Capítulo 47

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—Tenemos toda la información, ya no perdamos el tiempo —dijo Rokuro con determinación.

—Sí —asintió Ciel.

—Espera —interrumpió Mayura—. Ciel, quiero que tengas en cuenta una cosa —expresó decidida.

Ciel la miró atentamente y preguntó curiosa—: ¿Qué cosa?

—Creo que todos somos conscientes que la luchas que nos espera detrás de ese portal, es muy importante —realizó una breve pausa y todos se encontraban expectantes a los que diría—. Nos une una misma meta, un mismo objetivo y estamos dispuesto a todo con tal de conseguirlo. Lo entiendo perfectamente y comparto esos sentimientos, pero… —La miró fijamente a los ojos—. También quiero que seas egoísta y que vivas.

—Mayu-nee…

—No me interrumpas —sentenció, sorprendiéndolos a todos por su repentina rudeza—. Siempre has puesto la vida de los demás delante de la tuya, y créeme, te comprendo, pero quiero que cuando luches no solo estés dispuesta a proteger a los demás a costa de tu vida, sino que luches con el deseo de vivir y ver a todas las personas que protegiste, regresar con tu familia y buscar tu propia felicidad.

Todos guardaron silencio y centraron su mirada en ambas hermanas. Ninguna decía nada, solo se observaban a los ojos. Ciel desvió su mirada hacia el cielo de magano, frunció el ceño al ver un cielo tan oscuro, sin vida, que de alguna manera le recordaba su pasado. Mayura no era la única que le había dicho lo mismo, había varias personas que consideraba importante. Volvió su vista a Mayura y la observó nuevamente a los ojos, con solo verlos sabía el cambio que había sufrido. Era capaz de entender sus sentimientos porque había pasado por lo mismo, ambas experimentaron la soledad, la tristeza, el dolor y por ello se comprendían aún más. Suspiró y mostró una mirada decidida.

—De acuerdo —aceptó. Mayura se alegró, pero ante que dijera algo, Ciel añadió seria—: Pero, a cambio hay muchas cosas que quiero hablar contigo, no te preocupes será después de la lucha. Sin embargo, quiero que tengas en cuenta las mismas palabras que me has dicho, tú también mereces ser feliz —Hizo una breve pausa, caminó hacia el portal, se giró y agregó con una sonrisa de lado—: No te obedeceré a menos que hagas lo mismo. No creas que soy la única que necesita ser egoísta.

Mayura frunció el ceño y guardó silencio por unos segundos—: De acuerdo.

—Bien, ya que han resuelto sus cosas… ¿nos vamos? —mencionó Rokuro con una sonrisa.

—¡Sí! —dijeron todos al unísono.




La isla Tsuchimikado se encontraba invadida de kegares por todas partes. El sonido de las personas —desplegadas por toda la isla— luchando fervientemente, inundaba sus oídos. Se quedaron viendo y asintieron con la cabeza, sin perder más tiempo emprendieron camino. Cada quien tenía una tarea muy importante que cumplir.

El primer campo de batalla, se encontraba cerca del Tori negro. Ahí se encontraba una gran parte de kegares y era la zona de combate de Kankuro y Cornelia y Narumi, pese a la cantidad de kegares parecían estar bajo control. El segundo campo de batalla, se encontraba no muy lejos del anterior, era la zona de Miku y Sakura. El tercero, era la zona de Tatara —entre la ciudad y el Tori negro— con una considerable cantidad de kegares.
Finalmente, llegaron a la ciudad, donde se encontraba el cuarto campo de batalla, cerca del castillo hadarae, zona de Kengo, Benio y Subaru. Rokuro se quedó en esta zona y los demás continuaron su camino hacia el quinto campo de batalla, el castillo Hadarae —uno de los primeros puntos en los que habían invadido anteriormente—, esta era la zona de Seigen y Tenma, dónde se quedarían Mayura y Shimón. Aparte, esta zona era la que más se encontraba invadida de kegares.

—¡Papá! —Llamó la atención Mayura. Seigen se congeló por un momento y se giró para ver a una sonriente Mayura, quien se lanzó hacia él directamente a abrazarlo.

—Mayura… —dijo con alivio y correspondió el abrazo—. Bienvenida de vuelta.

—Estoy en casa, papá —Se separaron y le sonrió nuevamente.

—Buen trabajo —felicitó a los tres, y ellos asintieron.

—Papá, Tenma —Llamó Ciel—. ¿Cómo van las cosas?

—Todo va de acuerdo al plan, de momento —respondió Tenma.

—Entiendo. Shimón y Mayura se quedarán en esta zona.

—¿Realmente iras sola? —preguntó Shimón.

—Sí, ustedes deben encargarse de ellos.

—Ten cuidado —habló Seigen—. Me gustaría negarme, pero sé que irás de todas formas.

—Así es… Lo siento.

—¡Oye, alborotizo, encárgate un momento! —alzó la voz. Damian iba a reprochar, pero ante de hacerlo, Tenma se llevó a Ciel lejos de los demás—. No es necesario que los hagas sola, Ciel. Si tanto detestas que te ayude, al menos deberías ir con tu hermana.

—Tenma, sabes que no es así.

—¿No? —Ciel negó con la cabeza—. ¿Entonces por qué no me dejas ayudarte? ¿Cuántas veces quieres que te repita lo estúpidamente mucho que me importar, hmm? —se molestó.

—No es como piensas, solo que… —dudó por un momento—. Tengo que hacerlo, creo que ya los he molestado y hecho sufrir mucho, por eso…

—¡Malcición, Ciel, nadie quiere perderte de nuevo, incluyéndome! ¿¡Sabes lo mucho que sufrí cuando dijeron que estabas muerta!? —se exaltó—. ¡Fui un completo idiota, después de eso, no quería tener esperanzas porque era doloroso, pero, aun así, el dolor nunca se fue…! —Guardó silencio y frunció el ceño levemente.

—Tenma —Tomó sus manos—. No voy a morir —aseguró—. Le dije a Mayu-nee que esta vez sería egoísta. Te prometo que, si es necesario, pediré ayuda, ¿de acuerdo?

—¿Estás segura, hmm? —Posó su mano en una de las mejillas de Ciel y mostró un rostro preocupado. Ciel asintió—. Bien, creeré en ti y también —Se acercó a su rostro—, pretendo cumplir la promesa de hace diez años —aseguró dándole un beso en la frente, sorprendiéndola y haciéndola sonrojar—. Así que más te vale que sobrevivas.

—Creí que habías olvidado esa promesa… —susurró para sí misma, pero él escuchó.

—No la he olvidado —sonrió de lado. Borró su sonrisa y suspiró—. Supongo que es hora que vayas, no puedo quitarte más tiempo.

—Sí, gracias.
—¿No te despedirás de ellos, hmm?

—Creo que es mejor así. Diles que estaré bien.

—… De acuerdo, hmm.

Se dio media vuelta y se dirigío hacia el sexto y último campo de batalla, dónde se encontraban Arima, Arata y Carl. Despejó su mente de los miles de pensamientos y con un objetivo en mente, se encaminó hacia ese lugar, cerca de la Cede Central de Onmyoujis.

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Hola, espero que les haya gustado.
Adiós y gracias por leer.

Próximo capítulo: sábado 15 de enero.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora