CAPÍTULO I. ¿Ficción?

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Acción. La palabra más resonante en los foros. Al pronunciarla, los personajes cobran vida, la ficción se vuelve realidad y los sentimientos se fingen. O eso es lo que parece.

El llamado de aquella tarde tenía varios protagonistas. Dos de ellos eran el sol y la piscina. La escena transcurría en el esplendoroso jardín de la finca Campoamor, un paraíso en el que cualquiera estaría dispuesto a vivir. El verde césped, siempre perfectamente cortado, invitaba a pasar el día fuera de la casa, y el brillo del sol reflejado en el agua de la piscina siempre sugería diversión. Hacia ambos lados de ella, tres reposeras de madera y en cada una perfectamente doblada una toalla blanca. La grabación transcurrió con normalidad. De acuerdo al libreto, luego de que Tyler tomara a Andrea en brazos y se tirara a la pileta con ella haciéndola reír por su broma, él debía recostarse boca abajo en una de las reposeras y tendrían una charla masajes de por medio. "Corte y queda", escucharon decir al director, que contento con la toma no percibió el detalle más importante. Ni el provocativo masaje ni sus gestos fueron fingidos.

Hacía ya un tiempo que Juan e Itatí casi no debían actuar. Desde aquel primer beso de sus personajes algo había cambiado para ellos y eso los tenía sorprendidos. Públicamente el clima de trabajo era maravilloso, distendido, relajado, bromista. Pero puertas adentro, en los camerinos, algo comenzaba a cambiar. Estaban más receptivos, más amistosos, mucho más cercanos. Desde el principio se los relacionó románticamente. La química y complicidad que dejaban ver parecía genuina y eso llevó al público y a la prensa a pensar e incluso dar por hecho que estaban involucrados sentimentalmente. Lo negaban cada vez que podían, en notas de calle, en programas de televisión, en entrevistas para revistas de nombres resonantes y hasta en los videos en vivo que mantenían con sus fans a través de las redes sociales, donde más instalado estaba el rumor y por supuesto, donde más agrado provocaba. Pero el rumor allí seguía.

Al concluir la escena Itatí se dirigió a su camper para cambiarse de vestuario y descansar unos minutos mientras parte del elenco continuaba con sus escenas. Se quitó el traje de baño, se colocó una bata de baño blanca, muy suave, y se sentó pensativa. Llevó su mano derecha hacia sus labios y los rozó con sus dedos mientras su mente la llevaba directo al momento en que su personaje y el de Juan se daban su primer beso. Sintió tibieza en sus mejillas al pensar en esas manos masculinas tomando su rostro y recordó que aquello que a todos les pareció una gran actuación, no había sido tal. Sus piernas en verdad habían temblado. Dos pequeños toques en la puerta del camper la sacaron de su ensoñación y abrió por acto reflejo. Como si lo hubiera invocado, como si él supiera de su deseo se había aparecido allí. Parecía no querer ser visto porque apenas la puerta se movió, él ingresó dejándola sin habla.

— ¿Qué haces aquí?—preguntó sorprendida.

—Necesitamos hablar.

—Ahora no, por favor —dijo nerviosa mientras cerraba más su bata —hay mucha gente cerca y estamos trabajando.

—No me importa la gente —replicó calmado, colocando ambas manos sobre sus pequeños hombros —los dos sabemos que debemos hablar —dio un paso más hacia ella.

—Juan, no es el lugar —sus nervios le secaron la garganta y su cercanía le aceleró el corazón —por favor, no me hagas esto.

—¿Qué cosa? ¿Acercarme? —ya no quedaba espacio entre ellos más que el mínimo indispensable para poder hablar. Le quitó las manos de los hombros y se las colocó a ambos lados del rostro, exactamente igual que en la escena que ella tanto recordaba. Su estatura era una ventaja para él, la tenía aprisionada contra la puerta —¿te molesta que me acerque? —tenía sus ojos clavados en los de ella. Quería que lo viera, que notara en ellos su deseo. Pero también le gustaba verla siendo delatada por su propia mirada encendida. Itatí hizo el intento de hablar pero no pudo. Su respiración se cortó, su garganta enmudeció y el fuego dentro de su pecho tomó el control de su cuerpo. Sin tener dominio sobre sí misma y aprisionada contra su cuerpo, rozó con suavidad sus labios en un intento por frenar su propio deseo de alguna manera. Pero eso tuvo el efecto contrario. Sus labios quisieron más, pidieron más y tuvieron más. Ella, que antes le había pedido por favor que no se acercara, ahora sentía una necesidad irrefrenable de pegarse a él y cada movimiento que hacía era para sentir en su totalidad cada parte de su cuerpo. Descontrolado y sin dejar de besarla llevó su mano izquierda detrás de su cabeza, la enredó en su cabello y presionó contra él en un acto desenfrenado de pasión y necesidad, su mano derecha recorría su espalda y presionaba su cintura mientras ella hacía a un lado su cara entregándole su cuello. Aquel acto lo enloqueció. Besó primero su hombro derecho por encima de la bata y de inmediato posó sus labios en su cuello, estremeciéndola aun más. Un leve gemido escapó de su voz femenina, delatando el placer de sentir el calor de su boca recorriendo su piel y esto hizo que él se animara a más. En un incontrolable movimiento llevó una de sus manos al nudo de su bata y la desató, pero los insistentes golpes en la puerta los hizo separar apresuradamente. Agitada, encendida y desconcertada, Itatí solo atinó a preguntar quién tocaba mientras intentaba torpemente cerrar bien su bata y rehacer el nudo. Desde afuera una asistente le avisaba que en pocos minutos debía estar lista para su siguiente escena, a lo que ella respondió que enseguida saldría. Se aseguró de que la asistente se hubiese marchado y dirigió su mirada hacia Juan.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora