Capítulo diecisiete

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"A veces tan solo necesitamos un abrazo, sin palabras y sin preguntas."

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—Dios, que asco, lo siento— murmuró y se encerró en el baño.

El pelinegro solo se sentó a esperarla, escuchó como abría la canilla del lavamanos y el agua correr.

En ese instante, un celular sonó, no era el suyo, era el de Betty, que estaba sobre la mesa de noche.

—¡Está sonando tu celular!— avisó un poco alto, lo suficiente para que ella lo oyera.

—¡Atiende!— le dijo.

Él se impresionó, realmente pensaba que la rubia estaba molesta con él. Pero ¿Nadie permite que la persona con la que estás molesta atienda una llamada por tí, verdad?

Tomó el celular y tocó el botón verde.

—¿Si?

—¿Quién habla?— oyó una voz gruesa del otro lado del celular. Miró la pantalla "Sweet Pea" brillaba en ella.

—Un amigo de Betty— contestó calmado, pero ese tal Sweet Pea no lo estaba tanto.

—Entonces pásame con ella— gruñó.

—Está ocupada en este momento— contestó mientras miraba hacia la puerta del baño, esperando ver a la rubia salir de ahí.

—¡No me importa si está incluso hablando con el presidente, dije que me pases con ella!— soltó en un tono fuerte y furioso.

En ese instante, Betty salió del baño y lo miró con cara de "¿Qué pasa?", El pelinegro solo le mostró la pantalla del celular y la rubia se lo arrebató para alejarse un poco.

—Sweet Pea— habló con indiferencia, pero también firme.

—¡¿Por qué mierda dejas que otros contesten tu celular por ti?!— casi parecía que le había ladrado, pero Betty ni se inmutó.

—Deja el gruñir para los leones de verdad— contestó, como si no se estuviera burlando. Mientras tanto, Jughead solo observaba un punto fijo.

—No intentes ningunearme— le advirtió.

—Bien— suspiró— dime para qué llamaste, machito alfa.

—Bueno, Elizabeth ¿Podrías creerme que Fangs me golpeó hoy?— la rubia no sabía si reír o ponerse nerviosa.

—Oh.

—¡¿Solo dirás eso!? ¡¿Tú se lo has dicho!?— atacó.

—Bueno, no creo que Fangs tenga una bola de cristal. Si, yo se lo he dicho y me importa una mierda lo que pienses— escupió con asco— si te gusta cagarte en la gente, no esperes que estos te limpien el culo— soltó molesta, el pelinegro que estaba en esa misma habitación la miró y retuvo una risa. Pero en cambio, Sweet Pea se enojó todavía más.

—¡Solo quieres poner a todo el mundo en mi contra! ¿Pero sabes qué? Eso no sucederá rubia, tú no decides.

—No, Sweet Pea, yo no pongo a nadie en tu contra, tú mismo lo haces con tu estúpido orgullo e inmadurez— contestó— y tienes razón, yo no tengo decisión sobre la gente ni tampoco necesito tenerla, porque sé que la gente elegiría por mí, porque tú ya no eres nada, defraudaste a todos.

—Ellos no conocen lo hija de puta que eres.

—No, no lo saben, pero tú sí ¿Verdad?— alzó una ceja, como si tuviera al morocho enfrente— has hecho todo esto con la intención de ganar, pero te olvidaste de contra quien es la pelea— esperó unos segundos y siguió hablando— solo deja de luchar, porque estás esforzándote en vano, la verdad, solo iba a dejarlo pasar en un principio, pero ya me has puesto los ovarios al plato y me cansé. Para que no te olvides, recuerda los que le sucedió a Tall Boy por subestimarme y a eso lo hice sin tu ayuda ni la de nadie. No vuelvas a llamarme, ni mucho menos amenazarme, porque solo me estás ayudando con eso— murmuró y cortó la llamada.

Lanzó el teléfono a la cama de Verónica, que era la que tenía más cerca y le dió un golpe a un almohadón. Estaba furiosa y necesitaba explotar, era como si se hubiera olvidado de la presencia de Jughead. Se sentó en el suelo.

—Imbécil— murmuró molesta.

—Oye— se acercó el pelinegro y la tomó de la barbilla para hacer que lo mirara.

No le importaba en lo absoluto que acabara de amenazar a alguien por  teléfono, solo le importaba que ella estuviera bien.

—Tranquilo, estoy bien— fingió calma y se levantó, él hizo lo mismo— ¿Qué quieres hacer? A las actividades puedo completarlas mañana— le sonrió.

—Betty— la llamó suavemente— deja de fingir que todo está bien, puedes llorar o golpear cosas, no te juzgaré ni preguntaré. Solo quiero que estés bien, de verdad.

Y sonó tan sincero, que ella, por primera vez le creía a alguien. No eran como las caricias y palabras bonitas que le decía Sweet Pea cuando su relación estaba cerca de acabarse y la engañaba, eran como las palabras de aliento que le decía Fangs cuando ella estaba a punto de rendirse y no enviar ninguna solicitud de universidad o los abrazos de Cheryl cuando la veía mínimamente molesta por algo. Jughead estaba siendo sincero y por eso pudo permitirse soltarse.

—Lo lamento— soltó con un nudo en la garganta— yo estaba molesta y exploté contigo, te grité y te eché y no merecías ese trato.

—No te preocupes— le restó importancia mientras colocaba su mano en la parte posterior del cuello de la rubia y la acariciaba lentamente con su pulgar.

—Lamento también que hayas tenido que presenciar esa llamada— el nudo se extendió hasta sus ojos, donde unas lágrimas amenazaban con salir— era mi ex y tenemos algunos problemas que debo resolver en cuanto vuelva a Riverdale, él es un idiota, también lo lamento si te dijo algo ofensivo— la rubia pensaba seguir hablando, pero Jughead no quería oírla disculparse más.

—Oye— la llamó e hizo un poco de presión en su cuello para que le prestara atención— debes dejar de lamentarte por todo, es algo estresante.

—Lo la…

—Betty— la interrumpió y alzó una ceja— basta— zanjó divertido y eso la hizo sonreír levemente. Él dejó un beso en su frente y la soltó— te traje algo.

—No debiste— negó.

—Tampoco debí hacer muchas cosas y sin embargo las hice— aclaró— te traje esto— sacó algo de su chaqueta.

Era un chocolate, el favorito de Betty, chocolate con con almendras de la marca específica que a ella le gustaba.

—¿Cómo es que prestas tanta atención a todo?— preguntó luego de mirar el chocolate y mirarlo a él.

—Betty, ese día estabas indispuesta y de mal humor, prácticamente me gritaste que el chocolate con maní es horrible y que no podía confundirlo con el de almendras. Hasta el portero seguramente todavía se acuerda— se burló.

—Eres un tonto— le dió un golpecito en el hombro. Soltó un suspiro— muchas gracias por todo esto— soltó— sácate esto— señaló la chaqueta que el chico llevaba— vamos a ver una película.

Estos se acomodaron en la cama de la rubia, luces apagadas y lo único que los iluminaba era la pantalla de la laptop de Betty, donde se reproducía una estúpida película de romance cliché que habían escogido al azar.

Él la abrazaba y ella estaba recostada sobre su pecho, se sentía protegida y querida, como muy pocas veces se había sentido.

Y ahí, se dió cuenta de que siempre quería tenerlo cerca y que lo aprovecharía lo más que pudiera mientras Jughead estuviera a su lado.

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Buenas tardes.

Coincidencias || Bughead.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora