Capítulo 2

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Aquí esta el segundo capitulo, espero les guste.

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«¿Dónde estará...?, pensó recorriendo el lugar. Observaba minuciosamente mientras avanzaba, hasta que finalmente la encontró. Cuidadosamente se acercó a ella.

—¿Estas... bien? —preguntó e inmediatamente se maldijo, por supuesto que no lo estaba. Mayura se sobresaltó al escuchar la voz de Shimón y rápidamente se limpió las lágrimas.

—Sí... —dijo con voz apagada—. Soy patética, ¿verdad? —Mencionó llamando la atención de Shimón—. Salí corriendo como una cobarde...

—Te equivocas —intervino Shimón serio—. Eres valiente, más de lo que te imaginas —aseguró sorprendiendo a Mayura—. Lamento lo que dijo Tenma, no le hagas caso...

—Pero es verdad —Mayura lo interrumpió—. Ciel, desapareció hace seis años, hay una gran posibilidad de que haya muerto... —comentó cabizbaja.

—Mayura...

Shimón no sabía que decir, ¿Cómo podía decirle que estaba equivocada, sin pruebas algunas? No era capaz de darle falsas esperanzas. La búsqueda de Ciel duró mucho tiempo, nunca encontraron el cuerpo —si es que había muerto—, pero tampoco habían encontrado señales de vida. Nunca encontraron nada, ni la más mínima posibilidad. A Ciel, la habían declarado muerta, y eso había afectado en gran manera a Mayura, quien se negaba a aceptarlo. Sin embargo, ya había pasado un año por completo desde que la declararon muerta y las esperanzas de que apareciera, una pequeña, aunque sea la más mínima probabilidad de que estuviera viva, habían desaparecido.

—Gracias, Shimón —dijo Mayura de repente, desconcertándolo.

—¿A qué te refieres?

—Estabas preocupado por mí, ¿cierto...? —le dijo con una pequeña sonrisa, Shimón asintió aún confundido—. Eso me hace feliz —confesó con una enorme sonrisa. Shimón apartó la mirada sonrojado, rascándose la mejilla nervioso. En momentos así, era completamente débil.



Caminaban entre los pasillos blancos. Nadie decía nada, solo podían ver a través de la pequeña ventana de sus "habitaciones". Las personas allí —desde niños de ocho años a jóvenes de veinte años—, solo podían sentir miedo, sabían lo que le esperaba aquella chica, "la cita médica", así es como le decían aquellos hombres crueles.

Finalmente, llegaron a otra habitación, el hombre insertó varios códigos y la gran puerta de metal se abrió, dejando ver diferentes tipos de aparatos y una camilla. Ciel recorrió el lugar con los ojos, notando que desde hace tres días que entro y ya habían aparatos nuevos, siguió recorriendo el lugar con la mirada mientras el hombre la llevaba a una camilla. Abrió los ojos como platos al ver a una niña atada en una camilla, la boca amarrada y llorando.

«¡¡Nina...!!», pensó angustiada, la había conocido hace un medio año, era la niña más pequeña de ese lugar, con tan sólo cinco años.

Seis meses atrás...

Todos se hallaban almorzando, a pesar de lo horrible que podía ser ese lugar, tenían cuidado respecto al almuerzo, no querían que sus "experimentos" murieran de hambre.

Ciel, recién estaba saliendo de su "cita médica". Fue entonces, que se sorprendió al ver a una niña de cinco años, sus ojos azules expresaban miedo y confusión, su cabello de color verde claro —corto hasta los hombros con una coleta en la parte superior izquierda de su cabeza—, estaba desordenado, seguramente por el forcejeo. Llevaba un vestido de color blanco que ahora estaba cubierto de tierra y levemente rasgado, la hicieron entrar a aquella habitación a la fuerza. No podía permitir aquello así que corrió hacia ellos y los apartó de la niña, protegiéndola como una madre lo haría.

***

Desde aquel entonces, se prometió que sacaría a Nina de aquel lugar, de una manera u otra y su cicatriz se lo recordaban constantemente. Aquel día, se la hicieron aquellos hombres por haber saltado en contra de ellos.

—Oye tú, muévete a la camilla —ordenó un hombre enmascarado, molesto. Ya le habían dado la orden y ella no obedeció—. ¡Hey, tú...! —guardó silencio, asustado. Ciel tenía el ceño fruncido, sus ojos café parecían casi negros de la ira que desprendía, sus nudillos estaban fuertemente apretados que se pusieron blancos.

—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó confundido otro hombre enmascarado. Al ver a Ciel aún de pie, le puso una mano en el hombro, abrió la boca para decir algo, pero inmediatamente calló al ver la mirada asesina de Ciel, quien se había girado a verlo y el hombre retrocedió atemorizado.

Ciel se encaminó a la camilla en donde se encontraba Nina atada y comenzó a desatarla. Primero, le saco el trapo de la boca y luego prosiguió con las manos.

—¿Ciel...? —pronunció confundida Nina. Ella solamente le sonrió tiernamente.

—¡¿Qué haces!? —se alarmó al ver lo que hacía. Apenas estaba entrando a la habitación. Se apresuró hacia ella junto a varias personas más para detenerla.

En cuanto el hombre enmascarado se le acercó, lo golpeó en el rostro con un puñetazo, extrañándolo contra la camilla y los aparatos que había. Al ver eso, los demás se lanzaron a atacarla. Ciel se puso seria delante de Nina, en posición de combate con la mirada fija en ellos.



Finalmente, los alumnos salían del colegio, ya era hora de regresar a sus hogares. Benio, Mayura, Rokuro y Shimón, decidieron ir al dormitorio Seika. Éste último, porque según él, tenía tiempo que no veía a Seigen. De repente, se pararon en seco al sentir un gran poder maligno, tanto que ellos lo sintieron sin que Kinako les avisara.

—¿Q-qué es esto...? —preguntó Mayura más para sí misma. Todos estaban sorprendidos.

—¡¡Benio-sama, se ha abierto la brecha entre magano y la realidad...!! —Informó Kinako alarmado—. También, hay otros poderes... sin identificar... —agregó desconcertado.

—¿Sin identificar...? —cuestionaron Benio y Rokuro al unísono, confundidos.

—No hay tiempo para eso, tenemos que ir pronto —mencionó Shimón, serio. Todos asintieron y corrieron en dirección al lugar del cual provenía aquel poder, que no era muy lejos de donde estaban.

Al llegar, efectivamente la barrera entre magano y la realidad estaba abierta, había un gran agujero, posiblemente el más grande que hayan visto hasta ahora.

—¡Vamos!

«¿Qué es esta opresión en el pecho...?», se preguntó Mayura entrando junto a los demás, sin saber que les esperaba ahí adentro.

Una lucha sin héroes. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora