CAPÍTULO XXXIX. Volver a sentir

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Pasaron cuatro de los siete días. Su relación oscilaba entre el incontenible y sofocante calor del deseo y el duro y penetrante frío de la lejanía; entre el cielo del amor y el infierno del dolor; queriéndolo todo y no obteniendo nada. Ambos estaban decididos a alejarse y sanar, pero no conseguían concretarlo. Y no lo harían si a cada paso debían enfrentarse a la textura de sus cuerpos, a la humedad de sus labios, a la tibieza de sus manos en cada escena. Aquello comenzaba a convertirse en un camino de vidrio en el que caminaban descalzos. Y a cada paso que daban, descubrían un nuevo significado para el término tormento.

Ese día, el número cuatro, debían ser ellos como pareja protagónica quienes fueran a promocionar al programa Hoy la extensión de las grabaciones y en consecuencia, de la telenovela. Nicandro se los había comunicado durante el día anterior y desde ese momento los nervios se apoderaron de Itatí. Su vínculo era víctima de un sinfín de problemas que se interponían y temía que no pudieran conseguir plasmar la química necesaria en vivo. Ya era difícil para ellos el hecho de grabar en esas circunstancias y ahora debían sumarle la tensión del vivo y las preguntas incómodas que sabía perfectamente que se presentarían.

Cuando Juan llegó al estudio, Itatí ya estaba allí, jugando a transmitir en vivo en sus redes sociales. Apenas lo vio, no pudo disimular su emoción. Siempre era así. No importaba en qué situación estuvieran o si hubiesen tenido una discusión fuerte, verlo significaba para ella sonreír. Era imposible luchar contra la corriente de adrenalina que la cruzaba con solo verlo pasar. No tuvo mucho que decir, su sonrisa era obvia y lo que aun consideraba un secreto había sido percibido por el público hacía mucho tiempo.

—Chicas —dijo mirando a cámara —adivinen quién acaba de llegar —jugó sonriendo mientras miraba hacia un costado unos segundos y nuevamente miró a la cámara de su celular —miren quién está aquí —soltó contenta —¡hola güero! —exclamó —aquí te estábamos esperando.

—Hola a toros —dijo fingiendo ser Tyler Somers —¿cómo están? —miró a la cámara y sonrió —yo muy bien porque aquí a mi lado está mi mexicana hermosa —soltó de pronto, escudándose en ese acento particular que llevaba su personaje. Se pegó a ella y la atrajo hacia él con su brazo izquierdo, presionando su cintura con la mano abierta con todas las intensiones imaginables —¿ya vieron qué guapa? —continuó.

—¿Y ya vieron qué guapo? —respondió siguiendo el juego —miren este muñeco —lo paneó con su celular —¡infernal, güerito! ¡Ya perdóname! —fingió hablar desde los zapatos de Andrea tanto como él fingía estar en el lugar de Tyler. Pero los dos entendían perfectamente.

—¡Claro que no! —le hizo decir al gringo —eres mala. Lastimaste mi corazón.

—¡Pero yo te amo, güero! — respondió "Andrea". Sus miradas hablaban con la misma verdad que sus palabras. Podía notarse esa complicidad que tanto miedo tuvo de no encontrar.

—¿Me amas? —preguntó ahora con el acento más forzado, perdiéndolo casi por completo. Se puso frente a ella y bajó hasta dejar sus frentes a escasos centímetros, imitando una de las poses que tantos rumores generó durante un video en vivo desde Acapulco.

—Te amo —pronunció luchando con la falta de aire que comenzaba a invadirla. Instantes después, un asistente les pidió que estuvieran listos y los ayudó, sin saberlo, a salir del enredo en el que se estaban metiendo.


**


Finalmente, lo que más temía ella no ocurrió. La química y complicidad que generaban sin ningún esfuerzo se hizo presente al momento de salir al aire. Ayudados también por un clima amistoso y relajado fueron sorteando minuto a minuto el gran escollo que les significaba personalmente asistir allí. Todo iba resultando convenientemente bien, charlando de las grabaciones, de la dificultad que les agregaba el cumplimiento de los protocolos, del infinito agradecimiento que tenían con el público que los elegía cada tarde y de la buena nueva para todos.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora