Capítulo sesenta y uno

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"La vida te golpeará mil veces, te mostrará que hay personas con mil rostros, personas que llegarán para quedarse y otros que se marcharán sin aviso aunque no lo quieras, la vida también te enseñará que algunos cambios son necesarios y el tiempo te mostrará que tomaste la decisión correcta, pero lo más importante que puedes hacer en la vida es quererte, quererte mucho… porque te vas a necesitar."
Sam Chevalier.

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Siete meses más tarde.

Betty comenzaba su último año de universidad junto a Kevin, que estaba más que ansioso por terminarlo y poder irse directo a Brooklyn, donde ya tenía una oportunidad asegurada.

La rubia no estaba menos ansiosa que él. Si terminaba con buenas notas en los últimos exámenes, tenía la posibilidad de ascender en su trabajo y dejar de ser una simple secretaria con una pasantía, para poder comenzar a editar o, con un poco de suerte, escribir de vez en cuando un que otro artículo firmado con su nombre.

Pero, mientras tanto, lo sobrellevaba de maravilla. Ahora le daban más importancia y podía hacer más cosas que servir café y pasar hojas en limpio.

Justo regresaba a la oficina, luego de una conferencia de dos horas, para poder continuar con su labor. Estaba muy cansada.

En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, hizo lo posible para que su sonrisa no se convirtiera en una mueca. Frente a su escritorio se encontraba una de sus personas menos favoritas en el mundo. El arrogante sobrino de su jefa, que apenas se había recibido y sus aires de grandeza eran casi insoportables.

Aún no había conseguido un puesto en ningún lado y por eso se dedicaba a visitar a su tía muy a menudo por el periódico, para ver si ella podía ayudarlo con ese tema. Y, lamentablemente, Betty sufría las consecuencias, siendo obligada a soportarlo cada vez que aparecía por ahí.

—¿Llegando tarde al trabajo, Cooper?— se burló, mientras la veía tomar asiento en su lugar.

—Buenas tardes— sonrió educadamente y se llevó el teléfono a la oreja, tocando el intercomunicador. En cuanto oyó el mensaje grabado lo volvió a dejar— la señora Richards no se encuentra en este momento, ¿Gustaría regresar más tarde o dejarle un mensaje?

—¿Y se puede saber en dónde está?— el rubio se apoyó con los antebrazos en el escritorio.

Betty revisó rápidamente en su libreta y volvió su mirada a él— está en una reunión de personal que termina en unos 15 minutos. Puede esperarla en su oficina— señaló la puerta que estaba a su derecha— o, si quiere, regresar más tarde— ofreció, sin borrar su sonrisa encantadora en ningún momento.

El chico solo tomó asiento en una de las sillas que había ahí. Al parecer, tendría que soportarlo un cuarto de hora más.

—Sabes que me recibí hace unos meses ¿Verdad?— apoyó su rostro en su mano.

Claro que lo sabía, se lo venía repitiendo desde la primera vez que se conocieron.

El teléfono de la oficina sonó en un molesto chillido, Betty contuvo un suspiro de alivio por no tener que soportar al rubio frente a ella, que no se molestaba en ocultar su disgusto por la interrupción a su alarde.

—Buenas tardes. Periódico Newston, oficina de la señora Richards. ¿En qué le puedo ayudar?— habló con un tono encantador.

—Buenas tardes… ¿Hablo con Elizabeth Cooper?— la sonrisa de la rubia disminuyó un poco.

Coincidencias || Bughead.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora