CAPÍTULO XVII. Confusiones

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Itatí llegó al foro con una amplia sonrisa y su vitalidad de siempre, bromeando con cada persona que se encontraba a su paso. Estaba feliz. Sus hijos sanos, su trabajo, su gente querida, sus fans y por supuesto un glorioso amanecer junto al hombre que amaba le daban suficientes motivos para llegar con ese espíritu a su trabajo. Entró a su camerino con la vista en el celular y no reparó en su alrededor de inmediato, pero cuando lo hizo, su rostro se iluminó completamente. Una rosa naranja, radiante y perfecta reposaba sobre su tocador. Sin tarjeta, la única certeza que tenía era el símbolo de éxito y alegría que, según dicen los conocedores, significa una rosa de ese color. Sonrió con franqueza mientras se inundaba de su perfume y la acariciaba con suavidad y de inmediato pensó en él. Corrió al camerino de enfrente y entró ilusionada pero estaba vacío así que regresó. Pensó en enviarle un mensaje pero decidió que debía darle un agradecimiento más cálido, por lo que la volvió a dejar sobre el tocador y comenzó a cambiarse pensando en ese beso, y tal vez algo más, que le daría para agradecerle. Lo que definitivamente no pensó, porque no estaba en su esencia, fue en la connotación negativa que también cae sobre la flor: precaución.


**


Mientras ella grababa una escena tras otra dentro del foro, a él le había tocado salir, por lo mismo, hasta el corte a comer no llegaron ni siquiera a cruzarse. Eso hacía que la ansiedad jugara en su pecho generándole cosquillas. A veces esas sensaciones la hacían sentir ridícula, pero cuando pensaba en la fortuna de amar y ser correspondida lograba despojarse de esos prejuicios sobre el amor, la edad, los momentos y el comportamiento. ¿Por qué dos adultos enamorados deberían tener limitaciones en sus sentimientos? ¿Por qué sentirse nerviosos y ansiosos por verse solo correspondería a un par de adolescentes? ¡Claro que no! Las sensaciones deben disfrutarse en el momento que llegan, sin peros, sin prejuicios. Después de todo, amar es un privilegio a cualquier edad y un amor que llega inesperado, arrasando con todo a su paso hasta invadir el cuerpo y el alma, merece ser disfrutado y vivido en plenitud.

Tomó su celular y le marcó, deseosa de escuchar su voz. Y solo le hizo falta un simple "hola" para que su piel reaccionara erizándose completamente.

—Hola, belleza. ¿Cómo estás? —saludó él luego de ver su nombre en la pantalla.

—Hola, muñeco —dijo con voz sensual —muy bien, ¿y tú?

—Mucho mejor ahora que te escucho.

—¿Me extrañabas?

—Siempre —susurró.

—Oye, ¿nos vemos para comer y así...me demuestras cuánto me extrañas?

—Me encanta la idea —comentó colocando su voz de galán seductor —¿quieres que lleve algo de comer o paso por ti al foro y vamos a algún lado?

—La verdad —comenzó a decir con voz colocada —tengo ganas de comer aquí, ¿te parece?

—Me parece —dijo sonriendo con picardía —en un ratito estoy ahí.

—Aquí te espero. Besos, amor.

—Guárdalos, ahorita me los das. Te amo —finalizó.

—Y yo a ti —sonrió. No tuvo que esperarlo mucho tiempo. Apenas tardó treinta minutos en llegar a su camerino con el almuerzo y golpeó la puerta con su toque característico para que abriera directamente. Cuando lo hizo, no habló, simplemente se quedó parado frente a ella con la boca entreabierta y los ojos abiertos en su totalidad.

—Disculpe, me dijeron que esta orden la recibiría una mujer hermosa pero jamás imaginé que sería la más hermosa que hubieran visto mis ojos —dijo jugando.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora