CAPÍTULO IX . Decisiones

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Un día más en la espléndida finca Campoamor. El movimiento de esa jornada era especialmente intenso y ella lo agradecía. La sobreocupación le impedía pensar en los tormentos que la perseguían. Acostumbrada a refugiarse en el trabajo y en su profesionalismo, afrontó el día con el ánimo de siempre. Se la veía jovial, disfrutando de hacer videos graciosos con las jóvenes promesas de la pantalla chica mexicana, las futuras protagonistas. Le resultaba catártico practicar todos esos pasos y playbacks divertidos que la invitaban a hacer y aprovechaba para ponerse en movimiento y eliminar energía. Nadie que no la conociera en esencia se hubiera percatado del apagón que sufrían sus ojos. Dejaron pendiente todo aquello cuando recibieron la orden de comenzar los ensayos. La boda de Katya, la hija de Andrea, estaba muy próxima a salir al aire y aun no había sido grabada por los conocidos percances sanitarios, así que debían agilizarlo todo para cumplir con los plazos. Leídos y repasados varias veces los libretos y coordinados los movimientos, dieron comienzo a la grabación.

Mientras los técnicos inventaban la lluvia, los invitados debían huir del jardín en el que tuvo lugar la recién concluida ceremonia civil para resguardarse y continuar la fiesta dentro de la casa principal. Ese era el momento preciso en el que Tyler debía tomar a Andrea del brazo y salir eyectados hacia la dirección contraria, aprovechando la confusión, para resguardarse en un rústico y pequeño cuarto con paredes de piedra.

—Tyler, ¿qué haces? —preguntó Andrea mientras corría con él, pero no obtuvo respuesta —¿qué hacemos aquí? —su rostro era una mezcla de cansancio y adrenalina. Miró a su alrededor observando los objetos. Todo el espacio era ocupado para guardar herramientas, escaleras y muebles viejos, apenas había lugar para ellos. Él seguía mudo, observándola de arriba abajo, disfrutando de la extrema sensualidad que mostraba empapada, acumulando el deseo en sus ojos —¡Tyler! —exclamó.

—¡Oh, discúlpame! Yo estaba perdido en tu belleza —comentó acercándose lentamente. Se detuvo en cuanto tuvo frente a su rostro la mano extendida de Andrea en señal de que no continuara acercándose y de inmediato hizo lo que siempre conseguía derretirla, poner cara de nene regañado.

—¿Vas a explicarme por qué me trajiste?

—Yo necesito hablar contigo.

—¿Y no podías esperar a que acabara la fiesta?

—No —dijo contundente —ya no puedo esperar —mientras hablaba, jugaba con sus manos, mostrándose nervioso.

—Tranquilo —dijo tomándoselas y notando que comenzaba a relajarse —dime, ¿qué pasa? ¿De qué quieres hablarme?

—De lo que pasó entre nosotros —expresó mirándola directamente a los ojos, permitiéndole ver en su transparencia todo lo que sentía.

—Tyler, tu sabes que eso...

—Fue el mejor momento que viví en mi vida interrumpió —yo jamás me había sentido así con ninguna mujer. Lo que tú me haces sentir es muy fuerte y no puedo frenarlo. Lo intento, créeme —comenzó a acercarse a ella muy lentamente, midiendo sus reacciones. Ella lo miraba con una mezcla sublime de ternura y amor. Sintió deseos de confesarle todo, pero no consiguió pronunciar palabra alguna. Estaba muda, petrificada frente a él, que se acercaba con sigilo —llegué a un punto en el que no me importa nada más que vivir lo que siento por ti, que es lo mismo que tú sientes por mí. Porque tú me amas, yo lo sé. Me amas tanto como yo te amo a ti y tampoco puedes detenerlo —cada palabra que decía debilitaban las piernas de Andrea y el escaso control que tenía sobre sí misma se desvaneció apenas él colocó sus manos tibias en su pequeño rostro —vivámoslo —susurró rozándole los labios.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora