Capítulo 32

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En medio de la nada, se encontraba de pie, desconcertada y al mismo tiempo relajada. Observó a su alrededor, la piedras, los árboles, el viento, el agua e incluso el cielo, todo eso y su propio instinto le decía que una batalla acababa de dar lugar. Por alguna razón sentía aquel lugar familiar. Antes de darse cuenta, su cuerpo andaba por todo la zona. De repente, se detuvo. Justo frente a ella se encontraba una grieta, era muy parecida a la que usaban en el continente para entrar a magano.

«¿Qué es este sentimiento tan extraño? Algo me dice que debo continuar...».

Sin siquiera detenerse a pensar en el asunto, su cuerpo avanzó sin permiso alguno, se sorprendió, sin embargo, se calmó y decidió seguir su instinto. Al entrar a la grieta se asombró al ver donde estaba.

«¡¿Magano!? ¿Por qué...» -Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de lo que claramente era un batalla. Su mente quedó en blanco, no podía creer lo que sus ojos veían. Y por alguna razón, sabía quiénes eran y la respuesta del por qué luchaban.

Sin poder evitarlo sus labios se abrieron y susurraron aquello que le costaba creer-: Abe no Seimei y el Rey de los Kegares...



Cede Onmyouji.

El silencio reinó en aquella habitación ante la presencia de Seigen Amawaka y Yukari Otomi, padres de Mayura. Tanto la casa Amawaka como Shimón se sentían culpables de la desaparición de Mayura. Especialmente Shimón, y aunque Seigen le recalcó que el no tuvo la culpa, no sirvió de nada.

Actualmente, se encontraban hablando sobre lo que había pasado. Necesitaban reunir toda la información posible.

-¿Entonces dices que, por alguna razón, Ciel no ha despertado? -mencionó Seigen con el ceño levemente fruncido.

-Así es -Arima asintió serio.

-Se hicieron varios exámenes, pero ninguno tuvo resultado -mencionó Kankurou-. Sin embargo, notamos una extraña energía viniendo de ella...

-¿A qué te refieres? -preguntaron Seigen y Arima.

-No estoy seguro -negó con la cabeza-. Shimón, ¿notaste algo extraño durante el combate? -indagó.

-Ahora que lo mencionas... -Todos prestaron atención-. Justo en el momento en que la energía oscura cubrió todo... Carl le inyectó algo, aunque no estoy seguro... -vaciló y guardó silencio un momento.

-¿Hay algo más? -cuestionó Arima.

-Bueno... No estoy seguro de cómo decir esto, ya que incluso para mi es confuso.




La energía oscura se expandió a gran escala. EN ese preciso momento, Carl se acercó a Ciel y le ensartó, de manera brusca, una jeringa en su cuello y dejó fluir una milésima de su poder sobre ella. Ciel soltó un quejido y sus ojos se volvieron completamente blancos.

-¡N-no! -gritó Mayura alarmada. Intentó hacer algo, pero Carl la sujetó y la cargó para llevársela consigo, sacó la jeringa del cuello de Ciel y dio media vuelta. En ese momento, una energía extraña cubrió el cuerpo de Ciel, parecía que iba a descontrolarse. Sin embargo, al mismo tiempo, Mayura desprendió una energía similar, envolviendo a Ciel y controlando la energía que desprendía. No obstante, mientras eso sucedía, las dos perdieron el conocimiento.




-Es fue todo -finalizó Shimón.

-¿¡Qué significa eso!? -Saltó Tsuki Zeze.

Antes que alguien hablara, algo llamó la atención de todos. Justo afuera de la habitación se escuchó un ruido.

-¡... N-no puede entrar! -Se escuchó una voz nerviosa, cuando de repente, la puerta se abrió de golpe, dejando a la vista varios guardias inconscientes a los pies de Ciel. Esta última, observó a todos en la habitación y finalmente, se encaminó hacia Seigen y Yukari. Al estar frente a ellos, se inclinó hacia adelante y agachó la cabeza.

-Lo siento -dijo con una voz apagada, llena de tristeza-. ¡Realmente... lo siento... No pude proteger a Mayu-nee...! ¡Lo siento! -Su voz se quebró y las lágrimas comenzaron a descender de sus mejillas. Yukari y Seigen se sorprendieron-. ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! -repitió una y otra vez entre lágrimas.

-... Es suficiente, Ciel -dijo Yukari con su voz quebrada. Quería acercarse a ella pero no podía, es como si Ciel, de alguna manera, se lo impedía.

-No, todo esto fue mi culpa... ¡Todo!

-Detente -ordenó Seigen al mismo tiempo en el que colocaba su mano en el hombro de Ciel, sorprendiéndola-. Levanta tu mirada -Ciel se negó a hacerlo a lo que Seigen hizo un leve apretón en su hombro-. Levanta tu mirada, Ciel -repitió serio. Esta vez, Ciel no podía negarse y levantó su mirada lentamente, encontrándose con la de Seigen. Todos fueron capaces de ver el rostro de Ciel, empapado de lágrimas. Sin poder evitarlo, sintieron un apretujón en el pecho-. Tú no tienes la culpa de nada, si hay un culpable aquí, ese es Carlos.

Ciel guardó silencio por unos segundos, sabía a lo que se refería Seigen y estaba de acuerdo, pero se sentía impotente porque no pudo hacer nada, porque no pudo protegerla.

-¿Entendido, Ciel? -insistió, serio y con su mirada fija en ella.

-... Sí... -asintió débilmente.

-Lamento interrumpir -Arima llamó la atención-. Ciel, entiendo tu preocupación pero fue imprudente de tu parte venir de esta manera, deberías regresar, no estás en las condiciones...

-Estoy bien -Lo interrumpió mientras se secaba las lágrimas del rostro.

«No puedo estar de esta manera... Tengo que confrontarlos. Cálmate, Ciel, no es momento para dejar fluir tus sentimientos... Si quiero recuperar a Mayu-nee, debo de hacerlo» -pensó mientras intentaba tranquilizarse. Dejó de llorar, cerró los ojos y respiró profundo.

-Mi cuerpo está completamente bien -mencionó luego de calmarse y mostrarse seria. Arima la observó en silencio por unos minutos.

-Está bien... -suspiró-, puedes quedarte.

-¿Qué? -Su voz sonó molesta-. Lo siento, Arima-sama, pero no estoy de acuerdo. Ni siquiera debería de estar aquí.

-¿Por qué no? -preguntó Seigen con seriedad-. Tiene todo el derecho de estarlo. Ya deja de lado esas tonterías, Tsuki Zeze, no eres un niño.

-¡Hmm!

-Está bien, no me interesa lo que diga ese tipo -habló Ciel de manera fría. Antes que Tsuki reprochara, Ciel se adelantó-. Arima -Llamó con seriedad-, ¿Quién soy?

Todos abrieron los ojos como platos, en especial Seigen, Arima y Tsuki Zeze. Los ojos de Ciel mostraban calma, tristeza y seriedad, lo que les decía que no estaba jugando, pero ¿Por qué hacia esa pregunta?

-¿Me puedes explicar a qué te refieres? -indagó Arima, serio con leve nerviosismo.

-Ciel, no me digas que... ¿Creíste lo que ese tipo dijo? -preguntó Shimón incrédulo.

-¿Lo que dijo? ¿Qué dijo? -preguntó Arima con el ceño fruncido.

-Sí. Mientras luchábamos contra Carlos, él dijo: "hay muchas cosas que desconoces. Me pregunto, ¿Cuánto te han ocultado? ¿Sabes por qué naciste? No sabes de dónde vienes, ni por qué naciste. Si no sabes eso ¿Por qué insistes en proteger aquellos que te dieron la espalda desde el momento en que naciste? Todos en la isla te han mentido" -pronunció las mismas palabras que Carl había dicho en ese entonces y todos se sorprendieron-. No deberías creerle, Ciel.

-Nunca lo hice -contestó segura-. La primera vez que desperté e hice un escándalo por completo... antes de caer inconsciente..., sentí un fuerte dolor de cabeza, como si me estuvieran taladrando la cabeza. Al mismo tiempo unas imágenes vinieron a mi mente.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora