Capítulo 37

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—Eso no importa, para conseguir mi meta, estoy dispuesto a todo —afirmó serio—. Estaré adentro, no me molesten —advirtió y entró a su "habitación especial". Mike y Dorian no dijeron nada y continuaron su camino.

«Un poco más, solo un poco más y lo lograré», pensó con una sonrisa.

Caminó por la habitación y se acercó a una capsula, en la que se encontraba el "basara" que casi destruyen cuando luchó en la isla. Su cuerpo estaba incompleto, pero estaba recuperándose rápido. Sonrió. Presionó un botón en la pared y ésta se abrió, dejando a la vista una gran cantidad de capsulas con cuerpos de todos los tamaños, todos se encontraban dormidos. Se acercó a su escritorio, tomo un cuaderno y comenzó a escribir. Luego, inyectó una sustancia verde en cada una de las capsulas, lo que provocó que los cuerpos reaccionaran.

—Perfecto —dijo ampliando su sonrisa.

Tomó un suero y se acercó a una camilla, preparó el suero con otra sustancia de color azul y se lo inyectó en el brazo, al mismo tiempo en el que se acostó a la camilla. En el momento en el que el suero comenzó a entrar por sus venas, comenzó a sudar y a deformar su rostro del dolor.

«Malditos sean, Arima y Seigen, si no fuera por su culpa no tendría que hacer esto... —Se observó unos segundos—, pero me han hecho un favor».




«¿Qué debo de hacer? Esto ha ido demasiado lejos —pensó angustiado— Carl ya tiene todo, logró robar la sangre de Ciel, tiene a Mayura, solo es cuestión de tiempo a que haga su última modificación y que Ciel despierte sus poderes... Si eso pasa... será el fin... —Suspiró con impotencia—. No tengo más opción, no puedo esperar más tiempo...», pensó Mike en su laboratorio mientras revisaba unos papeles.

Un mes ha pasado desde lo acontecido en la isla Tsuchimikado, Mayura es torturada a diario al igual a que es llevada a todo tipo de experimentos. Mientras, los niños que habitaban en ese lugar, van desapareciendo uno a uno, aumentando la desesperación e impotencia de Mayura. Con el paso del tiempo sus ojos pierden vida cada vez más y más.

Por otro lado, en la Isla Tsuchimikado han enviado a varios grupos de Onmyoujis a investigar magano, mientras arman un plan para rescatar a Mayura. Seigen lidera de nuevo —aunque temporalmente— la casa Amawaka. Los Onmyoujis permanecen en completa acción y alerta ante la más mínima posibilidad. Por otra parte, Ciel se encuentra en la casa Unomiya junto a Nina, Set y Damián, sin embargo, Ciel se encuentra en un estado de shock del cual no ha salido todavía, preocupando cada vez más a los Onmyoujis.

—Hemos intentado de todo, pero nada —mencionó Set.

—No sale de su habitación y apenas come... —comentó Damián preocupado.

—Es como si fuera... un cascaron vacío —dedujo Benio con angustia.

—Oye, Tenma —Llamó la atención Rokuro—, ¿no crees que sería mejor que esté en la casa Amawaka? Después de todo Seigen y Yukari están allí.

—Si ese fuese el caso, yo mismo la hubiese llevado hace tiempo —respondió confundiendo a Rokuro—. Sería peor, ni siquiera comería. Ciel ahora se encuentra en un estado de Shock, tanto por su origen como por Mayura.

—¿A qué te refieres?

—Si estuviese en la casa Amawaka ni siquiera comería, y estuviese atrapada en un bucle sin fin por la culpa.

—Justo ahora, la casa Amawaka es el peor lugar para que esté —apoyó Shimón—. Por eso, Seigen estuvo de acuerdo con Tenma en traérsela.

—Ya veo... —susurró Rokuro cabizbajo.

Todos guardaron silencio, hasta que escucharon un fuerte ruido y corrieron a la dirección del que provenía. Al llegar a la habitación de Ciel, la encontraron en el suelo con unos platos rotos y la comida perdida. Tenma fue el primero en entrar, rompió un pedazo de tela de su ropa y la envolvió en las manos de Ciel, hasta entonces se dieron cuenta que estaba sangrando.

Ciel lo observó con los ojos vacíos por unos momentos y volvió su vista a los platos rotos e intentó agarrarlos.

—Deja eso, Ciel —dijo Tenma sujetándola de las manos. Se detuvo por un momento, pero intentó nuevamente recogerlo. Tenma frunció el ceño desesperado y la volvió a detener—. Estás lastimada, déjalo. Alguien más lo limpiará.

«¿Es que acaso no siente el dolor?», pensaron angustiados.

—Ciel —llamó Benio—, sé que no te encuentras bien, pero estamos aquí para ti —le dijo con una sonrisa tierna. Al escuchar su voz Ciel pareció reaccionar, sorprendiéndolos.

«¡¿Reaccionó?!», pensaron con una leve esperanza.

—¡Así es, sin importar qué, siempre estaremos para ti! —apoyó Rokuro con entusiasmo.

Ciel reaccionó y los observó con los ojos abiertos como platos, sus ojos reflejaban confusión y miedo. Se aferró a Tenma, sorprendiéndolos.

—Aléjense... —susurró, pero el único que la escuchó fue Tenma.

—¿Ciel? —indagó. Ésta lo quedó viendo con un rostro lleno de angustia, se desprendió de Tenma y sujetó su cabeza.

—Aléjense de mí, por favor —suplicó con voz fuerte, mirándolos llena de desesperación.

Todos se desconcertaron y antes que alguien pronunciara un palabra, Ciel expulsó un fuerte gritó al mismo tiempo que desprendía una gran poder. Aquello dejó en Shock a todos y se vieron obligados a retroceder ante tal poder.

—¿Q-Qué está pasando?

—No tengo idea, pero ve con Nina, Set —ordenó Damián con nerviosismo y Set salió corriendo en busca de la pequeña.

La isla comenzó a temblar furiosamente y el viento azotaba con fuerza. Cuando de repente, Benio y Rokuro cayeron de rodillas retorciéndose del dolor.

—¿¡Rokuro, Benio!? ¿¡Qué les pasa!? —preguntó Shimón confundido y alarmado.

—¡¡Me duele!! ¡¡Me duele!! ¡¡Me duele!! —gritaron mientras se retorcían y aferraban al suelo. No dejaban de sudar y su rostro se encontraba desfigurado por el dolor. No tenían ninguna herida pero se arrastraba en el suelo llenos de un dolor insoportable.

Cede Onmyouji. Sala de control.

—¡¡Arata-sama!! ¡¡Una gran fuente de energía se ha desbordado en la isla!! —exclamó anonadada. Mientras los controles no dejaban de parpadear y sonar. Todos se encontraban alterados.

—¡¡¿Q-qué está pasando?!!

—Posiblemente, sea Ciel.

—¿¡Arima-sama?! —se sorprendió Arata—. ¿¡A qué se refiere... no me diga que!?

—Así es —asintió serio—. El poder de Ciel, ha despertado.

Casa Amawaka.

—¡¿Qué es esto?! —exclamaron todos atónitos.

—Es Ciel —respondió Seigen tragando en seco y sudando frío.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora