Capítulo 38

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En medio de la confusión, los cuerpos de Rokuro y Benio, desprendieron un extraño poder y comenzaron a transformarse.

«¡No puede ser...! ¿Por qué? ¡Rokuro aún no despierta como el gran Yang! —Desesperadamente intentó detener su trasformación— ¿Por qué no puedo detenerlo? No tengo control sobre mis poderes... ¿Será por Ciel...?», pensó.

«¡¿Qué le está pasando a mi cuerpo?! —Observó a Benio y se sorprendió que se estaba trasformando— ¿¡¡Benio!!? », pensó Rokuro desconcertado y alarmado.

La sorpresa de todos fue mayor al ver a Ciel transformándose. Una parte de su cabello se volvió blanco, su ojo derecho cambió de color —de café oscuro a ámbar—, unas marcas comenzaron a aparecerle por todo el cuerpo de color rojo, y su ropa cambió por completo. Vestía un vestido corto ajustado al cuerpo con una abertura en el pecho hasta el ombligo, la falda del vestido era corta hasta los muslos.

Tragaron en seco, estaban en graves problemas. Tenían que detener a Ciel de una manera u otra, pero cómo lo harían sin hacerle daño.




¿Dónde estoy? ¿Por qué está tan oscuro?

Se encontraba en un vacío rodeada de oscuridad. No importaba donde mirase, no había nada más que oscuridad.

—Estás sola, ¿cierto? —se escuchó una voz.

—¿¡Quién eres!? —pregunto viendo por todas partes pero no había nadie—. ¿Dónde estás?

—Eso no importa ahora —respondió con un tono de voz malicioso—. Lo que realmente importa, es que estás sola... y siempre lo has estado.

—¿De qué estás hablando?

—¿Oh, no lo sabes? —rió suavemente—. Bien, déjame explicarte. Desde el momento en el que naciste te consideraron un monstruo y te dejaron de lado, estabas rodeada de personas, pero ninguna de ellas se interesó verdaderamente en ti. Solo has sido una carga para ellos.

—¡No es cierto!

—¿Ah no? Entonces, ¿Por qué te rechazaron y apartaron muchas veces? Incluso tus supuestos amigos lo ha hecho. Ah, y no olvidemos que tu querida hermana, se olvidó de ti y te dieron por muerta en la primera oportunidad. Bueno, pero si quieres podemos ir más lejos aún, recuerda cuando eras niña, cómo te pisoteaban y despreciaban.

—¿Q-qué es esto? —balbuceó nerviosa y sorprendida mientras se sujetaba la cabeza.

—Son tus recuerdos, tu infancia —susurró en su oído.

Ciel volteó inmediatamente, pero no había nadie. Cayó de rodillas sujetándose fuertemente la cabeza, mientras una gran cantidad de imágenes se cruzaban en su mente, una tras otra. Su estadía en la Academia de Onmyoujis y cómo era tratada y menospreciada, lo difícil que era conseguir amigos; el día en que le asignaron guarda espaldas, la elección del Kijin en la casa Unomiya y el dolor de Tenma, y el cómo éste despreciaba su ayuda, el incidente de la clase Sahanasaki y Kankurou, su estadía en soledad en la cabaña abandonada de los Amawaka, la muerte de muchas personas en magano, su estadía como experimento de Carl y muchos recuerdos más que cobraban sentido con las palabras de Arima.

—Tú eres la causante de sus desgracias —susurró firmemente.

«Todo este tiempo... han estado a mi lado... ¿Por qué soy una amenaza?», pensó al mismo tiempo en el que los recuerdos seguían atormentándola.

—Así es —afirmó—. Pero ya nunca más estarás sola, ni tendrás que sufrir más. Nadie podrá hacerte daño. Solo ven conmigo.

—¿Si... si voy contigo... dejaré todo atrás?

—Sí. No tendrás que preocuparte por si encajas, no tendrás que sentir dolor nunca más, dejarás de sentirte sola, dejarás todas esas emociones y, podrás vengar la muerte de tu madre.

En ese momento una imagen de una mujer de cabello y ojos café, apareció en la mente de Ciel, sonreía tiernamente con lágrimas en los ojos. Aquella imagen la sorprendió, pero lo fue más cuando fue capaz de escuchar nuevamente esa voz, aquella que con calidez decía: "Mi querida Ciel". Luego, repentinamente apareció la misma mujer, pero cubierta de sangre y con un agujero en el pecho. Estaba muerta. En ese momento, todo se detuvo para Ciel.




—¿Se encuentran bien? —preguntó Shimón, preocupado.

—Más o menos... —respondió Rokuro sudando frío—. ¿Esto es obra de Ciel?

—... Eso parece —respondió Damián con angustia—. Debería ayudar a Tenma-sama...

—Te entiendo, pero solo seriamos un estorbo —mencionó Shimón—. Además, ya hizo la barrera será imposible que nos deje entrar.

—Supongo que tienes razón... —dijo decaído rascándose la nuca.

—No... creo que deberíamos acercarnos —contradijo Benio reincorporandose—. A parte, parece que su poder ha incrementado.

—¿Qué estás diciendo? —reprendió—. Si van allí pueden perder el control de ustedes mismos y no es momento para más problemas —replicó Shimón.

—El poder que tiene Ciel en este momento es el mayor problema, nosotros estaremos bien, si no nos hubiesen sacado de ahí si hubiésemos perdido el control... Tengo la sensación que podemos hacer algo.

—Sí, yo también —apoyó Rokuro y frunció el ceño levemente—. Hay algo en ella que siento familiar, y también algo peligroso, no estoy seguro pero no podemos dejar que pierda el control, tiene que volver —aseguró serio y frunció aún más el ceño—, de los contrario la habremos perdido.

—Exacto.

Escucharon una voz y todos voltearon. El dueño de la voz era Arima, quien venía acompañado del resto de los Comandantes Celestiales. Lo quedaron viendo con inseguridad, pero no se atrevían a preguntar nada.

—Lo siento, pero hay que detenerla, sin importar qué —aseguró completamente serio, sorprendiéndolos. Todos se sintieron incomodos ante aquello. Observaron brevemente a Seigen quien se encontraba completamente incomodo, se podría decir que más que todos ahí presentes.

—No —negó Damián con firmeza—, la traeremos de vuelta.

—Así es, no permitiremos que le hagan daño, ni que pierda por completo el control —aseguraron Benio y Rokuro.

Todos los Comandantes Celestiales y Arima guardaron un profundo silencio, frunciendo el ceño. Al mismo tiempo, sentían una inmensa presión. Sus deberes cómo Onmyoujis y Comandantes, líder en el caso de Arima, iba en contra a lo que sentían por Ciel.

—No perdamos tiempo —dijo Arima firmemente y todos, sin decir una palabra, se encaminaron hacia el lugar en el que se encontraban Ciel y Tenma.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora