CAPÍTULO XXV. Pasado

630 72 76
                                    


—¿Todo bien, muñequito? —preguntó acariciándole el pelo —te noto un poco serio.

—Sí, amor —forzó una sonrisa —solo...pendientes que resolver —comentó llevando sus manos a las caderas de Itatí, que se encontraba sentada a horcajadas sobre él.

—¿Pendientes importantes? —interrogó curiosa besando su nariz.

—¡Eres curiosa, eh! —rió antes de besar su frente —sí, pendientes muy importantes —comentó removiéndose en el sillón buscando colocarse de pie.

—¿Entonces ya te vas? —le preguntó haciendo puchero.

—Entonces ya ¡nos! vamos, es tardísimo mi reina —hizo el ademán de pararse con ella en brazos.

—¿Cómo me dijiste? —preguntó sonriente evitando que consiguiera ponerse de pie.

—Mi reina —repitió esbozando esa sonrisa sensual y encantadora que a ella tanto le fascinaba. Llevó ambas manos a su espalda y la atrajo hacia él.

—Repítemelo —pidió coqueteándole y moviéndose provocativamente sobre sus piernas friccionando sus pieles.

—Mi reina —dijo con voz sensual luego de morderse los labios deseosamente.

—Otra vez —pidió colocando sus labios en trompita, provocándole una sonrisa hambrienta.

—Mi reina —susurró sobre su oído esta vez y aprovechó para morder su lóbulo. La escuchó gemir suavemente —te amo —dijo segundos antes de besarla profundamente en los labios. Por primera vez esa noche se besaron lenta y profundamente, con la única intención de sentir el sabor de sus labios.


**


—Hola —dijo en voz baja al entrar a su casa intentando hacer el menor ruido posible —¿qué hacés despierta tan tarde?

—Azul tuvo una pesadilla y ya no me pude dormir —le informó Maki después de beber un sorbo de agua con hielo.

—¿Está bien? —preguntó algo preocupado.

—Sí, tranquilo. Se quedó dormida enseguida. ¿Vos estás bien?

—Estoy muerto, la verdad.

—Se ve. Fue largo el llamado, eh.

—Bastante —suspiró —pero todo salió muy bien. Voy a darme una ducha y a dormir.

—Ok. ¿Necesitás algo? ¿Querés que te prepare algo para tomar o...?

—Gracias, no te preocupes. Estoy tan cansado que no tengo hambre. Andá a descansar tranquila.

—Está bien. Que descanses —dijo acercándose a él y besando su mejilla.

Vos también —dijo sorprendido.


**


Los ruidos en la cocina lo llevaron a despertar exaltado y salió expulsado de la cama para corroborar qué sucedía. Al llegar vio a Maki agarrándose la mano izquierda con una mueca de dolor y un par de cosas tiradas en el suelo.

—¿Qué pasó? —dijo corriendo hacia ella —¿estás bien?

—No es nada, me corté en un descuido. ¡Cuidado! —gritó al ver que se acercaba descalzo y podía llegar a cortarse.

—Voy a traer el botiquín. Sentáte mientras —fue y volvió al trote y se dispuso a desinfectar el dedo y vendarlo para evitar que siguiera sangrando. Lo hizo con la delicadeza y precisión que acostumbraba e inevitablemente sintió la tensión que se había generado entre ellos. La observó de reojo mientras la curaba y pudo notar su mirada clavada en él —listo.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora