CAPÍTULO LX. Noche relax

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A segundos de alcanzar sus labios, giró la muñeca de la mano que sujetaba el celular dejando confundidos y alterados a quienes participaban del vivo, que además de no poder ver lo que sucedió, escucharon gente gritar, silbar y aplaudir. Y aquello que nadie vio fue la confirmación interna de su relación. La combinación de la profundidad del beso y los nervios de creer que todo mundo los estaba viendo, la dejó sin aire. Al separarse, luego de sonreír dirigió su mirada hacia donde creía que estaba el teléfono y se encontró con que aquel tomaba imágenes del techo. Rió algo aliviada y recibió un guiño cómplice.

—¿Te asustaste? —preguntó en un susurro cerca de su oído.

—Un poquito —se sinceró en un hilo de voz.

—No se notó —susurró en referencia a su desinhibida respuesta al beso. Con cuidado fue bajando el brazo y tomó el celular de tal forma que tapó la cámara dejando a todo el público a oscuras y con una amplia sonrisa le puso fin a la transmisión, generando todo tipo de especulaciones sobre lo sucedido —bueno —la tomó de la cintura —aquí ya lo saben —se acercó a ella hasta chocar sus frentes.

—Creo que ya todos lo sabían —rió.

—Es cierto —respondió —pero ahora está confirmado.

—Es un gran paso —le acarició una mejilla.

—Lo es —se acomodó mejor posicionando ambas manos sobre su cintura —sabes, quiero proponerte algo...

—Dime.

—Que tú decidas y elijas el momento para hacerlo público —llevó una mano hasta su pequeño rostro y le regaló toda su tibieza —si quieres podemos hablar de la forma en la que vamos a tirar semejante bomba —comentó entre risas simpáticas —pero me gustaría que tú eligieras ese momento, que sea cuando sientas que ya no puedes ni quieres ocultarlo.

—Bueno, eso es ahorita mismo —rió.

—Si quieres —amagó a tomar el celular nuevamente y vio el pánico instalado en su rostro —no es cierto —la tranquilizó.

—Gracias —dijo con ternura.

—¿De qué, amor?

—Por todo. Por darme lugar ante tu exesposa, por incluir a mi familia con la tuya, por darme este espacio y tiempo, por ayudarme a concluir con el exorcismo de mis miedos, por darme confianza, por respetarme pero sobre todo por amarme tanto —sonrió al tiempo que sus ojos se humedecieron.

—¿Cómo no amarte? Es la gran pregunta —se acercó a su boca con la intención de darle un pequeño beso y se vio asaltado por su desinhibida decisión de besarlo apasionadamente frente a todos. De nuevo provocaron los gritos, silbidos y aplausos por parte de todos los presentes y debieron interrumpir el beso a causa de las risas que les provocaban algunos comentarios.

—Los felicito —dijo Nicandro al acercarse. Le extendió la mano a Juan y cuando la recibió, lo acercó para darle un sentido abrazo de aprobación.

—Gracias, Nic —respondió él con una sonrisa sincera.

—Ita —abrió sus brazos y la recibió con mucho afecto —haces muy bien volviéndote a abrir al amor, preciosa —se apartó de ella y continuó hablando —sean felices —les habló a ambos y luego le dirigió la mirada a Juan —¿ves esa sonrisa hermosa? —señaló a Itatí —si se borra, no la cuentas —advirtió mitad en broma y mitad en serio, haciéndolos reír —bueno, mucha plática. Hay que trabajar. Aprovechen toda esa...química —gesticuló —y exploten la escena, finalizó entre sonrisas.

—Ya escuchaste —comentó ella —que no se borre mi sonrisa.

—Créeme —la pegó a él —yo me voy a encargar de que siempre sonrías.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora