Capítulo 15

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Magano. Profundidad 1572.

Entre lo más profundo, se encontraba un enorme edificio —aparentemente abandonado— cubierto de moho y tierra, parecía que en cualquier momento se desplomaría.

Un hombre apareció. Llevaba una capa con capucha, la cual le tapaba el rostro. Se acercó al edifico con confianza, del mismo modo en el que abrió la puerta de madera en frente de él. Al entrar, se aseguró de cerrar la puerta.

Al girarse, a unos tres metros, se encontraba otra puerta, que a diferencia de la anterior, era de un metal especial. También era más grande y más fuerte, al costado había diferentes paneles digitales. En el primer panel, insertó un código; en el segundo, insertó su huella digital y por ultimo un reconocimiento de voz.

—Carlos Nakahara —dijo su nombre e inmediatamente la puerta se abrió dejando ver un enorme laboratorio, en el cual entró con plena confianza.

La imagen del edificio por fuera era una fachada para que nadie sospechara. Sin embargo, este edificio contaba con la más alta tecnología. Había máquinas de todo tipo, desde aquellas que parecían ser inofensivas hasta unas enormes que parecían aterradoras. También, había una gran cantidad de habitaciones, reforzadas con enormes puertas de metal y la más alta seguridad en tecnología.

Mientras Carlos caminaba entre los pasillo de manera segura y con aires de poder, todos los saludaban con el mayor respeto, a excepción de lo que estaba dentro de aquellas habitaciones (no eran muchos) que solo miraban aterrorizados como aquel hombre pasaba.

Finalmente, llegó al final de pasillo, en donde se encontraba una habitación que a diferencia de las demás, era más reforzada y grande que cualquier otra. Luego de introducir todos los códigos —que solamente él poseía y tal vez, unos dos o tres de confianza—, reconocimientos de voz, facial, huella digital y por último, una muestra de sangre. Para ello, se hizo una pequeña herida en el dedo pulgar y dejó caer una gota de sangre en la barra. Una vez reconocida la sangre, la gran puerta se abrió, dejando a la vista una gran cantidad de aparatos, capsulas, camillas, entre otras cosas más. Entro a pasó veloz, no sin antes cerrar.

Se acercó con el ceño fruncido a un escritorio que tenía unos libros encima y lo que parecían ser apuntes. Posó sus manos sobre el escritorio al mismo tiempo en el que las empuñaba, fruncía el ceño aún más y apretaba fuertemente sus dientes.

—¡Tsk! —rechistó y tiró el escritorio con todas las cosas que habían encima. Por alguna razón, estaba furioso.

Frustrado, llevó sus manos al rostro mientras gruñía y pateaba todo lo que encontraba. Al no estar satisfecho, golpeó fuertemente la pared haciendo una pequeña grieta.

—¡Malditos Onmyoujis! —maldijo golpeando nuevamente la pared, agrietándola un poco más. Sus nudillos comenzaron a sangrar, debido a que la pared, como todo en ese lugar, estaba especialmente hecha para que nadie pudiese escapar. Era de un material especial al que le añadían unos encantamientos para reforzarla.

—Un poco más y hubiese obtenido la sangre peculiar... ¡Si no fuera porque se entrometieron! —replicó indignado, frunciendo el ceño.

De manera inconsciente miró hacia abajo, encontrándose con su libreta de apuntes, la observó por unos minutos. La recogió y observó sus apuntes.

—Estoy cerca... —susurró revisando su libreta minuciosamente. Se sentó en una silla que estaba cerca y continuó revisando la libreta.

Le había llevado años para llegar a donde estaba ahora. Tuvo que hacer muchas cosas como: dejar a los Onmyoujis quienes no compartían su idea, tuvo que huir y hacerse más fuerte para no ser cazado por estos e incluso, se alió con Kegares —aunque a estos solamente los utilizó. Se sumergió en años de investigación y experimentos que eran difíciles de completar debido a que no era nada fácil encontrar personas con sangre peculiar. A inicios de su investigación, había intentado hacerlo con personas normales, pero no lo resistían y morían inmediatamente, y algunos con "suerte" sobrevivían uno o dos días. También, estaba el factor dinero, pero para ello, se asoció con personas que alguna vez fueron Onmyoujis y algunos contactos que logró conseguir a los largo de su vida.

«Esa niña es la pieza clave junto a Ciel... A menos, que encuentre la indicada. No obstante, para ello tardaría muchos años y quizás jamás la encuentre... —divagó en sus pensamientos—.Si lo logro, todos se salvarían de el "punto singular" y podríamos derrotar al Rey de los Kegares. Terminaríamos con la guerra de mil años entre kegares y exorcistas. Ellas dos son la clave para ello. Sé que Ciel mantendrá a salvo a Nina, pero hay algo que aún falta y para ello, necesito a ese chico o en el mejor de los casos, una persona con la sangre peculiar que sea cien por ciento compatible con Ciel... Tal vez, si Elliet estuviera con vida...—sacudió su cabeza en modo de negación—. No, los muertos ya están muertos. No pueden volver a la vida.», pensó con una mirada oscurecida fija en la nada.

Después de unos minutos, se levantó con una mirada determinada. Recogió el escritorio y acomodó las cosas nuevamente.

—De esta manera... Muchas personas se salvaran... —susurró determinado.

Se acercó a una de las capsula, dentro de ella se encontraba un kegare. Este parecía estar durmiendo y tenía apariencia de humano, como los basaras. Sin embargo, eran completamente diferentes. Era mitad humano y mitad kegare, al mismo tiempo en el que no era ninguno de los dos. Realmente, era residuos de ambos, era un prototipo para lo que realmente haría al obtener el poder de Ciel, y la sangre de Nina y Set.

Al crearlo tuvo mucho cuidado, con una pequeña cantidad de la sangre de Nina y Set, y un mínimo por ciento del poder de Ciel. Claro, eso sin contar los residuos de kegares y humanos. A pesar de todo eso, era fuerte como un basara o quizás más. O al menos, es lo que se esperaba. A fin de cuenta no dejaba de ser un prototipo.

—Falta poco... —mencionó Carlos con una sonrisa mientras sus ojos brillaban intensamente. Según lo que pasara con ese prototipo, estaba el resultado de sus investigaciones, las cuales llevaban años de trabajo y esfuerzo. Años de su vida que no podían simplemente desperdiciarse así como así.

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Hola, espero que les haya gustado y como regalo especial...

¿Adivinan?

1-Una señora muy aseñorada que lo escucha todo y no entiende nada.

¿Qué es?

2-Todos pasan por mí, yo no paso por nadie.
Todos preguntan por mí, yo no pregunto por nadie. 

¿Qué es?

3-Silva sin labios, corre sin pies,
En la espalda te pega y no lo ves.

¿Qué es? 

¿Saben la respuesta? ¡Los estaré leyendo!



Es broma :v

Ahí les dejó el otro capítulo, ya pueden leerlo.

Adiós y gracias por leer.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora