Una decena de hombres se deslizó entre los pasillos ensombrecidos del Muelle del Loto y aunque ahí afuera estaban más de mil cultivadores que no deseaban más que la sangre y el honor de los Jiang, para ellos no fue nada difícil adentrarse en el lugar sin ser detectados pues a pesar de que haber sido expulsados poco tiempo atrás, conocían el lugar a la perfección.
Esto por supuesto, no era solamente una venganza personal. Después de todo aunque Jin RuLan durante todo este tiempo había sido una molestia, una mancha en el lugar y sin duda con sus arrebatos y gestos, su rostro más arriba de lo que realmente merecía, había sido más fácil para ellos ignorarle y cosechar de los Jiang tanto como pudieran de la manera más discreta posible, hasta que ese mozalbete involucrándose en lo que no era de su incumbencia decidió evidenciarlos ¡Y con el peor de todos los mayores de la secta Jiang!
El hombre que estaba en la puerta cuidado de Jin RuLan por supuesto se retiró al paso de las sombras, en ese momento decidió que era tiempo de mirar afuera, en el estanque y eso les permitió muy fácilmente, entrar.
Estaba tirado como un saco de arroz en una esquina de la habitación y no reaccionó siquiera cuando entraron uno tras otro.
Un hombre se agachó sobre su rostro y lo tomó por la barbilla, frunció el ceño al no ver reacción alguna en él e inmediatamente revisó sus signos vitales, el corazón del monigote latía como nunca, el perro estaba vivo aunque en un estado bastante raro.
Al ver esto otro lo pateó y de nuevo ninguna reacción, así que el que estaba primero lo abofeteó y aunque las mejillas de Jin RuLan enrojecieron como carmín, no reaccionó, no se movió ni gritó.
-Pero qué cosa tan más extraña-exclamó -Este hijo de puerca tiene el núcleo dormido- y lo podía saber porque sus mejillas estaban sangrando -Es la maldita obra de Yu Ziao Miang.
Otro al escucharse, se rió -Es que no tiene alma, ve tú a saber por qué lo ha dejado así.
Entonces se escucharon pasos sobre la duela de madera e inmediatamente llevaron sus manos a sus cinturones.
-¡Pero qué pesadilla!-decía alguien afuera, también podían oler el cigarro que estaba fumando -¡Pero qué horrenda situación! ¡Oí que el líder de secta ha echado a todos del salón del trono! ¡Ojalá no se le ocurra venir!
Y con esta advertencia, dejaron de jugar con Jin RuLan y lo cargaron de pies y manos fuera de la habitación.
-Este cerdo está bien vivo pero pesa como un cadáver-alguien se quejó, los demás todavía tuvieron el descaro de reírse de su ocurrencia, justo en el pasillo a la salida venían dos discípulos que patrullaban pero al toparse con la imagen, simplemente se dieron la vuelta y regresaron por dónde habían venido.
Para entonces Jin RuLan o lo que había de él fue llevado hasta un puente que unía el estanque con el lago interior donde ya esperaba un bote escondido entre la maleza.
Lo tiraron dentro con la delicadeza que uno tiene al tirar un costal de patatas dulces y se montaron con premura antes de que cualquiera pudiera venir y les arruinara el plan.
-Gege-dijo uno ellos, el más joven al parecer que estaba sudando como si hubiese sido él solo quien arrastró a Jin RuLan hasta aquí -¿No es más piadoso tirarlo al agua así como esta, que dejarlo merced de los Nie?
El otro, que venía sentado en una esquina del bote, se rió de esta ocurrencia -No hay castigo más justo que dejarlo a merced de los Nie-le corrigió -Es más que seguro de que ellos lo castigarán apropiadamente.
Aún así el muchacho no se veía convencido, alternaba su mirada entre Jin RuLan y su hermano mayor.
-Pero...
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Más allá de los acordes del guqin
RomanceLan Wangji era un cultivador de renombre, provenía de una secta respetable, tenía modales perfectos y, a su corta edad ya era un héroe de guerra con un futuro brillante. ¿Por qué este hombre, epítome de la gracia y de los valores traicionó a su sect...