Capítulo 27

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La isla Tsuchimikado, una isla fuera del mapa en la cual, viven y son originarios la mayoría de exorcistas. Una isla llena de misterios y secretos que muchos desconocen, incluso dentro de la misma. Actualmente, la isla era atacada por impurezas modificadas, las cuales han causado muchos problemas. Dentro y fuera del castillo Hadarae, había una gran cantidad de heridos, afortunadamente, nadie había muerto. Sin embargo, los kegares habían arrasado de una manera inesperada en varios sentidos. A simple vista no parecían un gran problema, no obstante, sus poderes estaban mucho más desarrollados y se dedicaban a destruir y arrasar con todo a su paso. Los Comandantes Celestiales se habían dividido, tanto fuera como dentro del castillo Hadarae, logrando de esa manera tomar ventaja de asunto y exorcizar de manera más rápida y eficaz con los kegares.

Mientras, Set, habiendo logrado salir del castillo Hadarae junto a Nina, continuó su camino al mismo tiempo en el que se encargaba a proteger a esta última y él mismo. Luchaba como nunca lo había hecho, con una motivación clara. No obstante, su poder no era comparado con los demás Onmyoujis. Durante su intensa lucha en poner a salvo a Nina, fueron atacados, sin poder siquiera reaccionar, recibieron un ataque de energía.

—¡Ah! —gritó Nina asustada, a lo cual Set la abrazó para protegerla. Inmediatamente, al recibir aquel ataque, apareció una barrera encantada que los protegió de aquel ataque. Sin perder el tiempo, Set aprovechó para contraatacar. Tomó unas cuantas piedras y puso sobre ellas un encantamiento.

¡Air Fissure Bullet!—Usando su poder las prendió y las lanzó con una gran velocidad y fuerza capaces de atravesar a aquel kegare y exorcizarlo—. Vamos, Nina.

—S-sí… —asintió mientras Set la tomaba en brazos y le dedicaba una sonrisa para tranquilizarla un poco, a lo que ella le devolvió la sonrisa. De esa manera lograron seguir avanzando entre los kegares.

«Eso estuvo cerca. El entrenamiento que me dio Ciel, ha dado sus frutos» —pensó un poco aliviado, mientras recordaba su entrenamiento.




Era un día como cualquiera, faltaban un par de semanas para la dichosa prueba de Ciel. Ambos se encontraban cerca de una cabaña vieja dentro de las propiedades de los Amawaka, donde antiguamente, vivió Ciel. Se encontraban en medio entrenamiento.

—Ciel —Set llamó su atención—, hasta ahora me has enseñado, más que nada a defenderme y muy pocos encantamientos… ¿No podrías enseñarme más encantamientos?

Ciel suspiró.

—Escucha bien, Set —Llamó su atención—. Actualmente, eres demasiado débil, comparado a los Onmyoujis de clase baja. Es obvio, debido a que recientemente has iniciado este entrenamiento. No obstante, no significa que solo por ello, no sirvas de nada. Tienes la ventaja de que eres bueno luchando y aprendes a un ritmo normal. Mi intención al entrenarte es que puedas protegerte a ti mismo y que seas capaz de proteger a los demás. No puedo enseñarte demasiados encantamientos, cuando recién estas empezando.

—Pero sí sigo de esta manera, no podré ser de utilidad.

Ciel guardó silencio por un momento, entendía el deseo de Set, pero sería muy imprudente de si parte enseñarle más de los que es capaz. Hasta ahora le había enseñado todo lo básico y saltarse demasiado, podría ser grave para él. Después de pensar por unos minutos recordó algo.

—Entiendo tu punto, pero no puedo saltarme de esa manera, todo tiene su tiempo. Sin embargo, creo que hay algo que será de ayuda, aunque es un encantamiento avanzado… creo que puedes hacerlo.

—¿Sí? ¿Cuál es? —Se emocionó.

—Se trata de una barrera encantada que defiende automáticamente contra cualquier ataque de impurezas. Te lo enseñaré, pero este será el único. Después de esto, tendrás que esperar pacientemente y aprenderás nuevas técnicas, conforme tu nivel aumente ¿Entendido? —Sentenció seria.

—Sí.

Y así fue. Por suerte, hizo uso de ese hechizo, desde el momento en el que se separaron de Ciel, y afortunadamente había funcionado.




Mientras, en otro lugar, se encontraba Kengo Ujii, junto a varias personas pertenecientes a la Cada Ujii. Ya habían sellado la barrera entre magano y la isla, ahora se encontraban reforzándola en gran manera. No era un trabajo sencillo. Kengo preparó varios talismanes y encantamientos, que solo alguien de su categoría, conocería. Mientras los de su casa lo apoyaban con poder espiritual. Kengo se encontraba dentro de un círculo, rodeado por varios de la Casa Ujii, mientras recitaba un encantamiento sin detenerse, su concentración era impenetrable. Mientras ellos trabajaban en eso, los demás no dejaban que algún kegare o alguien se acercaran a ellos.

Varios minutos después, una luz se pudo apreciar en la isla. Todos pudieron verla y sabían lo que significaba.

—Kengo-sama ha terminado… —Damián sonrió—. Esto terminará pronto —Miró hacia el cielo y su sonrisa se desvaneció lentamente.

«Tengo un mal presentimiento» —Pensaron al mismo tiempo, viendo al mismo cielo, Damián y Seigen, este último se encontraba en el continente, para ser más específicos en el dormitorio Saika.

—¿Pasa algo Seigen? —preguntó curioso Zenkichi, suegro de Seigen.

—… No, nada.




La lucha que se llevaba actualmente a cabo, no parecía irles bien para ninguno de los dos grupos. Ciel, Mayura y Shimón estaban en completa desventaja. Su aspecto los delataba. Heridas por todos lados y sus vestimentas habían comenzado a rasgarse. Ciel parecía estar levemente peor que ellos, aquel basara, si se podía llamar así, era un gran problema.

«Es demasiado rápido, no logro ver a través de sus ataques…»

—Hura, vamos a hacerlo —Llamó e inmediatamente se transformó.

«¿Una transformación? Su poder ha aumentado…» —pensó Carl frunciendo el ceño. Luego de unos segundos sonrió. Sin embargo, esos segundos le costaron el contraataque de parte de Mayura y Shimón.

Ahora, gracias a su transformación podría igualar, de momento, sus poderes con el “basara”. Rápidamente, se abalanzó contra el dándole un combo de golpes, sus puños estaba cubiertos de energía espiritual, aumentando de esa manera el poder de cada golpe. Sus ataques eran similares a los de Sakura Sada, Comandante Celestial. Sin embargo, no hubo muchos efectos, apenas y había logrado herirlo. No se inmutó —ya que ninguno de sus ataques había logrado algún efecto, hasta ahora— y lanzó un Kame hame ha, el “basara” lo recibió de lleno.

El “basara” se abalanzó contra ella nuevamente, a una gran velocidad. Parecía que nuevamente, el ataque de Ciel no tuvo ningún efecto en él.

«¿Qué demonios? ¡Es más feroz! —pensó mientras, apenas bloqueaba y esquivaba sus ataques—. Sus movimientos… son más lentos y bruscos… ¿Qué esto? —Sus ojos se abrieron como platos—. Su esencia, sus poderes… son inestables».

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora