Capítulo cuarenta y nueve

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"Un instante de insensatez puede ser nuestro momento más hermoso."
Oscar Wilde.

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En la tarde siguiente, luego de haber almorzado juntos y dar un paseo. Ambos se sentaron en el banco de un parque, aquel en el que Jughead le había pedido que fuera su novia hacía un año.

El pelinegro envolvió una mano de Betty entre las suyas y se miraron.

—Te amo— murmuró embobada.

—Y yo a ti, cariño, más de lo que te imaginas— sonrió con ternura.

La rubia se incorporó un poco y desvió su mirada a la calle. Tenían que hablar y había llegado el momento, por alguna razón, ambos parecían predecirlo.

—En un mes te vas a graduar— comentó ella— ¿Ya has enviado tus datos a museos en New York para tener una entrevista? ¿O piensas esperar un poco más?— se interesó, ocultando los nervios que le daba que él se alejara.

—De hecho, Betts. No iré a ningún lado— esta lo miró inmediatamente, no comprendía a lo que se refería— antes de conocerte ese era mi sueño, ahora, solo quiero estar a tu lado.

—No puedes dejar de lado tus sueños por alguien, Jughead— negó, reprendiéndolo.

—No los estoy haciendo a un lado, solo los estoy posponiendo un poco— se encogió de hombros— el miércoles tendré una entrevista con una compañía minera, aquí, en Houston.

—Jug— intentó llamar su atención.

—Tal vez consiga un empleo— siguió hablando, sin darle atención al tono autoritario que la rubia estaba utilizando— para analizar rocas y trabajaría en un laboratorio y todas esas cosas geniales— explicó.

—Primero— puntualizó— no voy a permitir que te retrases solo por mí, ¿Qué tal si las cosas no salen bien?— alzó otro dedo— dos, esto no es ni parecido a lo que quieres hacer.

—Es una buena oportunidad— sonrió con ánimos— además, estaríamos juntos. ¿No te gustaría a caso? ¿Que sigamos estando juntos?

—Me encanta. Pero me siento mal si no haces lo que quieres— formó un puchero, intentando convencerlo de que su idea estaba mal.

—Estoy haciendo lo que quiero— besó su frente— además— metió una mano en el bolsillo de su pantalón y sacó su puño cerrado, con algo dentro— ¿Con quién se supone que viva en New York si no es con el amor de mi vida?— abrió su mano y dejó ver en su palma un manojo con dos llaves.

—¿Qué carajos?_ preguntó con una sonrisa, sin poder creerlo.

—¿Recuerdas esa vez que hablamos de vivir juntos algún día?— tomó una mano de su novia y la colocó sobre su palma abierta— espero no estar acelerando mucho las cosas.

—¿Acelerar las cosas?— preguntó aún sin poder dejar de sonreír— ¿Cómo lograste hacer todo esto sin que lo notara?

—Bueno, fue una tarea algo difícil— admitió con una mueca, Betty soltó una risita y sorbió su nariz, algunas lágrimas se le habían escapado.

—Te amo demasiado— lo acercó hacia ella y lo besó efusivamente— muchísimo.

—Le trajiste felicidad a mi vida— murmuró en sus labios.

—Y tú arreglaste la mía— dijo de la misma forma y volvieron a besarse.

Luego de algunos minutos, volvieron a incorporarse y la rubia recostó su cabeza en el hombro de su novio.

—Está bastante cerca de la universidad y, si entro en el trabajo, también se encuentra cerca. Es un lugar algo pequeño, pero suficiente para los dos, solo le falta nuestro toque— comentó él.

—¿Y si mejor, en lugar de describirlo, me lo muestras?

—Solo quería que lo pidieras— sonrió divertido.

Se levantaron de sus asientos y fueron hasta el auto de Jughead.

Lo que sentían en uno por el otro era algo inexplicable. Era un amor sano y profundo. Tenían esa conexión que hacía pensar que estaban destinados, que habían sido creados para estar juntos y amarse por el resto de la vida.

Aunque la decisión había sido algo apresurada, para ellos no lo era. No se imaginaban un futuro sin la compañía del otro.

Jughead no podía imaginar un futuro en el que despertara sin Betty entre sus brazos y con una camiseta suya.

Betty no podía siquiera intentar imaginar uno en el que despertara y Jughead no estuviera ahí, preparando el café para que ambos desayunaran.

Se imaginaban juntos, formando incluso lo que hacía tan solo dos años se negaban a tener en un futuro, como hijos o una familia.

Ahora, en las noches de insomnio, Betty se imaginaba como sería un hijo de ellos dos y cuando Jughead la veía dormir entre sus brazos, no podía evitar que se le viniera a la mente a su rubia caminado hasta el altar, envuelta en un vestido largo y blanco.

Podía parecer apresurado, hasta se oía irreal. Pero para ellos no lo era, se amaban ¿Y qué mierda importaba lo que dijeran los demás? Era su vida, la que querían compartir y nadie tenía el derecho de oponerse.

Él se había enamorado de sus demonios, de sus cicatrices y de toda ella. Betty lo amaba como Jughead era, porque aunque fuera lo mejor de su vida, él también cometía errores y tenía un pasado, pero nada de eso importaba en la relación.

Estacionó el auto en la orilla de la calle, frente a un edificio grande y bien cuidado. Las estructuras parecían bien hechas.

Entraron, subieron a un ascensor, el pelinegro marcó el piso 8 y en un minuto ya estaban ahí. Se pararon frente a una de las puertas "816".

Jughead giró la llave y tocó el pomo, para empujar y dar paso al interior. Era un lugar pequeño, pero hermoso.

Tenía una cocina en una de las esquinas, más al centro estaba la sala, con algunos sillones tapados por sábanas. También había dos puertas más, una daba al baño y la otra a una habitación de tamaño medio, en el centro había una cama de dos plazas y también estaba un closet bastante grande en una de las esquinas.

La vista que tenía el espacio era preciosa, desde los ventanales se podía ver la ciudad a la perfección.

—¿Viviremos aquí?— preguntó por tercera vez, aún sin poder creer lo que estaba pasando.

—Si, amor— dijo con una sonrisa, le causaba diversión la reacción de su novia.

—Juntos— volvió a decir con una sonrisa— Jughead y Betty— relató— el departamento Bughead— siguió relatando con tono de locutor— ¡Me encanta!— chilló, abrazándolo.

—A mí me encantas tú— la envolvió en sus brazos.

—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida— murmuró y lo besó.

—Feliz cumpleaños atrasado, cariño.

Así era como la pareja comenzaba una nueva etapa en su vida, juntos.

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Yo no estoy llorando, vos estás llorando

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Yo no estoy llorando, vos estás llorando.

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