Capítulo 44

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—¿Estás segura de esto? —preguntó inseguro—. No te ofendas, pero ¿realmente estás bien? Preferiría esperar…

—No se puede —Lo interrumpió—. No podemos esperar mucho tiempo, confió en ella, pero entre más rápido mejor, no podemos darnos el lujo de perder demasiado tiempo —Sonrió y añadió—: Les agradezco que se preocupen, pero estoy bien. Además, no iré sola, Rokuro y Shimón vendrán conmigo.

—¿No necesitarás más personas? No es que desconfié de ti, pero conociéndolo, estoy segura que no dejará sin seguridad ese lugar.

—Segura —asintió—. No tengo pensado pelear demasiado tiempo, será rápido. Ellos no saben que nosotros iremos, así que tenemos el factor sorpresa. Ahora que Rokuro ha despertado, es capaz de percibir todo tipo de energía, así que él nos informará de la cantidad de enemigos y localizará el cuartel —Hizo una breve pausa. Todos estaban atentos a lo que decía —. Como dije, no alargaremos la lucha, así que Shimón se encargará de ellos desde arriba y yo arremeteré desde tierra, eso nos abrirá paso para continuar sin problema hasta llegar al cuartel.

—Has pensado en todo, ¿cierto?

—Sí. No podemos dejar la isla indefensa y entre menos personas mejor, así no llamaremos mucho la atención.

—De acuerdo… —suspiró—. Ahora, debemos pensar que hacer para defender la isla… Si todo sale como dijiste, la isla está en serios problemas…

—Con respecto a eso, Arima…




—¡La encontré! ¡Estamos cerca! —exclamó sonriente—. Pero no está sola…

—¿Qué quieres decir? —Se apresuró, interrumpiéndolo. Al mismo tiempo en el que lanzaba un ataque aéreo a un grupo de kegares y Ciel arremataba con una esfera de energía.

—No te preocupes, ella está bien. A lo que me refiero es que, parece que está liberando a todos. Dentro del cuartel, los guardias han comenzado a movilizarse, es cuestión de tiempo para que la encuentren.

—Entonces, echémosle una mano —Captó la atención de ambos—. Llamemos la atención de los guardias hacia afuera, eso le dará tiempo de liberar a todos y tengo la idea perfecta…

—De acuerdo —dijeron al unísono—. ¿Cuál es la idea? —preguntaron mientras aligeraban el paso.

—Atraeremos la mayor cantidad de kegares hacía ese lugar.

—¿Realmente crees que funcione? —preguntó Shimón descendiendo y corriendo junto a ellos—. Después de todos ellos han estado en magano, debería ser normal que se acerquen.

—No, puede funcionar —contradijo Rokuro—, percibo una barrera en ese lugar.

—Exactamente, es lo que mantiene a los kegares alejados de ese lugar y si repentinamente la barrera es destruida y una horda de kegares aparece en un mismo punto…

—Tendrán que salir. En especial porque saben que las personas dentro son especiales y los kegares no podrán resistirse del todo después de eso —completó Shimón.

Continuaron corriendo a toda prisa mientras atraían la atención de una gran cantidad de kegares. Antes de llegar, Rokuro se adelantó y manipuló la barrera hasta cancelarla. En unos segundos, Ciel y Shimón estuvieron a su lado y una horda de quimeras detrás de ellos. De un salto subieron al techo y poco tiempo después, una gran cantidad de guardias estaba afuera luchando con los kegares. Unos pocos murieron, otros salieron heridos, cuando de repente apareció un guardia que acabo con el kegare más grande, rápidamente. Los chicos lo observaron mientras este y otros cuatro, eliminaban eficazmente con los kegares.

—¿Esos no son los números? —preguntó Rokuro en voz baja.

—Sí, son fuertes no hay que luchar con ellos. Hay que matarlos —susurró en repuesta.

Ni cinco minutos habían pasado, pero ya no había ni uno solo kegare. Ciel realizó unas señas con las manos y los chicos asintieron. Ella fue la primera en saltar y con su espada decapitó a uno de los guardias. Sin darles tiempo de reaccionar, giró sobre sus talones y blandió su espada nuevamente, cortándole un brazo al otro y luego atravesarlo, al mismo tiempo en el que Shimón lanzó las plumas en forma de espada atravesando a una gran cantidad de números. Por otro lado, Rokuro hizo aparecer en cada uno de ellos una barrera y antes que se dieran cuenta, fueron golpeados por una poderosa esfera de energía. Antes de darse cuenta, habían eliminado a la gran mayoría de números, cuando repentinamente, detrás de Ciel apreció uno de ellos, listo para atacarla. Sin embargo, ella actuó rápidamente y detrás de él aparecieron varias pistolas que le dispararon.

—¿Qué haces aquí? —preguntó uno de los guardias, estaba completamente serio y molesto—. Tu no…

—¿Te sorprende? —sonrió con burla—. Carl ha caído en una trampa, no te preocupes pronto te acompañara en el infierno —dijo al mismo tiempo en el que blandió su espada. Él logró detener su ataque y contraatacó, endureció su cuerpo y quebró la espada de Ciel, haciéndola retroceder.

—Eres tonta, Carl ya tiene planes para ti, no eres oponente para mí y mucho menos para él. ¿Recuerdas? Yo soy el número uno.

Se lanzó hacia Ciel, dispuesto a proporcionarle una fuerte patada, pero esta última logró esquivarlo. El ataque terminó impactando la tierra, agrietándola.

—Lo sé. Pero hay algo que has olvidado —Hizo aparecer sus garras—. La razón por la que Carl me teme y me quiere en su poder... —Se lanzó a atacarlo seguidamente con sus garras cubiertas de energía, obligándolo a cubrirse—. Es por mi poder —. Al decir eso, una descarga de energía en forma de rayo cayó sobre número uno. Extendió su palma derecha, de la cual, apareció una esfera oscura, lo golpeó con la bola de energía y lo mandó volar, provocando que atravesara el edificio. Una cortina de polvo se levantó y los chicos se acercaron a Ciel.

—Hemos terminado —informó Shimón.

—Mayura y los demás se encuentra ahí —mencionó Rokuro.

—Buen trabajo —Les sonrió y desapareció sus garras—. Vamos, Mayu-nee nos espera.

Asintieron ansiosos y comenzaron a caminar entre la cortina de polvo, no eran capaces de ver claramente, pero gracias a los poderes de Rokuro, sabían el camino. El polvo comenzó a disiparse rápidamente hasta desaparecer por completo. Y ahí se encontraba Mayura y Mike, preparados para luchar, junto a todos los chicos.

Mayura y Makie relajaron su cuerpo y sonrieron alegremente. Sin decir ni una sola palabra, Mayura y Ciel salieron corriendo a encontrarse, se abrazaron fuertemente y comenzaron a derramar lágrimas.

—¡Mayu-nee! ¡Lo siento, no pude venir antes! ¡Lo siento! —se disculpó con la voz quebrada, aferrándose a Mayura.

—No te disculpes, estoy bien. Me alegro de verte de nuevo. Estaba muy preocupada —Se separaron y le sonrió—. No sabes cuan aliviada estoy de ver que estás bien.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora