CAPÍTULO XLIX. Estrellas

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—¿Te gusta el lugar? —interrogó después de recorrer juntos cada rincón del departamento.

—Es —carraspeó —hermoso —expresó esforzándose por evitar que la emoción se convirtiera en lágrimas —yo no...—suspiró —no imaginé que se tratara de algo así.

—Muñequito —pronunció acercándose —¿te gusta la idea de tener un espacio para nosotros? —preguntó tomándole las manos —un lugar al que podamos acudir cuando queramos, donde podamos estar juntos, compartir nuestros momentos, estar... solitos —dijo cerca de él con picardía en los ojos —donde podamos disfrutar de nosotros, de quedarnos tirados en el sofá, abrazados y en silencio, o ¿te acuerdas que dijimos que había que hacer algo con las interrupciones? —lo tomó de la camisa y tiró hacia ella. Lo vio sonreír —imagínate tener un lugar a donde escaparnos de todo, pensar en nosotros, encontrarnos, charlar como tanto nos gusta...jugar —sonrió —te estoy invitando a eso. ¿Aceptas?

—¿Tú qué crees? —la tomó de la cintura pegándola a él con algo de brusquedad, y le robó un quejido.

—No lo sé —chocó sus narices con delicadeza —tú dime.

—Déjame pensar... ¿aceptaré tener un refugio para compartir momentos con la nena más hermosa del mundo? —la miró feliz —por supuesto que acepto, muñequita —dijo colocando la voz —no sabes lo feliz que me hace tener un espacio para nosotros. Ya nos veo... tú y yo, escabulléndonos de todo y de todos aquí, perdiéndonos del mundo —plantó un beso sorbe sus labios —me fascina la idea —acarició su mejilla —gracias, preciosa —sonrieron juntos.

—Te amo —susurró.

—Yo te amo a ti —alcanzó su boca y se perdieron en un beso lento y profundo. Itatí sonrió en medio del beso y eso lo derritió.

—¿Te confieso algo? —preguntó al apartarse.

—Claro —seguía sujetándola de la cintura, aun más fuerte.

—Moría de ganas de comprarlo —contó mirando el lugar —pero pensé en la posibilidad de que me dijeras que no y...lo renté.

—¿Cómo? —la soltó teatralizando —¿tú pensaste que podría decir que no a tan tentadora propuesta? ¡Me ofendes! —dijo fingiendo enojo.

—Estuve muy mal, ¿no? —sonrió.

—Muy —se apartó continuando con el juego.

—Te ofrezco una disculpa —sonrió siguiéndolo.

—No lo sé. Vas a tener que hacer mucho mérito para eso.

—Ya lo creo —se colocó frente a él —se me está ocurriendo algo —dijo tomándolo de ambas manos, y caminando hacia atrás lo llevó con ella hasta detenerse en la puerta de la habitación. Una vez allí, le deslizó su mano por todo el pecho —el lugar ya estaba amoblado —comentó —pero... —comenzó a desprenderle los botones de la camisa —la cama es nueva —pronunció con voz sensual —se me ocurre que podríamos —dirigió ahora sus manos hacia su propia camisa y desprendió los botones con lentitud, permitiéndole ver la sensualidad del sujetador —estrenarla —apenas abrió su camisa vio el cambio en los ojos de Juan. Jamás fue capaz de disimular el deseo que ella le provocaba —¿quieres? —observó su pecho subir y bajar en una clara muestra de fogosidad, tomó su mano derecha y la llevó hasta colocarla en medio de sus pechos y deslizarla. Ese fue el último acto para desestabilizarlo. Sonrió con lascivia mientras acortaba la distancia y cuando por fin la alcanzó rodeó su cintura con el brazo izquierdo y la pegó a él.

—Contigo siempre quiero —respondió pegado a sus labios y segundos después, los deshizo a su antojo. Avanzó sin dejar de besarla ni un momento hasta hacerla chocar con la cama. Le quitó la camisa y disfrutó de pasear sus grandes manos por toda la tibia piel de su espalda hasta ubicar el sujetador y desprenderlo. Sonrió a mitad del beso y se apartó de ella para quitárselo. De inmediato, sin quitar la mirada de la desnudez de su torso, se quitó la camisa y regresó a ella. Besó su cuello hasta escuchar el gemido que buscaba y comenzó a deslizar sus labios hacia delante. Cuando instaló su boca en el pecho a la altura del corazón, sintió que ella le enredaba sus dedos en el cabello en un pedido mudo. Y allí permaneció, besando centímetro a centímetro su torso, resbalando por su piel.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora