cuando sus ojos y los suyos se cruzaron y Wei XianWu buscó comodidad en el regazo de Lan Zhan quien lo recargó contra su pecho.

—De ahora en más, si planea continuar diciendo cosas así, debe avisarme con antelación—indicó mientras acariciaba la barbilla de su prometido, sin embargo, a pesar de la seriedad en el rostro de Lan Zhan, también había un destello particular en sus ojos

—Sólo si su alteza así lo desea—replicó.

La sonrisa de Wei Ying sólo pudo hacerse más grande —¿El aviso o las palabras?.

Lan Wangji se tomó un momento para responder mientras deslizaba uno de sus dedos por la curvatura del cuello del príncipe.

—Lo dejo a su criterio.

Xian se echó a reír. Se aferró a Lan Zhan y finalmente entrelazó sus dedos juntos, los cuales llevó a su regazo como un gesto de su amor inquebrantable.

La mansión estaba rebosante de actividad a pesar de la hora, los sirvientes iban de un lado a otro en los preparativos para la ceremonia que se llevaría a cabo esa misma tarde.

Más allá de los acordes del guqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora