Coincidencias || Bughead.

Capítulo once

"La vida es un arco iris que incluye el negro."
Yevgeny Yevtushenko.

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—Bésame— pidió y Betty abrió sus ojos sorprendida.

—¿Qué?

Jughead miró a la entrada y volvió a mirarla— luego te explico.

Se acercó y sin darle tiempo a nada la besó, la rubia se lo correspondió al instante y ahí se mantuvieron por unos segundos.

Se separaron al oír a alguien aclarar su garganta, Jughead suspiró al ver que no había logrado deshacerse de la castaña y solo se limitó a sonreír incómodo.

—Feliz cumpleaños, Jughead— sonrió Donna y le dió una mirada de pocos amigos a Betty.

La rubia hizo una mueca y le tocó el brazo al chico— hablen tranquilos, te espero en la puerta— dijo con una sonrisa y se alejó, sin permitir que Jughead se quejara.

Lo esperó por varios minutos apoyada en la pared de ladrillo visto y en cuanto lo vió salir se enderezó.

—¿Cómo te fue?— preguntó caminando a su lado.

—Gracias por dejarme ahí— soltó irónico.

—¿Era tu ex?— indagó divertida.

—No, lo intentamos pero no funcionó, aún me sigue buscando— contó con una mueca, mientras cruzaban la calle.

—¿Y qué hiciste para librarte de ella?

—Le dije que eres mi novia— se encogió de hombros. Betty lo miró atónita.

—¿Qué hiciste qué?.

—Lo siento ¿Okey? Solo quería salir rápido de ahí— se defendió.

—Bueno, pero vamos despacio que en el camino hay piedras— bromeó, el pelinegro soltó una risa— igual, no es alarmante ¿Verdad? No es como si fueras popular en la universidad o algo por el estilo, tampoco que ella va a contárselo a todo el mundo.

—No, claro que no— negó después de un rato.

—Bien, te ayudaré con esa chica, después de todo te lo debo.

Ambos entraron en el supermercado y minutos después, salieron con una bolsa.

Betty se frenó confundida al ver a alguien pasar por la calle de enfrente. Él le había sonreído y eso hizo que su sangre hirviera.

—¿Kurts?— murmuró.

Eso confirmaba su teoría, él la había golpeado y sus palabras "el rey serpiente envía saludos", Sweet Pea lo había enviado.

—¿Betty?— la llamó Jughead por tercera vez, al ver que esta se había quedado mirando a un punto fijo— ¿Estás bien?

—Si, si. Solo me perdí en mis pensamientos— se excusó— vamos, cumpleañero— le dió un empujoncito y ambos siguieron caminando.

Un rato más tarde, ambos se encontraban en la habitación de Jughead, con una taza de café en sus manos y una sonrisa en sus rostros.

—Entonces, así fue como con diez años, golpeé a un niño dos años mayor— terminó de contar.

—Mis respetos, se lo merecía, no hay que dejarse rebajar por nadie— lo felicitó divertida.

La puerta se abrió de un golpe y entraron tres chicos con una sonrisa.

—¡Sorpresa!— gritaron.

Archie había abierto la puerta, Verónica traía un pastel y Toni un regalo.

—Aquí estaba— asintió la pelinegra, señalando a la rubia.

Betty entró en pánico, ellos no podían verla así. Pero ya era tarde, porque Toni ya se había percatado de su rostro.

Todos felicitaron a su amigo y él, no muy a gusto con la situación, igual los recibió con una sonrisa.

—¿Y Betty?— preguntó Archie, una vez que habían terminado con las felicitaciones.

—Creo que está en el baño.

La pelirosa, bastante preocupada, llamó a la puerta.

—¡Ya salgo!— avisó la rubia y siguió mirándose al espejo. Suspiró y abrió la puerta.

En ese mismo instante, Toni se dispuso a inspeccionar su rostro. Eso llamó la atención de todos.

—¿Qué te pasó?— preguntó Verónica acorralandola también.

—Nada, solo me dí un golpe— le restó importancia, quitando las manos de la morocha de su rostro.

—¿Te golpeaste sola o recibiste ayuda?— preguntó el pelirrojo.

—¡Archie!— lo regañó su novia y este hizo una mueca.

Betty miró a Jughead, pidiendo ayuda.

—Ya déjenla— este las apartó— anoche la atacaron cuando venía hacia el campus, yo la encontré en la esquina y la ayudé.

—Por eso me llamaste anoche— asintió Verónica— y yo no te atendí, necesitabas mi ayuda y yo no te atendí— habló, sintiéndose culpable.

—Oye— la llamó Betty— esto no es nada. Yo podía sola, solo que Jughead se empeñó en ayudarme ¿Okey?

Su amiga la abrazó, como si con ese acto se estuviera disculpando, se sentía verdaderamente mal.

Después de un rato, la atención volvió a Jughead y este no le quedaba de otra que aceptarla. No le gustaba festejar sus cumpleaños, pero tenía unos amigos intensos que siempre intentaban que él la pasara bien.

Y mientras el pelinegro se había pasado todo el día recibiendo llamadas de sus familiares y amigos de su pueblo. Betty se había empecinado en buscar pruebas para ir en contra de Sweet Pea, si él la había querido lastimar, ella lo jodería el doble. No se había animado a contarle aún a sus amigos sobre el ataque, retrasaría el tiempo lo más que pudiera, hasta que su rostro estuviera sano nuevamente.

Marcó el número furiosa y llamó, uno, dos, tres tonos y este atendió.

—Betty…

—Eres un hijo de puta— soltó molesta.

—Si, creí que ya te habías enterado de que consigo lo que quiero— la rubia rió con sarcasmo.

—No cariño, tú no conseguiste nada más que ponerme en tu contra y créeme, que eso es lo peor que te puede suceder, Sweet Pea— amenazó— antes me importaba una mierda lo que hicieras, pero ya me rompiste bastante los huevos. Actualmente, es tu palabra contra la mía y no me conviene hacer nada, pero recuerda, que yo no descanso hasta encontrar lo que busco.

—Quiero verte intentarlo— la desafió.

—Mi recomendación va a ser que te vayas despidiendo de esa carrera, porque no vas a subirte a ese auto— lo aconsejó— tu intento de detenerme no sirvió de nada, los putos drogadictos de las gárgolas no hicieron mucho, aunque traer a Kurts fue una buena jugada-— reconoció— nos vemos en tres meses, disfruta del trono el poco tiempo que te queda.

Finalizó la llamada y lanzó el celular a la cama, inhaló profundamente para luego soltar el aire lentamente.

—Vamos Betty, tú puedes con este idiota— se murmuró a sí misma.

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Lo mejor del capítulo de anoche fue Verónica cantando en el karaoke y el que no opine lo mismo, lo invito cordialmente a que nos caguemos bien a trompadas.