Bajo la luz del amanecer dos figuras se encontraban entrelazadas sobre los almohadones de la pagoda donde apenas un tiempo atrás habían realizado un acto de amor. Wei Ying todavía tenía la cabeza encima del hombro de Lan Wangji mientras lo besaba lenta y tranquilamente, recorriendo los costados del cuerpo suavemente con los dedos. Este acariciaba sus mejillas con ternura y en todo ese rato nunca dejó de mirarle, parecía embelesado.
-Te amo...-le dijo Lan Wangji al oído en lo que sus dedos continuaban con el suave toque, Wei Ying tomó delicadamente la mano de Wangji la besó con dedicación y amor. Después exhaló profundamente y se incorporó hasta quedar sentado sobre el piso de madera y miró a Lan desde donde estaba, verlo así tan vulnerable, tan embriagado por los placeres del amor no hizo más que brindarle una cálida sensación y un vehemente deseo de protegerlo, permanecer al lado suyo todos los días que le quedaban de vida.
-Te amo Lan Zhan. Nunca me voy a cansar de decírtelo- acarició su barbilla y le sonrió abiertamente, esperando contagiar al otro para ver aunque fuera por un segundo la hermosa sonrisa abierta que Wangji le otorgó en la playa. Era maravilloso descubrir cosas nuevas sobre él así fueran tan sencillas. Lan Zhan lo hizo y ese acto derritió el corazón de Wei Ying una vez más.
Lan Wangji se incorporó y luego de traerlo a él de nueva cuenta, lo besó. A diferencia de apenas esta madrugada, este contacto estaba cargado de ternura, se entregó lentamente y después de un instante se abrazó de este sin remedio.
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Wei Ying asomó el rostro por detrás de una de las columnas de la pagoda como para ver si algún sirviente estaba en el camino que recorrería a continuación. Cruzó de la pagoda a los rosales y de ahí hasta la casa, llevando de la mano a Lan Wangji, estaban vestidos apenas con las túnicas exteriores y en la otra mano traían el resto de la ropa y los zapatos, como no vio alma alguna caminó rápidamente hasta su habitación y entró con Wangji, dejando salir un suspiro de alivio cuando estuvieron dentro de la privacidad de las cuatro paredes.
Lo trajo hasta el área de la cama y dejó la ropa encima de esta, sentándose para poder ver al otro y abrazarse de su cuerpo. Dejó la cabeza sobre el abdomen de Lan Zhan y rió, pícaramente.
Lan Wangji observó esta curiosa reacción mientras acariciaba el cabello de Wei Ying que había quedado a su alcance en esa posición.
-¿Qué ocurre?
Wei Ying encogió los hombros y alzó la cara para ver el rostro perfecto de su amor.
- Pensé que al entrar a escondidas aquí parecíamos un par de adolescentes enamorados.
- Mh...- Lan sonrió entendiendo lo que quería decir.
Wei Ying tenía razones para hacerlo de esta manera y una de ellas era que la servidumbre estaba demasiado pendiente de lo que aconteciera en su vida para ir con la madre y contarle, así es como sus padres sabían a detalle lo que ocurría en su vida privada.
Un momento más tarde se deshizo de lo que quedaba de su coleta y se quitó la horquilla haciéndola a un lado -Deberíamos tomar un baño- dijo un instante después.
Se incorporó de la cama y estiró los brazos para soltar el cabello de Lan Zhan, apenas tuvo la cinta de este entre sus dedos un ligero sonido de asombro se escuchó saliendo de la boca de Wei Ying.
-¿Esto es...?- Wei Ying no se lo podía creer, era la cinta de la frente ¿Pero por qué la llevaba de esa manera? ¿Qué clase de cosas acontecieron en los últimos veinte años?
Lan Wangji le afirmó con un leve movimiento de la cabeza y cerró el puño de Wei Ying alrededor de la cinta que estaba entre sus dedos.
-Tómala. Te pertenece- Wei Ying ladeó la cabeza, intentando comprender ¿Por qué Lan Zhan le decía que este objeto le pertenecía? Recordó que durante la competencia de arquería años atrás arrebató de la frente de Lan Zhan este objeto y en aquella ocasión este se disgustó tanto que abandonó sin terminar siquiera. Lo recordaba por el simple hecho de que en ese entonces incluso los otros miembros de su secta intentaron razonar con él. Otra de las reglas del muro era que nadie podía tocar la cinta de la frente del Clan Lan ¿Pero por qué?
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Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...